Uno de los mejores duelos interpretativos de la televisión actual se dan la
mano en esta comedia de época fresca, gamberra y necesaria.
Catalina (Elle Fanning), una joven idealista y romántica, llega a
Rusia para casarse en un matrimonio concertado con el voluble
Emperador Pedro (Nicholas Hoult). Ella hará el viaje esperando amor y
sol. Pero en cambio, encuentra un mundo peligroso, depravado y en subdesarrollo
que se propondrá cambiar. Todo lo que tiene que hacer es matar a su marido,
derrotar a la iglesia, contener a los militares y terminar por poner a la corte
de su lado.
Del cineasta Tony McNamara, nominado al Óscar al Mejor Guion Original
por la brillante ‘La Favorita’ (Yorgos Lanthimos, 2018), nos llega esta
serie sobre el ascenso de Catalina II de Rusia. De de ser una simple forastera destinada al matrimonio concertado, la
zarina se convirtió en
la gobernante mujer más longeva en la historia de Rusia. Algo con lo que,
unido a sus numerosos logros sociales y políticos, consiguió ganarse el
título de ‘la Grande’, calificativo que ella misma detestaba.
Pero seamos sinceros, a la serie no le interesa en absoluto atarse al rigor histórico. Su claro tono enfocado a la comedia satírica de ficción se
ve reforzada con un aviso en su título que anuncia lo
siguiente: «*una historia real de vez en cuando». Por ello,
McNamara realiza algunos cambios cronológicos verdaderamente
significativos. Un ejemplo es el matrimonio de Catalina con un
Pedro III ya nombrado emperador, investidura que en la realidad
no ocurriría hasta 17 años después de la unión.
Elle Fanning (Día de lluvia en Nueva York,
Maléfica: Maestra del mal) encarna a Catalina, una ingenua e inteligente joven que
pasa de fantasear con el matrimonio perfecto a
soñar con ser la mejor emperatriz que jamás haya reinado en Rusia.
Fanning se desenvuelve con habilidad entre la amplia gama de emociones
que su personaje debe recorrer. Un rango que va desde la
ilusión más inocente, pasando por una
profunda decepción ante el corrupto y patriarcal sistema ruso hasta
llegar a la ambición total y desmedida.
Por otro lado, Nicholas Hoult (Tolkien, El banquero) brilla con
su interpretación de un Pedro III
inmaduro, psicópata e impredecible. Hoult aporta un equilibrio humorístico lleno de matices que resulta esencial entre tanta escena melodramática protagonizada por Fanning, consagrándose así como su contrapartida ideal. Ambos comparten una química notable y logran crear uno de los
mejores duelos interpretativos de la televisión actual.
Entre el radiante diseño de producción pasean, ataviados con las
prendas provenientes del magnífico vestuario creado por
Emma Fryer (Timadoras compulsivas), un elenco de secundarios a cual más
excéntrico. Una criada que antaño fue parte de la corte (Phoebe Fox),
un general alcohólico y necesitado (Douglas Hodge), un
consejero cobarde (Sacha Dhawan), un
arzobispo mezcla de guerrero y Rasputín (Adam Godley), o la
ninfómana tía del emperador (Belinda Bromilow) con una extraña
afición por la doma de mariposas, son algunos de los tantos
ejemplos de la extravagancia de esta pintoresca ficción.
‘The Great’ cuenta con un tono provocador que bebe directamente
de ‘La favorita‘. Sin embargo, aporta una
mirada aún más irreverente y depravada de los hechos, con claras
intenciones de retratar, e incluso exagerar, las formas y extravagancias de
una alta sociedad perdida en los estrambóticos caprichos de su emperador y sus propias costumbres. Una tradición llena de sinsentidos que
mezcla el más absoluto libertinaje con un
férreo control religioso.
La ficción es también un vaivén de ritmo casi agotador que, en sus
largos episodios de 50 minutos, permuta entre
brillantes momentos de humor negro y escenas melodramáticas que en
ocasiones resultan demasiado reiterativas. Pero esto
no es motivo de alarma, ya que, con nuestras mentes
bien abiertas a lo bizarro e inexacto, al final es
inevitable dejarnos embriagar por los encantos de
su pareja protagonista y su
comedia fresca, gamberra y necesaria. ¡Huzzah!
Puntuación: 8/10
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