Sinopsis
En un mundo mágico en el que florecen brownies, hechiceros, trolls y otras criaturas místicas, la aventura de la mítica película homónima continúa. En ‘Willow’, un grupo de héroes tendrá que partir hacia una peligrosa búsqueda recorriendo lugares más allá de su hogar. El grupo deberá enfrentarse a sus demonios interiores y unirse para salvar su mundo.
Crítica de Willow
De toda la batería de secuelas nostálgicas con las que nos ha bombardeado Disney+ en estos años, quizá esta sea la más comprensible y necesaria. Y es que ‘Willow’, esa mítica película de fantasía de los 80 que cambió el cine en cierta manera, dejaba con la sensación de que su historia se quedaba realmente incompleta. Tres décadas después llega esta serie creada por Jonathan Kasdan, hijo del mítico Lawrence Kasdan, para solucionar este problema y ofrecer respuestas sobre el devenir de nuestro nelwyn favorito y compañía. Así, comienza una nueva aventura más apegada a los estándares de la Disney actual que a los de Lucasfilm.
A veces es difícil saber qué tipo de público objetivo tiene Disney en mente para estas secuelas que hurgan en la nostalgia ya que, desde luego, aquí se mezclan dos generaciones muy pero que muy distintas. Lo digo porque, uno de los aspectos más interesantes de la película eran sus personajes principales y aliados, algo muy raro de ver en el audiovisual por aquel entonces. No obstante, aquí la mayoría de los protagonistas nuevos son jóvenes caprichosos que no han tenido que preocuparse por nada durante toda su vida y no resultan tan atrayentes. Por supuesto, estos jóvenes adultos de alta alcurnia y relacionados están actualizados a los estándares modernos.

Como no podía ser de otra forma, pues parece ser lo único que se les ocurre a los guionistas a la hora de hacer estas secuelas, algunos de ellos son los hijos de la pareja humana protagonista de la película –Madmartigan y Sorsha-, quienes se rodean de Willow, una huérfana entrometida, una copia descarada del personaje de Val Kilmer, un príncipe que nada tiene que ver con los de los cuentos de hadas y una aspirante a ser la primera caballera del reino enamorada de aquella que tiene que proteger. Es inevitable que, al contrario de lo que pretende su guion, cada uno de estos personajes nuevos tan solo resulta un cliché de la televisión moderna.
Incluso sus conflictos, el desarrollo de la historia y los desafíos que se encuentran por el camino tocan todos los tropos posibles del género. Por supuesto, esto significa que entre batallas contra las fuerzas del mal, largos paseos, encuentros desafortunados y casualidades algo forzadas, también asistiremos a un buen número de discusiones entre parejas y cursilerías que poco tienen que ver con lo que vimos en la película original. Por suerte, aunque a veces es complicado saber que nos encontramos en el mundo de Willow cuando este no está en pantalla, todo lo que sí recuerda al filme continúa siendo fascinante.
No me entendáis mal. Es más, agradezco ver un mundo fantástico que no se encuentre estancado tanto en forma como en fondo, pero es que la serie funciona de maravilla cuando no se pone a divagar en su intención de modernizarlo todo -lo de la música a veces no tiene nombre-, hacer tontear a sus protagonistas como si de una serie adolescente de Netflix se tratase o abusar de un humor demasiado marca Disney. Es fuera de todo esto donde encontramos una propuesta apasionante que encantará a los fans de la película original y hará que vuelvan a enamorarse de su mundo.

Y aunque Kasdan y compañía aquí hacen lo mismo que en todas las secuelas Disney -escenas que son ecos de la película, música épica y emocional a todo volumen cada vez que aparece un elemento nostálgico…-, se aprecia un gusto por capturar la esencia del filme original y un respeto por sus protagonistas. Por ejemplo, vemos a un Willow y a una Sorsha que desempeñan el papel que les ha tocado tras estos 30 años en el que han ocurrido infinidad de cosas entre ellos. Es una buena evolución, inesperada a veces, aunque a los odian el Luke Skywalker de Los últimos Jedi puede que aquí se lleven las manos a la cabeza con el nelwyn.
Por desgracia, no hay rastro físico de Madmartigan, pero sí que continúa muy presente a lo largo de esta nueva aventura que viven los protagonistas. Personajes de los cuales, por cierto, tan solo Willow y una Elora Danan crecidita -no puedo revelar su identidad- consiguen ser realmente interesantes. Ambos dan vida a otro cliché del género: el del maestro y su aprendiz. Sin embargo, el encanto natural de Warwick Davies y la confusión de una Danan que poco recuerda a esa bebé picarona que conocimos conforman la dinámica más divertida de la serie.
Todavía queda mucho por explorar sobre este universo, ya que la película apenas acarició su superficie, y esperemos que si existen futuras temporadas podamos ver más acerca del mismo. Dicho esto, algo que realiza muy bien la ficción es ampliar el mundo de Andowyne en lo que respecta a la profundidad de su historia, los elementos de su mitología y los matices visuales de su geografía. Gran parte del éxito de esto último es de su apartado técnico, el cual mezcla efectos especiales prácticos y digitales que homenajean al filme a la vez que actualizan su mundo sin perder su esencia.
Podríamos decir que los dos primeros episodios de ‘Willow’ vaticinan un posible desastre, ya que los diálogos son horrorosos, el humor no termina de funcionar y las situaciones resultan algo ridículas. Sin embargo, en cuanto Willow entra en escena -sobre todo durante el tercer episodio-, empieza a apreciarse todo lo que la ficción podría dar de sí. Es una pena que, debido a ello y a un resto de capítulos que no consiguen equilibrar del todo sus virtudes y defectos, el resultado final sea una serie de fantasía tan adictiva y encantadora como convencional e innecesariamente desesperada en su intento por actualizarse.
‘Willow’ ya está disponible en Disney+.
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