HBO Max estrena este lunes 31 de octubre la esperada segunda temporada de ‘The White Lotus’, la fantástica sátira socia creada, escrita y dirigida por Mike White.
Tras la aclamada primera entrega ambientada en Hawái, esta segunda temporada nos llevará a un exclusivo resort siciliano de la misma cadena. De esta forma, la serie sigue las hazañas de varios huéspedes y empleados a lo largo de una… seguramente accidentada semana.
Además, en esta segunda temporada regresará Tanya, el inestable pero apasionante personaje de Jennifer Coolidge, quien esta vez vendrá acompañada de su nuevo esposo Greg y su asistente Portia.
Además de Coolidge protagonizan la nueva temporada F. Murray Abraham, Adam DiMarco, Beatrice Grannò, Meghann Fahy, Tom Hollander, Sabrina Impacciatore, Michael Imperioli, Theo James, Aubrey Plaza, Will Sharpe, Simona Tabasco y Leo Woodall.

Primeras impresiones de la segunda temporada de The White Lotus
En esta segunda temporada, White utiliza el mismo recurso para engancharnos a la historia: dejarnos bien claro que todo esto volverá a acabar en tragedia. ¿El camino hacia la misma? Un misterio. De esta forma nuestros protagonistas, de nuevo recibidos por una mánager única -con muchísimos ecos al personaje de Murray Bartlett-, conviven en este resort siciliano bajo esa gran fórmula llena de momentos incómodos, sorprendentes conversaciones durante las comidas y mucha sátira y humor negro. Eso sí, esta vez la serie resulta más atrevida y explícita tanto en lo que muestra como en lo que cuenta.
Es una temporada más objetiva en el sentido de que mete a todos sus protagonistas en el mismo saco. Lo digo porque aquí White muestra lo peor del privilegio, pero también de la falta del mismo. Además, en esta entrega se incide especialmente en el cuestionamiento de los diferentes tipos de parejas heterosexuales monógamas, la política sexual, la masculinidad tóxica y las mujeres que se aprovechan de ella o, en su defecto, las que no tienen claro qué esperar de los hombres actuales -y a su vez estos de ellos mismos y estas de ellas mismas-, la fiabilidad de las relaciones modernas y los juegos de poder entre los distintos géneros.
A veces retrata algunos de estos temas de una forma realmente exagerada, pero puede que también tenga algo que ver que el humor resulte un tanto más efectista y simple que el de la primera entrega. Además, White mezcla todos estos ingredientes con un aire místico, incluso siniestro en ocasiones, en el que el mar vuelve a actuar como una fuerza sobrenatural y el arte siciliano lo hace como influenciador de los personajes -los cuadros y los Testa di Moro producen paranoia-. Por supuesto, todo esto provoca que este enclave italiano funcione como un personaje más, y no es el único matiz europeo que marca a la serie.

Tal y como ocurre con la primera entrega, White quiere que nos sintamos uno más en las habitaciones del hotel, las mesas del restaurante y las callejuelas sicilianas. Es por eso que la música, la fotografía y toda la puesta en escena rebosa carácter mediterráneo e italiano mires por donde mires en estos primeros cinco episodios que he podido ver. No solo por el mimo a la hora de elegir cada escenario y cada secuencia que destaque algún matiz social -repito, con un gran énfasis en todos los temas sexuales- o tradicional local, sino también por sus claros homenajes a la época dorada del cine del bel paese y al bueno de Pedro Almodóvar.
Por otro lado, es cierto que el reparto de la primera temporada resultaba mucho más fascinante y completo, pero aquí al menos se subsana un terrible error de la misma incluyendo a tres cautivadoras protagonistas locales. A estos nuevos personajes también les encanta juzgar a los demás sin mirarse al ombligo, tanto como nosotros a ellos. Es un juego que a White le apasiona y en el que reside gran parte de la fuerza de la serie. Y la verdad es que es un placer volver a ver a Jennifer Coolidge siendo un desastre egoísta, a F. Murray Abraham ser tan carismático y desagradable a la vez o a Michael Imperioli intentando superar sus vicios. Sin duda, los personajes menos jóvenes son los más interesantes de esta entrega.
En esta segunda temporada, ‘The White Lotus’ sigue siendo una propuesta hilarante, incómoda y fascinante, pero a su vez es una sátira realmente rabiosa y en ocasiones muy triste. Es una comedia dramática brillante y llena de capas la cual, al igual que el mundo de sus protagonistas, funciona como una burbuja propia dentro de una enorme oferta en la que es imposible encontrar algo parecido. Y que White y su guion continúen ofreciendo esa sensación de originalidad y aire fresco es simplemente admirable. Veremos cómo el cineasta cierra el círculo en los dos episodios restantes. No me cabe duda de que el resultado final también será de cinco estrellas gran lujo.
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