Apple TV+ estrena este viernes 4 de noviembre la segunda temporada de ‘La costa de los mosquitos’, la serie basada en la novela de Paul Theroux.
En esta nueva entrega, después de conseguir escapar vivos de México por los pelos, la familia Fox se adentra en lo profundo de la selva guatemalteca para encontrarse con una vieja amiga y su comunidad de refugiados. Sin embargo, este nuevo refugio se convertirá en un problema para los Fox cuando se vean envueltos en un conflicto entre los esbirros de un narcotraficante local.
En desacuerdo sobre si establecerse allí o seguir huyendo, Allie y Margot seguirán caminos diferentes para asegurar el futuro de su familia. El resultado de esta decisión unirá a la familia o la destruirá para siempre.
La serie creada por Neil Cross (Luther) está protagonizada por Justin Theroux, Melissa George, Logan Polish, Gabriel Bateman, Ian Hart, Natalia Cordova-Buckley, Ariyon Bakare, Daniel Raymont, Matt McCoy y Claudia Pineda, entre otros.
Primeras impresiones de la segunda temporada de La costa de los mosquitos
La primera temporada de ‘La costa de los mosquitos’ no destaca precisamente por haber sido un éxito ni de crítica ni de audiencia -y con razón-. Sin embargo, para gran sorpresa de todos, en Apple TV+ decidieron que merecía una segunda oportunidad. Al menos así, la serie podría ofrecer su versión de la zona que da título a la novela original y a la propia ficción, aunque en su mayoría eso sea lo único que compartan. De esta forma, el primer episodio de esta nueva entrega ofrece bastantes respuestas, como si Cross estuviera bastante seguro de que lo que viene a continuación atraerá lo suficiente por sí solo.
Tras esto, entramos en territorio mejor conocido para los lectores de la novela o para los que hayan visto la película protagonizada por Harrison Ford: la selva hondureña. Cross confía demasiado en el potencial de este nuevo escenario -no recomendado para entomofóbicos-, porque deshecha toda la adrenalina y la acción vistas en la primera temporada y tan solo muestra a nuestros protagonistas adaptándose a su nuevo hogar. Es una entrega basada principalmente en diálogos comunes y adolescentes siendo adolescentes en un entorno desconocido, todo mientras la pareja protagonista se lanza miraditas de odio camuflado.
Es curioso cómo estos cinco primeros episodios resultan tan cargantes y vacíos. Y es que la serie no es capaz de ofrecer nada más allá de lo que tanto hemos visto en televisión y lo cual ya funciona como un simple automatismo. Lo digo porque, unos guionistas completamente desorientados, optan por utilizar recursos demasiado simples para generar algún tipo de conflicto. Gran culpa la tiene el hecho de obligar a los espectadores a conectar con sus protagonistas para poder disfrutar un poco de la ficción. Y no lo vamos a negar: ninguno de ellos se merece nuestro tiempo.
Por no hablar del afán de Cross por recuperar a algún que otro personaje y meterlo con calzador aunque sea mediante formas de dudosa coherencia. Quizá es porque va un poco de eso, de compartir y encontrar el equilibrio entre relaciones improbables -o la utopía comunista y naturalista-. Y si ya en la primera temporada algunos de los mensajes de la novela original -lo poco que conserva de ella- se habían disimulado entre frenéticas escenas de acción y huida, en esta es que directamente se ha convertido en una historia algo mediocre y sin alma, pero efectiva, que se termina de alejar por completo de la obra tanto en forma como en fondo.
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