Estos primeros tres episodios nos proponen un thriller fronterizo previsible
sin nada interesante que revelar.
La historia comienza con
un pequeño barco que emerge de la niebla en el río Escalda, deslizándose
silenciosamente entre enormes petroleros y cargueros. La cabina del pequeño bote
está acribillada con agujeros de bala y sus paredes gotean sangre. La
mañana siguiente,
una joven deambula por las tierras ganadas al mar entre Bélgica y los Países
Bajos. Está herida y exhausta y se niega a hablar. La inspectora
Tara Dessel (Jasmine Sendar) se hará cargo del caso después de su último
trabajo en Rotterdam,
de donde ha decidido alejarse por razones desconocidas. En el lado belga
del río, el encantador pero distante psicólogo Bert Dewulf (Koen De Bouw)
realizará una evaluación en profundidad del estado mental de la niña confundida
y traumatizada cuya identidad es todavía un misterio.
Este mes, SundanceTV estrena una producción belga-holandesa que
explora las profundidades de la zona fronteriza de Bélgica y Paises
Bajos, donde la población mantiene su forma de vida desde hace siglos y su manera particular de tratar
con los extraños y esconder los secretos. Bajo una trama no demasiado inspirada de investigación y tráfico de
inmigrantes, vemos como chocan entre sí una serie de aspectos como culturas
mezcladas, sistemas distintos y formas de actuar que
se diferencian ampliamente de las que se llevan a cabo en las zonas más
pobladas. Sin embargo, siempre desde la ignorancia de alguien que vive a miles de
kilómetros del lugar, hay ciertas cosas a las que cuesta dar crédito. ¿Un show
de striptease en plena comisaría? No te asombres, porque esto es tan solo un ejemplo…
Además, en la serie encontramos a un grupo de
protagonistas algo estereotipados con los que es complicado empatizar.
La inspectora Tara (Jasmine Sendar), que
parece rescatada directamente del género Blaxploitation, no se
encuentra precisamente con una cálida bienvenida. Tampoco la busca ni pretende
caer bien a todo el mundo. Es impulsiva, impaciente -nada más llegar
asiste a la escena del crimen sin placa ni arma- y sobre todo,
no aparenta ser demasiado sociable. Por otro lado, el
psicólogo Bert Dewulf (Koen De Bouw) es un personaje
algo plano e hipócrita que antepone su trabajo a las necesidades
de su familia. Nuestra última protagonista es Annelies (Anne-Laure
Vandeputte), una joven en proceso de desintoxicación y epicentro de
una subtrama familiar que de momento no se conoce como podría encajar en la
historia principal.
De momento, en estos primeros tres episodios, ‘Floodland’
nos propone
un thriller fronterizo previsible sin nada interesante que revelar. Da
la sensación de que la producción se centra más en impactar con su sensacional fotografía que en desarrollar
su historia de forma coherente. Sí, esos radiantes planos que sacan todo el jugo de los hermosos paisajes
fronterizos son de agradecer, por supuesto. Sin embargo,
un guion algo sobrado de clichés y un montaje un tanto atropellado
contrastan en exceso con sus virtudes visuales. Tampoco ayudan demasiado
sus personajes casi caricaturescos ni su visión satírica y unidireccional
de las fuerzas del orden. Al menos, sí cuenta con un buen ritmo y cumple como entretenimiento, pese a
todo. Algo es algo.
Puntuación: 6/10
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