Sinopsis
Málaga, 2010, cabalgata de los Reyes Magos. En ‘La chica de nieve’, el momento más mágico del año se torna en pesadilla para la familia Martín cuando su hija Amaya desaparece entre la multitud.
Miren, una periodista en prácticas, comienza una investigación paralela a la de la inspectora Millán que despertará aspectos de su pasado que habría deseado olvidar. Con la ayuda de su colega periodista Eduardo, Miren no parará hasta encontrar a la niña. ¿Dónde está Amaya Martín?
Crítica de La chica de nieve
Con los nombres de los personajes españolizados y la localización principal cambiada con respecto a la novela, el nuevo thriller español de Netflix no reinventa nada, pero sin duda servirá para calmar la sed de los fans del género.
Algo es algo y es que, su primer episodio, es una de esas bonitas colecciones de clichés utilizadas de forma académica y efectiva. A partir de ahí, la narrativa empieza a dar saltos a través del tiempo y nos deja con una sensación de que podemos estar ante una propuesta un pelín novedosa. Sin embargo, la ficción no puede evitar ahogarse en los convencionalismos, por mucho que intente por todos los medios parecer algo más.

Que aquí los hombres sean malos por naturaleza pero las mujeres malas lo sean por algún motivo es un mensaje injusto -hay algún que otro estereotipo lamentable-. Aunque es todavía menos justo que una de cada dos mujeres sufran o hayan sufrido violencia de género a lo largo de su vida.
El verdadero problema es que, la insistencia en este tema, aquí se siente como una excusa para rellenar los huecos de un misterio principal que en ocasiones parece sobrar entre el batiburrillo formado por otros mensajes sobre pederastia, violaciones y las malas condiciones que al parecer sufre la policía malagueña -aunque eso no impide a los guionistas retratarlos como un grupo de altaneros que no son capaces de resolver absolutamente nada-.
Lo que no habla muy bien a su favor -o al del marketing en sí- es precisamente que este batiburrillo, unido a la guerra personal de Miren contra su propio trauma y los perpetradores de toda violencia de género posible, resulta lo más interesante del relato. Es esa subtrama que nos hace desviar por completo la atención del resto ya que, aunque la mayoría de la misma se trata de dar pasos en falso con respecto a la resolución del conflicto principal, sí que ofrece ese morbo que acaba enganchando al espectador.

No es que sean recursos narrativos precisamente elogiables, pero hay que intentar ver el lado bueno de todo, ¿no? Eso sí, el secuestro en sí es bastante insípido, en especial porque, después de dar tantas vueltas alrededor de su mensaje, su resolución roza lo paródico en dos últimos episodios realmente apresurados y anticlimáticos.
El mayor acierto de ‘La chica de nieve’ es su atmósfera y su habilidad para entretener incluso teniendo en cuenta todos sus fallos. Y a pesar de que la banda sonora intenta subrayar y provocar más de lo necesario, su ambientación resulta inquietante y sabe sacar provecho de situaciones incómodas plagadas de hombres horribles.
Es una pena que el reparto se encuentre igual de desnivelado que el guion. Lo digo porque Milena Smit lo intenta pero no termina de encajar con la complejidad de Miren, y José Coronado interpreta un papel tan pequeño e irrelevante que hace daño a la vista. Aún así, los fans del género la disfrutarán, aunque probablemente todos la olvidaremos más pronto que tarde.
‘La chica de nieve’ se estrena el 27 de enero en Netflix.
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