Quizá quiere ser una crónica demasiado correcta y rígida, pero es una serie de notable ejecución y eficaz en su objetivo de informar entreteniendo.
Esta es una crónica sobre la investigación del asesinato de Grégory Villemin, uno de los casos de asesinato más destacados, enigmáticos y no resueltos de los tiempos modernos en Francia y que ha obsesionado al país con multitud de condenas, giros judiciales y progresos en materia de ADN. Un caso que cambió para siempre el enfoque de los medios de comunicación y de la justicia sobre una investigación.
Gracias a una alianza con la cadena de televisión francesa TF1, STARZPLAY nos trae una serie que retrata con detallismo y objetividad este famoso caso que resonó en todo el mundo a mediados de los 80. Creada por Jérémie Guez (Hermanos de sangre) y Alexandre Smia, la ficción muestra con vehemencia el enorme revuelo que la investigación provocó en el país, sobre todo en lo que se refiere a la intervención de una justicia improcedente e inaceptable, así como a la presencia de unos periodistas más agresivos, sensacionalistas y amorales de lo normal que destrozaron vidas sin preocuparse por las consecuencias. En especial, sobrecoge cómo el proceso acabó convirtiéndose en una especie de juego macabro y bochornoso, en el que la manipulación a través de la prensa jugó un papel fundamental.
En la búsqueda de este escurridizo asesino conocido como El Cuervo,
muchos estuvieron implicados para bien y para mal. Los principales afectados
fueron Jean-Marie y Christine Villemin, los padres de
Grégory, a los cuales la serie presta especial atención no
solo por su terrible perdida, sino por el acoso que sufrieron y por
el cúmulo de malas decisiones que tomaron a lo largo del proceso. Por
ello, Guez y Smia los exponen de una forma objetiva sin guardarse ningún tipo de
información, como la concerniente al brutal acto que comete Jean-Marie o cómo la
madre cede a los tejemanejes mediáticos por culpa de las
presiones. Es aquí donde la ficción muestra su lado más dramático, intentando
hurgar en la llaga del espectador con momentos emotivos que por una cuestión u
otra no terminan de funcionar como deberían.
'Un caso francés' quizá quiere ser una crónica demasiado correcta y rígida, olvidándose en muchos tramos de generar la suficiente tensión o de aprovechar ese halo de dramatismo para hacernos sentir un poco más cercanos a lo que muestra. Es más, la serie crea una cierta distancia entre el espectador y los eventos que narra, fruto de la objetividad con la que presenta los hechos y retrata a sus personajes. Esto a su vez produce una contradicción muy llamativa, pues su empeño por la imparcialidad contrasta precisamente con la falta de la misma en casi todos los implicados en esta investigación. Eso sí, la ficción tampoco renuncia a cebarse con el mal comportamiento de la justicia y el periodismo, porque si aquí existen unos villanos evidentes y tangibles son ellos.
Por otro lado, en este tipo de series corales basadas en hechos
reales hay veces que el propio caso tiende a tener más importancia que los
implicados. Sin embargo, aquí los guionistas se preocupan por incluir pequeñas
píldoras de información en forma de escenas íntimas que aportan algo de trasfondo a todos los protagonistas. También crean algunas personas ficticias como la interesante periodista
Jeanne Lombardie (Laurence Arné), que debe lidiar con las
dificultades del proceso además del machismo imperante en el mundillo del periodismo. No obstante, los personajes más llamativos son
aquellos partícipes en la extensa nómina de errores de la
investigación. Unos por negligentes e incompetentes, otros por desesperación, intereses
o porque creían que tras una resolución rápida podrían disfrutar de la fama
del héroe.
Algunos nunca se habrían imaginado el final tan trágico que les
esperaba...
'Un caso francés' quizá quiere ser una crónica demasiado correcta y rígida, olvidándose en muchos tramos de generar la suficiente tensión o de aprovechar ese halo de dramatismo para hacernos sentir un poco más cercanos a lo que muestra. Es más, la serie crea una cierta distancia entre el espectador y los eventos que narra, fruto de la objetividad con la que presenta los hechos y retrata a sus personajes. Esto a su vez produce una contradicción muy llamativa, pues su empeño por la imparcialidad contrasta precisamente con la falta de la misma en casi todos los implicados en esta investigación. Eso sí, la ficción tampoco renuncia a cebarse con el mal comportamiento de la justicia y el periodismo, porque si aquí existen unos villanos evidentes y tangibles son ellos.
También es una serie
algo tópica en lo referente a las situaciones que propone su guion,
el cual se encuentra documentado y medido al milímetro. Lo normal, si
tenemos en cuenta que estos son hechos reales, y que todos los
procedimientos y eventos que rodean a este tipo de casos
suelen seguir el mismo patrón -reconstrucciones, interrogatorios, una
montaña rusa de acusaciones, linchamientos prematuros...-, y ya hemos visto
muchas propuestas de esta índole a lo largo de los años. Sin embargo, esto
no quita que la ficción destaque en especial por
unas buenas interpretaciones, además de por
un excelente apartado técnico y una cuidada puesta en escena. Por supuesto, tampoco elimina el hecho de que esta es
una propuesta de notable ejecución, eficaz en su objetivo de informar
entreteniendo e ideal para los aficionados del género.
Puntuación: 7/10
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