Movistar+ estrena el 5 de octubre la serie ‘Moonshine’, una comedia gamberra canadiense sobre una familia disfuncional y su alocado resort de verano.
Tuvo su época de esplendor en los años 70, pero ahora The Moonshine es un destartalado resort de verano en la costa sur de Nueva Escocia que se cae a pedazos. Cuando la hija mayor de los Finley-Cullen, Lidia, regresa a casa por el funeral de su tía, descubre que ha heredado una buena parte del negocio familiar.
Es entonces cuando decide quedarse, algo que provoca que sus hermanos inadaptados se pregunten quién se merece realmente tomar las riendas del negocio cuando sus padres se jubilen. De esta forma tensiones, dificultades financieras, turistas locos, intrigas de pueblo, investigaciones policiales y un secreto enterrado durante mucho tiempo amenazarán con aniquilar a los Finley-Cullen de una vez por todas.
La serie creada por Sheri Elwood (Call Me Fitz) está protagonizada por Jennifer Finnigan, Anastasia Phillips, Tom Stevens, Emma Hunter y Alexander Nunez.

Primeras impresiones de Moonshine
A pesar de que cuenta con buenas interpretaciones y en ocasiones su guion puede resultar brillante, durante estos dos primeros episodios da la impresión de que en la serie ocurren demasiadas cosas a la vez. Hay una buena cantidad de frentes abiertos, casi como pequeñas series dentro de una más grande.
Se supone que hay un misterio muy oculto, rencillas familiares, tratos extraños, secretos que amenazan con revelarse, drogas y mucho más, pero parece que los guionistas no supieran en cual de ellas deben enfocarse. Esto también provoca que algunos personajes se encuentren más desdibujados que otros, algo que tampoco facilita al espectador el hecho de empatizar con un personaje o una subtrama en concreto.
En este inicio, el grueso del conflicto se centra en la guerra personal entre Lidia y Rhian. Por su parte, Lidia intenta hacer algo bueno con la inesperada herencia que ha recibido, mientras que Rhian, llena de celos, es capaz de cualquier cosa con tal de sabotear los planes de su hermana. Por ello, sus interacciones nos dejan los momentos más divertidos de una comedia que todavía debe encontrar su identidad, aunque al menos resulta entretenida y se esfuerza por generar algunas situaciones inesperadas.
Dicho esto, la serie tiene tiempo por delante para desarrollar a sus protagonistas y desoxigenar sus tramas. Y es que este entorno canadiense privilegiado, unido a los excéntricos miembros de la disfuncional familia Finley-Cullen, conforman un coctel que se antoja será bastante explosivo en los próximos episodios.
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