Sinopsis
Lily James (A la caza del amor) y Sebastian Stan (Falcon y el Soldado de Invierno) son los encargados de ponerse en la piel de Pam y Tommy en ‘Pam & Tommy’, una comedia de ocho episodios que narra la historia real detrás del lanzamiento del primer video viral de la historia: la cinta sexual protagonizada por Pamela Anderson y Tommy Lee.
Crítica de Pam & Tommy
En apenas unos días llega a Disney+ una de las miniseries más esperadas de la temporada. Innecesaria o no, la ficción escrita por Rob Siegel (Amando deprisa) y DV DeVincentis (Al fin muertos) viene a arrojar algo de luz y ‘verdad’ a uno de los mayores eventos de la cultura popular de los 90.
Sin embargo, incluso aunque esté basada en un artículo, a priori la decisión de enfocar esta serie biográfica alrededor de la infame cinta de vídeo no debe sentar nada bien a sus implicados, pues es como gritarles a la cara que su vida es más recordada por ello que por sus éxitos profesionales. Pero no todo es blanco y negro y, desde luego, nos encontramos ante una historia que se encuentra llena de grises y contrastes.

A través de la mirada de ambos polos de la sociedad angelina, uno de los aspectos que muestra la serie es lo complicado que es llegar a ser alguien y lo delicada que puede ser la vida de una celebridad. Por un lado tenemos a Rand (Seth Rogen), un pobre desgraciado que, harto de los caprichos de una estrella del rock y desesperado por sus problemas económicos, decide vengarse sin pensar por un segundo en las consecuencias.
Por el otro, Pamela Anderson (Lily James) y Tommy Lee (Sebastian Stan) viven en su burbuja de dinero y felicidad sin ser conscientes de que pronto va a explotar. De esta forma, la ficción profundiza en las desventuras de Rand casi tanto como en la relación entre Pamela y Tommy, que es explorada desde sus principios pero con su amargo final extrañamente suprimido.
Lee es retratado con dos caras bastante radicales. Una de ellas es la de un demente psicópata con actitud de narco que habla con su pene mientras que, en la otra, tenemos a un enamoradizo y simpático roquero que sufre viendo cómo su fama ha sido eclipsada por los nuevos géneros musicales emergentes. Si Stan está a gran nivel, lo de James como Pamela es simplemente espectacular.
Desde su interpretación hasta su caracterización, a veces resulta muy fácil olvidarse de que no estamos ante la Anderson real. Esto no quita que aquí Pamela haya sido escrita como una persona demasiado sensiblera y soñadora, reflejando muy poco de esa mujer inteligente y arrolladora que lleva rompiendo estereotipos desde hace mucho tiempo.

Por otra parte, aunque ocho episodios se antojan algo excesivos, otros productores podrían haberse visto tentados a condensar esta historia en una miniserie más corta, incluso en una película, sacrificando así varias de las interesantes cuestiones que habitan entre las distintas capas de la trama.
En cambio, seguramente tomándose una buena cantidad de licencias, Rogen, Goldberg y compañía han decidido diseccionar tanto a sus protagonistas que uno llega a preguntarse si muchas de las cosas que muestra la serie son necesarias o relevantes, más allá de su intención de humanizar a todos ellos. La respuesta es que sí. ¿Por qué no iban a serlo?
Claro, puede que en ocasiones se exceda en formas y metraje en su ejercicio de explotación de los aspectos más morbosos y superficiales, sobre todo por su altísimo contenido en sexo y desnudos explícitos, pero el gran grueso de lo que aquí se cuenta acerca de los personajes resulta esencial.
No obstante, es cierto que en su intento de mostrar algunos eventos a través de una inconsistente mirada feminista, la serie a veces no puede evitar coquetear con un cinismo que contrasta con la humillación pública en la que se basa. Al fin y al cabo, aunque la ficción quiera redimir a Pamela haciendo especial énfasis en su tragedia, la verdad es que tampoco va a dejar de hacer dinero gracias a la misma.

También es una serie que toma sus riesgos a la hora de narrar y de establecer su tono, el cual fluctúa sin demasiada suavidad entre la comedia irreverente, el thriller y el melodrama según convenga a la trama. Gracias a ello, el resultado consigue sorprender al ser una cruelmente divertida, en ocasiones muy triste y del todo sobrecargada crónica de una mujer que recibió un trato horroroso desde todos los ámbitos.
A su vez, la ficción funciona como una carta de amor a los 90 sin la nostalgia como principal motor. Y es que, entre personaje y personaje, sin duda abruman sus valores de producción y la cantidad de detalles que muestra sobre la época.
Por ejemplo, alrededor de esta demostración de una de las peores caras del capitalismo asistimos a los inicios del auge de Internet -Google ni existía todavía-, así como a la evolución de la industria del porno justo ‘gracias’ a lo ocurrido.
Sin embargo, lo más duro de todo esto es darse cuenta de que, si analizamos todos y cada uno de los desagradables aspectos que han dado forma a esta historia, en realidad en más 25 años hemos cambiado muy poco como sociedad. Es más, verídicos o no, los avances tecnológicos no han hecho otra cosa que multiplicar de manera alarmante este tipo de casos durante los últimos tiempos. Ojalá ‘Pam & Tommy’ sirva para concienciarse algo más al respecto.
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