A pesar de que sus horrores tangibles funcionan mucho mejor que sus elementos
sobrenaturales, la serie es una experiencia tan terrorífica como cautivadora.
Década de los 50. Una familia negra se muda de Carolina del Norte a un
vecindario blanco de Los Ángeles durante el período conocido como La Gran Migración. El hogar ideal de esta familia se convierte en la zona cero donde fuerzas malévolas, tanto reales como sobrenaturales, amenazan
con burlarse de ellos, aniquilarlos y destruirlos.
De la mano de Prime Video, este mes llega una nueva serie
antológica de terror creada por el desconocido Little Marvin. Una
agradable sorpresa que, por el momento, se estrenará en nuestro país subtitulada y con la fecha de su
doblaje apuntando a algún día aún indeterminado del próximo verano.
Comparada con los trabajos del cineasta Jordan Peele (Nosotros) desde el
lanzamiento de su primer tráiler, su resultado final
cumple lo que promete, pero quizá no es todo lo que los espectadores
esperan. Aunque la comparación con Peele no es del todo justa, aquí también nos
encontramos con
toneladas de racismo, personajes inquietantes y momentos cada cual más
espeluznante
-en el sentido más ‘creepy’- que el anterior.
Henry (Ashley Thomas), Lucky (Deborah Ayorinde),
Ruby (Shahadi Wright Joseph) y Gracie (Melody Hurd) son
los desdichados Emorys. Marcada por una tragedia anterior, esta familia
no solo debe enfrentarse a su doloroso pasado y a estos misteriosos entes que
amenazan su hogar, sino también
al hecho de ser perseguidos, humillados y despreciados allá donde van por
vecinos, jefes o agentes de policía. Sin duda, una prueba del todo infrahumana que quebraría la mente de cualquier
persona en cuestión de días. Y esto es lo que vemos, su descenso a la locura
durante diez largas jornadas de constante rechazo en las que
conocemos demasiado sobre su dolor, pero muy poco de ellos mismos como
personas.
Pero no solo hay racismo en este festival de dolor y odio, pues en las
violentas reacciones de los personajes
también entran en juego otros factores como el machismo y la homofobia.
Sus nuevos vecinos, encabezados por una odiosa Betty (Alison Pill), son
los principales hostigadores de este vecindario en el que prevalece la ‘raza
blanca’. Aquí también tenemos el mismo problema que con los Emorys: la
serie solo nos muestra todo lo peor de este puñado de racistas, pero
tampoco se molesta demasiado en presentarnos nada más allá que su rabia y sus
ganas de mantener todo muy blanco. Además,
deja sus tramas sin resolver o las resuelve de manera abrupta y sin
explicaciones. De hecho, hay un personaje en concreto cuyo final
le quita una enorme importancia a su participación.
Sin embargo, ‘Them’ es una serie
tan terrorífica como cautivadora. Tiene momentos muy inspirados, unas grandes interpretaciones y hace gala de
una personalidad que ya empieza a escasear en televisión. Además, su
primera mitad nos introduce en una montaña rusa de sustos, terror psicológico y drama desgarrador que apenas nos deja espacio para poder tomarnos un respiro. No
obstante, es una pena que a partir de ahí vaya de más a menos en intensidad e inspiración, al igual que pierde de forma progresiva su capacidad parar producir miedo
por culpa del superficial trato que hace de sus elementos sobrenaturales. Por ello, es muy probable que los aficionados más acérrimos del género
empiecen a sentirse decepcionados a medida que avanzan los episodios.
Por otra parte, sí que resulta un drama racial psicológico potente y extremista. La serie nos hace rabiar porque está llena de resentimiento.
Nos hace temblar porque rebosa dolor en cada plano. Nos hace
apartar la mirada no por sus contados sustos, sino por la radicalidad con la que retrata todas sus injusticias, así como las secuelas psicológicas de un maltrato demasiado duradero y agonizante. Todo ello envuelto en una dirección y una fotografía sorprendentes que mezcla las formas del terror setentero y actual, además de contar
con unas elecciones musicales en ocasiones tan llamativas como acertadas. Al final, este desgarrador viaje de 10 episodios nos deja una cosa bien
clara:
lo sobrenatural no tiene nada que hacer contra los horrores tangibles
producidos por el odio más radical.
Puntuación: 7,5/10
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