HBO Max estrena este jueves 31 de marzo la serie julia ‘Julia’, una nueva comedia semibiográfica inspirada en la vida de la chef Julia Child.
La serie de ocho episodios narra la vida de Julia Child y su longevo programa de televisión, ‘The French Chef’, que fue pionero de los programas de cocina modernos. Pero, en esencia, la ficción es un retrato de un matrimonio amoroso con una dinámica de poder cambiante.
A través de la vida de Julia y su singular alegría de vivir, la serie también explora un momento crucial en la historia de Estados Unidos: el surgimiento de la televisión pública como una nueva institución social, el feminismo y el movimiento de las mujeres, la naturaleza de las celebrities y la evolución cultural de Estados Unidos.
La serie, que se estrenará con los tres primeros episodios seguidos uno nuevo cada semana, está protagonizada por Sarah Lancashire, David Hyde Pierce, Bebe Neuwirth, Brittany Bradford, Fran Kranz y Fiona Glascott.

Primeras impresiones de Julia
Cuando Julia Child apareció en las pequeñas pantallas de Estados Unidos por primera vez, su carisma natural y sus recetas cambiaron por completo a la sociedad y a la cocina estadounidenses, que hasta entonces era bastante limitada e ignorante en el tema. De esta forma, alternando entre la vida privada de Child, los que la rodean y los entresijos de la creación de su famoso programa de televisión, la serie convierte la vida de la chef en una dramedia televisiva tan moderna como convencional.
Un retrato gracioso y elegante, aunque algo desvirtuado y poco valiente, que solo profundiza en los aspectos más superficiales de una Child dibujada con trazos demasiado perfectos. Sus defectos más polémicos, como la supuesta homofobia fruto de su generación, no son retratados más allá de una sutil mirada de extrañez o una fugaz reacción de sorpresa. Al contrario, porque el guion se encuentra muy ocupado intentando crear una imagen heroica y perfecta de la protagonista, renunciando así a cualquier posibilidad de evolución del personaje.
Además, la serie se toma algunas libertades dramáticas muy discutibles, como puede ser el hecho de sustituir personajes reales por otros más acordes a las exigencias de la televisión moderna, aunque nunca hayan existido. Una decisión extraña y oportunista con la que la ficción se va por las ramas, añadiendo capas que aquí se sienten forzadas y estirando la historia con la intención de abarcar varias temporadas. Lo peor es que, al ser todo lo concerniente a Child tan previsible y edulcorado, es únicamente en estas subtramas cuando la producción encuentra algo que decir.
Otro cantar es su delicioso reparto, con Sarah Lancashire (Happy Valley) brillando por encima de todos a pesar de que su Child haya sido escrita de la forma más plana posible. A su lado, David Hyde Pierce (Frasier) es el complemento perfecto para elevar la química de un matrimonio longevo cuya dinámica, pese a estar desaprovechada, resulta uno de los aspectos más destacados de la serie. Y no por nada de esto deja de ser una propuesta entretenida y cálida, pero al final se echa en falta mucha más autenticidad.
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