Hoy Netflix estrena la película ‘Bigbug’, el nuevo trabajo de Jean-Pierre Jeunet (Amélie, El extraordinario viaje de T.S. Spivet) tras un largo periplo alejado del cine.
En 2050, la inteligencia artificial es omnipresente; tanto, que la humanidad depende de ella para satisfacer todas sus necesidades y deseos… incluso los más íntimos y retorcidos. En un tranquilo barrio residencial, cuatro robots domésticos deciden súbitamente secuestrar a sus dueños en su propia casa. Atrapados entre cuatro paredes, una familia no demasiado bien avenida, una vecina indiscreta y su eficiente androide sexual se ven obligados a soportarse en una situación cada vez más delirante.
Mientras tanto, en el exterior, la generación más avanzada de robots –los Yonyx– intenta conquistar el mundo. Y pese a que la amenaza es cada vez más inminente, los humanos prefieren hacer oídos sordos, dejarse llevar por los celos y humillarse entre ellos ante la mirada perpleja de sus robots domésticos. Tal vez sean los robots los que tengan alma. ¡O tal vez no!
Además de dirigir, Jeunet se encarga de coescribir el guion junto a Guillame Laurent (¿Dónde está mi cuerpo?). Protagonizan la película Elsa Zylberstein, Stéphane de Groodt, François Levantal, Youssef Hajdi, Claire Chust, Isabelle Nanty, Alban Lenoir, Claude Perron, André Dussollier, Marysole Fertard y Hélie Thonnat.

Minicrítica de Bigbug
Con su nueva película, Jeunet nos trae una singular y colorida visión de la rebelión de las máquinas que ruborizará a más de uno. Entre lo absurdo y lo vergonzoso, la verdad es que no se le puede negar al director que no haya aprovechado hasta la última gota de la libertad creativa. Sin embargo, el resultado final está más cerca de ser un auténtico desastre que de un regreso triunfal. Llena de excentricidades marca de la casa, lo mejor de la película sin duda son unos protagonistas de metal que llegan a resultar realmente hilarantes -e inquietantes-, en especial cuando de buenas a primeras se les viene a la cabeza la idea de ser más humanos.
En cuanto a sus protagonistas de carne y hueso, en realidad resultan igual de prescindibles en la película que en este mundo futurista construido por Jeunet. Todos ellos sin personalidad, sin evolución y carentes de cualquier profundidad. Tampoco es que ayude demasiado un guion más interesado en lo superficial que en decir algo relevante de verdad. Y aunque muestra algunas buenas ideas, en su ejecución la película parece una sitcom de ciencia ficción de bajo presupuesto que quiere ser sofisticada en sus críticas, pero tanto su sátira como su humor sin gracia resultan demasiado costumbristas y manidos, incluso extrañamente anticuados.
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