Sigue siendo una propuesta cálida, amable y traviesa; pero en los nuevos
episodios la serie se siente algo menos inspirada.
Nikki (Esther Smith) y Jason (Rafe Spall) continúan con el proceso de adopción. Con su solicitud ya aprobada, descubrirán que encontrar un niño compatible con ellos no va a ser tan fácil como
pensaban. Mientras que otras parejas consiguen encontrar niño sin problemas,
ellos sienten que se están quedando atrás. Con ayuda de la
excéntrica trabajadora social Penny (Imelda
Staunton), deciden hacer todo lo humanamente posible. Cuando Nikki
conoce a una niña llamada Princess en un evento de
adopciones, sabe al instante que es la ideal para ellos. Pero el
plan de Nikki se encontrará con varios obstáculos, y quizá alguno de ellos sea insuperable.
Llega a Apple TV+ la segunda temporada de esta entrañable y
divertida serie británica sobre una pareja que tiene un único objetivo:
ser padres. Un viaje accidentado y frustrante por
la titánica tarea de adoptar a un ser humano, en un mundo en el que
lo material prima por encima de cualquier aptitud o sentimiento positivo.
Si la reciente ‘Motherland’
es una hilarante mirada a la maternidad en el mundo moderno, la que nos atañe
era en su primera entrega
un brillante retrato del duro proceso de adopción y la preparación para ser
padres. Todo bajo los exigentes, atentos e implacables ojos del sistema actual.
Sin embargo, en esta temporada, la ficción
parece perder algo de foco en relación a su premisa original y se centra
más en el amor y sus dificultades
a través de las diferentes parejas que la pueblan.
Nikki (Esther Smith) y Jason (Rafe Spall) no son perfectos
como individuos y muchísimo menos como pareja. A veces son maravillosos y
demuestran su amor mediante gestos y actos entrañables. En cambio, en
otras tan solo son
sobreprotectores, desconfiados, rencorosos e incluso algo inmaduros. Sin
embargo, no se trata de otra cosa que del más
fiel retrato de la convivencia real como pareja y, en esta ocasión, los
guionistas
han ido un paso más allá a la hora de plantear los conflictos entre ambos. El problema es que su historia no termina de avanzar, porque entre situación
y situación, al final normalmente siempre acaban devastados y con las manos vacías. Y luego se recuperan. Y después otra vez igual. Al fin y al cabo, la ficción
no se titula ‘Ciclos’ por mero gusto.
Además, en estos nuevos episodios, la serie
amplía sus horizontes para dar mucho más protagonismo a otros personajes. De esta forma, vemos como la pareja protagonista afronta sus propios
problemas mientras la vida de sus familias y amigos se desmoronan. Como
la de Freddy (Oliver Chris) y Erica (Ophelia Lovibond), que tras
su separación se las ven y se las desean para seguir adelante. Por su
parte, entre Karen (Sian Brooke) y Scott (Darren Boyd) resuenan
campanas de boda, pero
una vorágine de dudas podría echarlo todo a perder. Para colmo, Sandra
(Paula Wilcox) y Victor (Phil Davis), los padres de Jason, tampoco están
pasando por un buen momento y
después de tantos años empiezan a abrirse viejas heridas. ¿Quién dijo
drama?
Con todo lo bueno y lo malo de la comedia británica, la nueva temporada
de ‘Ciclos’ se siente
algo menos inspirada que su primera entrega. Sigue siendo una serie
cálida, amable, traviesa y que nos plantea
una buena cantidad de situaciones hilarantes, así como muchos otros momentos en los que pretende
hacer caer nuestras lágrimas con demasiada facilidad. No obstante, son las honestas interpretaciones del reparto las que vuelven a conformar el aspecto más positivo de la ficción. Por su parte, Esther Smith (Cuckoo) brilla con luz propia y, junto a
Rafe Spall (Un pequeño contratiempo), forman una de las parejas más
carismáticas de la televisión actual. Además, poder disfrutar otra vez de
Imelda Staunton (Flesh and Blood) interpretando el papel de consejera familiar ácida e hiperactiva
resulta un placer enorme.
Asimismo, la serie sigue contando con una gran habilidad para
tratar temas complicados mediante una deliciosa delicadeza. Eso sí, sin
renunciar en ningún momento a ese
tono sarcástico y agudo de la comedia británica. Lo malo es que, en
esta temporada, no hay tanto de todo aquello que hizo de la producción una
propuesta fresca y de moderada sorpresa.
Hay muchas menos críticas al sistema, al proceso de adopción y a las nuevas
formas de vida que están emergiendo en el ‘primer mundo’. Todo para poder dar un
mejor desarrollo a otros personajes que, en esta ocasión, la verdad es que
no importan demasiado
si comparamos los problemas y objetivos de unos y de otros. A pesar de ello,
continua siendo una ficción recomendable y
totalmente apta para pasar un rato agradable.
Puntuación: 7/10
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