Sinopsis
Basada en ‘El catalejo lacado’, la novela final de la trilogía galardonada de Philip Pullman, este es el capítulo final de esta serie de fantasía épica, en el que Lyra, la niña elegida, y Will, el portador de La Daga, deben viajar a un lugar oscuro del que nadie ha regresado. A medida que se acerque la gran guerra de su padre contra la Autoridad, aprenderán que salvar los mundos tiene un precio terrible.
Crítica de la tercera temporada de La materia oscura
Este martes llega a HBO Max la conclusión de una de las series de fantasía más infravaloradas de los últimos años. Esta adaptación de la mítica trilogía de Phillip Pullman no es perfecta, claro, pero pocas adaptaciones de la actualidad pueden presumir de mantenerse tan fiel y respetuosa con su material original. Tanto es así que, la serie creada por Jack Thorne (Enola Holmes 2) cuenta con tres temporadas, tantas como los libros que componen la saga principal en la que se basa. Sin tonterías, sin estirar el chicle más de lo necesario ni perderse dando excesivos rodeos.
Al final, esta es una interesantísima y clásica historia de una rebelión versus un organismo que abusa de su poder, pero en un enorme y complejo contexto multiversal lleno de contrastes. No solo por sus diferentes mundos que en su mayoría son versiones paralelas de la Tierra, sino también por esa oposición constante entre sus elementos fantásticos más clásicos, la tecnología y una religión odiada. Y esta es una temporada que, aun estando muy centrada en la guerra inminente, no renuncia a continuar explorando y expandiendo su universo todo lo que las limitaciones de tiempo y presupuesto le permite.

A la serie se le puede achacar que renuncia a una parte de la esencia de los libros para adaptarse a ciertos estándares de la industria. De hecho, esta última temporada quizá sea la que más peca de eso mismo, en especial a medida que la esperada y espectacular batalla se acerca -con un discurso épico a lo ‘Independence Day’ incluido-. Pero Thorne decide tomarse su tiempo para cerrar la historia y, aunque esto permite desarrolla a conciencia a sus personajes hasta el final, el ritmo de la ficción acaba resintiéndose más de lo habitual a lo largo de estos últimos ocho capítulos.
Sin embargo, técnicamente es un auténtico espectáculo visual y su reparto se encuentra a su mejor nivel. Destacan Dafne Keen y Amir Wilson, quienes abrazan con naturalidad el desarrollo de sus personajes hacia una madurez pronta y obligada. Y es que, Lyra y Will, ya poco tienen que ver con los niños que conocimos hace unos años. Sus experiencias les han marcado sobremanera y saber que el destino del multiverso depende de ellos resulta una carga bastante pesada. Ambos protagonizan una tierna dinámica que evitar caer demasiado pronto en lo evidente, porque lo más importante sigue siendo salvar el día.
Pero el gran atractivo de la temporada recae en el abundante protagonismo de un siempre correcto James McAvoy y su rabioso personaje. Lord Asriel, que hasta ahora resultaba una persona misteriosa, aquí se le abre en canal de principio a fin. Además, se complementa a la perfección con una Ruth Wilson de nuevo pletórica, lo que provoca que sus escenas juntos posean una gran fuerza y volatilidad. Tanto es así que a veces consiguen opacar incluso a los protagonistas principales de la historia, en especial a una Mary cuya subtrama resulta más una anécdota que algo realmente necesario.

Al final, esta última temporada de ‘La materia oscura’ habla sobre crecer sin el amor de tus padres, lo que nos hace humanos y la importancia de las historias, así como de lo que marca la línea que podemos cruzar para lograr la ansiada libertad. También es la guerra contra la religión fanática llevada a los extremos. O mejor dicho, la vida frente a la teocracia del poder y la mentira. Un manifiesto antisistemas opresivos y antireligiones organizadas que nos anima a tomar nuestras propias decisiones éticas, sin dioses injustos ni órdenes sinsentido de por medio. Es todo lo que hizo polémicas a las novelas de Pullman y que aquí se mantiene, lo que tiene muchísimo mérito.
Es verdad que esta temporada no consigue siempre generar las emociones que pretende en algunas de sus secuencias clave. En especial, esto resulta difícil cuando estos momentos a veces se ven eclipsados por la magnitud de la producción. No se trata de mostrar escenarios espectaculares y efectos visuales de alto presupuesto todo el rato. Es un aspecto que en las producciones de fantasía se agradece, claro, pero se necesita algo más de intimidad y tacto para que el destino de alguno de sus personajes logren calar realmente en el espectador.
Y aunque el último episodio puede resultar algo anticlimático en comparación con el séptimo, su final lo justifica todo. A nivel de historia es un desenlace hermoso, agridulce, maduro y, en definitiva, bastante fiel al material original. Quién sabe si algún día volveremos a ver a Lyra y compañía, principalmente porque Pullman ya ha publicado una secuela y está escribiendo una segunda. Sea como sea, pese a sus defectos, esta tercera temporada nos deja con una conclusión que se siente lo suficientemente satisfactoria tanto en ejecución como en contenido.
La tercera temporada de ‘La materia oscura’ se estrena el 6 de diciembre en HBO Max.
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