Netflix estrena este viernes 8 de abril la película ‘Las niñas de cristal’, un drama psicológico dirigido por Jota Linares (¿A quién te llevarías a una isla desierta?).
Después de que la estrella del Ballet Clásico Nacional se suicide trágicamente, Irene es seleccionada para ocupar su lugar en la mayor producción de ballet de la compañía: Giselle. Ahora, siendo el blanco de todos los celos y la crueldad de sus compañeras, Irene encuentra una amiga en la nueva bailarina, Aurora, una solitaria adolescente dominada por su madre.
Aisladas y presionadas por el sacrificio que supone triunfar en la danza, la relación de Irene y Aurora se vuelve cada vez más cercana, a la vez que obsesiva. Juntas emprenden una huida hacia adelante en busca de sí mismas.
Escrita por el propio Linares junto a Jorge Naranjo (Casting), la película está protagonizada por María Pedraza, Mona Martínez, Marta Hazas, Ana Wagener, Olivia Baglivi, Juanjo Almeida y Paula Losada.

Minicrítica de Las niñas de cristal
Inspirada en hechos reales según su director y guionista Jota Linares, este es un drama psicológico dividido en dos actos que emula la historia de ‘Giselle’ a su manera. Una película que, tras propuestas como ‘Cisne negro’ o ‘Aves del paraíso‘, un vez más retrata el mundo del ballet desde su perspectiva más oscura, donde la obsesión, las envidias, la disciplina ensimismada y la presión desorbitada están a la orden del día. Lo dicho, premisa y conflictos que ya hemos visto mil veces antes.
Además, Linares introduce otros elementos como el síndrome del impostor y otros problemas de salud mental por los que pasa muy de puntillas, e incluso, coquetea con la absurda idealización de ciertas exigencias desmedidas si estas justifican el fin de alcanzar la gloria, pero no consigue construir un guion realmente sustancial con ninguno de sus temas. Es más, la cinta no llega a transmitir nada más allá de los momentos en los que la danza es protagonista. En ellos, tirando de onirismos más propios del musical, Linares captura con solvencia cada movimiento y logra plasmar toda la belleza de este arte.
No obstante, después de un primer acto más que interesante y prometedor, la película se convierte en un batiburrillo de thriller y melodrama en el que todo lo expuesto anteriormente empieza a perder el sentido. De hecho, la amistad entre las protagonistas y la química que muestran María Pedraza y Paula Losada, ambas estupendas, a nivel de guion resultaba sin duda lo mejor del filme hasta el momento.
Sin embargo, en su segunda mitad el argumento decide girar hacia otra dirección, renunciando así a profundizar en la cautivadora dinámica de sus dos personajes principales para volverse una propuesta tramposa, efectista y convencional que no logra funcionar como pretende ni con todo el subrayado del mundo -que lo hay y mucho-. Por no hablar de un tramo final horroroso propio del peor Hollywood que además alarga la cinta más tiempo del necesario. Por otro lado, su apartado audiovisual es tan excelente que contrasta en exceso con el resto de lo que ofrece la producción. Es frustrante, porque si bien intenta transmitir ciertos mensajes que siempre vale la pena recordar, nunca consigue estar a la altura de las circunstancias.
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