Sinopsis
En la última temporada de la ‘Con amor, Víctor’, Víctor vive un viaje de autodescubrimiento en el que no sólo decidirá con quién quiere estar, sino sobre todo quién quiere ser. Víctor y sus amigos hacen planes para cuando acaben el instituto, enfrentándose a nuevos problemas que deberán resolver para tomar las mejores decisiones sobre su futuro.
Crítica de la tercera temporada de Con amor, Víctor
Todo tiene su fin, aunque este sea precipitado y más flojo de lo esperado. Esa es la mayor sensación que deja la tercera temporada del spin-off de ‘Con amor, Simon’, la cual llega este miércoles a Disney+ con todos sus episodios. La verdad es que esta última entrega ha llegado algo tarde, pues ahora, pese a que la mayoría de sus personajes ya se encuentren desarrollados y asentados en nuestro imaginario, la serie debe hacerse un hueco y volver a ser realmente relevante tras el estreno de la fantástica y todavía muy reciente ‘Heartstopper’.
Una tarea muy complicada, sobre todo porque ya desde la segunda tanta de capítulos la ficción empezaba a desviarse en exceso de su premisa original. Aquí se confirma esa tendencia de una forma demasiado pronunciada.

Y es que esta ya no es una serie sobre un chico latino de familia religiosa que debe reconocer su homosexualidad, revelarla al mundo y afrontar las tristes consecuencias que pudieran presentarse. Ahora parece una especie de ‘Euphoria’ ultraligera llena de personajes en la que se romantizan las drogas, aparecen parejas de la nada, los protagonistas saltan de flor en flor todo el rato y cuando no sale como esperaban, pues vuelven a la anterior; y todo se lo toman demasiado bien incluso en los momentos en los que deberían subirse por las paredes.
Es esa imagen de adolescentes perfectos tan Disney que, pese a haber caracterizado a la ficción desde sus inicios, aquí termina por explotar de una forma ridícula e irreal a través de una narrativa que ya no tiene ningún sentido.
En otras palabras: la serie ha perdido aquello que la hacía especial y transgresora y se ha convertido en una ficción moderna de adolescentes al uso. No es que sea algo muy grave, sobre todo si aquella persona que la ve es aficionada a este tipo de series. No obstante, si este era el objetivo final, tenía que haber sido planteada así desde un principio en vez de involucionar de esta forma.
Así, los guionistas han plagado la temporada de subtramas de parejitas incómodas que se van intercambiando cual reality de citas. Y entre ellas, por supuesto, están las siempre interesantes vivencias de Víctor, pero debe compartir demasiada cuota de pantalla con el resto de personajes. De hecho, ha llegado a un punto en el que la habría sido todo un éxito si se hubiera centrado solo en las experiencias de Victor y la dinámica con su familia.

Esto no quiere decir que las otras subtramas no nos dejen algún que otro momento simpático y emotivo. Al fin y al cabo, otros personajes como Félix, Andrew o los padres de Víctor han sabido ganarse su propio hueco sin apoyarse en ninguna trampa narrativa. Todo lo contrario ocurre con Lake, quien aquí goza de un nuevo despertar sexual que se siente forzado y tramposo.
Es un recurso innecesario y, por muy bonita que sea la idea. simplemente no tiene sentido en su ejecución. Más bien, esto aparenta ser un intento desesperado de los guionistas para que la serie, que ya ha perdido gran parte de su orgullo, parezca que quiera seguir siendo una ficción sobre ello. Es extraño, porque cuando las vivencias de Víctor entran en ebullición se trata este tema con acierto. Así que, ¿qué necesidad había?
Al menos, esta sobrecargada última temporada de ‘Con amor, Víctor’ cierra todas las tramas y coloca a cada personaje en el lugar que le corresponde. En ese sentido es satisfactoria y cumplidora, pese a que se han tomado las decisiones más fáciles y lógicas sin arriesgarse en absolutamente nada. El problema es que, para ello, se hayan tenido que echar mano de innumerables giros repentinos y previsibles, así como de una prisa palpable a la hora de solucionar sus conflictos.
Por no hablar de lo rápido y superficial que desarrolla a algunos personajes que necesitaban algo de trasfondo. En definitiva, a estas alturas, la serie se ha quedado muy atrás en lo que a representación se refiere. Una pena que, en vez de hacerla gritar orgullosa, los guionistas prefieran despedirla y enviarla al pozo de los que pudieron ser y no fueron.
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