Netflix estrena este miércoles 9 de noviembre la esperada quinta temporada de ‘The Crown’, la serie que narra la vida de la familia real británica a través de las últimas décadas.
A medida que la reina Isabel II se acerca al 40º aniversario de su llegada al poder, reflexiona sobre un reinado que ha abarcado nueve primeros ministros, la llegada de la televisión de masas y el ocaso del Imperio Británico. Sin embargo, hay nuevos retos en el horizonte. El colapso de la Unión Soviética y el traspaso de la soberanía de Hong Kong señalan un cambio sísmico en el orden internacional que presenta tanto obstáculos como oportunidades. Mientras tanto, los problemas se están gestando más cerca de casa.
El príncipe Carlos presiona a su madre para que le permita divorciarse de Diana, presentando una crisis constitucional de la monarquía. Los rumores circulan a medida que se ve que el matrimonio lleva vidas cada vez más separadas y, a medida que se intensifica el escrutinio de los medios, Diana decide tomar el control de su propia narrativa, rompiendo con el protocolo familiar para publicar un libro que socava el apoyo público a Carlos y expone las grietas de la Casa Windsor.

Las tensiones aumentan cuando Mohamed Al Fayed entra en escena. Impulsado por su deseo de ser aceptado al más alto nivel, aprovecha su riqueza y su poder para intentar ganarse, junto con su hijo Dodi, un puesto en la mesa real. Así, la sobresaliente serie británica nos adentrará en una de las décadas más convulsas de la familia real rodeada de polémica tras el reciente fallecimiento de la reina Isabel II.
El nuevo reparto de esta quinta temporada está formada por Imelda Staunton, Jonathan Pryce, Lesley Manville, Dominic West, Elizabeth Debicki y Olivia Williams. Completan el elenco Claudia Harrison, Marcia Warren, James Murray, Sam Woolf, Timothée Sambor, Senan West, Teddy Hawley, Will Powell Prasanna Puwanarajah, Salim Daw y Khalid Abdalla.
Primeras impresiones de la quinta temporada de The Crown
Ya está aquí, por fin. Tras dos años de espera, la serie creada por Peter Morgan vuelve a nuestras pantallas con una entrega que ha llegado con el peor timing posible, tanto que la propia Netflix se ha visto obligada a aclarar que todo lo que vemos aquí es una dramatización de cabo a rabo. Pero, polémicas aparte, nos encontramos ante unos nuevos episodios en los cuales, todas las caras a las que nos habíamos acostumbrado son sustituidas por otras más acordes a la edad de los personajes. Este cambio de reparto es sin duda impactante, incluso diría que resulta todavía más traumático que el de la tercera temporada debido a la irregularidad de su acierto.
Aunque en el aspecto político se llegó a coquetear con un juego de tronos, en esta década noventera que cubre la quinta temporada no se hablaba de otra cosa que de Carlos y Diana. Por ello, no es de extrañar que estos dos primeros episodios que he podido ver estén centrados casi al completo en la pareja, así como en los actos que otros realizan influenciados por ellos. Es curioso como la serie refleja este hecho convirtiendo a la misma reina en un personaje decepcionantemente secundario -tal y como hizo la propia sociedad británica-. Y no es que Imelda Stauton lo haga mal, ni mucho menos, pero por el momento no se puede comentar nada acerca de su escasa participación.

Sí que vemos mucho más a Elizabeth Debicki y Dominic West como Diana y Carlos, respectivamente. Debicki interpreta a la Princesa de Gales con algo menos de naturalidad que Emma Corrin, pero también nos ofrece una Diana más segura de sí misma que ya ha entendido que forma parte de un sistema, no de una familia. En cuanto a West, incluso sabiendo que aquí su personaje es bastante más frío y calculador, no consigue en ningún momento llegar al nivel de Josh O’Connor. Quien sí logra brillar por encima de la mayoría es Jonathan Pryce, ya que se beneficia de un guion que juega con el morbo y hace a su Felipe más enigmático, todo mientras va lanzando mensajitos a lo Corleone.
La verdad es que, incluso vistos desde la perspectiva más objetiva y menos política posible, estos dos primeros episodios puede que sean de los peores de la serie hasta ahora. Lo digo porque, si había algo que caracterizaba a ‘The Crown’ eran esos aires de solemnidad, grandeza y epicidad que rezumaban sus entregas. Sin embargo, aquí la ficción se reinventa ligeramente y está más cerca de un thriller culebronesco de escritura perezosa, de esos que parecen preferir explotar el morbo de sus eventos que estudiar a sus personajes. Y seguramente sea injusto afirmar tales barbaridades basándose solo en dos capítulos, pues no me cabe duda de que terminará mejorando, pero eso no quita que este sea un síntoma preocupante.
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