Tiene mucho que mejorar, pero este acercamiento a un género tan olvidado en
nuestro cine deja buen sabor de boca.
Dos años después de que su hermano Lucero (Óscar
Jaenada) traicionara a la familia, matando a su padre e hijo y dejándolo casi
muerto, Max (Teo García) está listo para ejecutar su venganza. Su plan, cuidadosamente planeado con la ayuda
de María (Andrea Duro), se adelanta cuando los hombres de
Lucero matan sin piedad a la familia de Leo (Óscar Casas), el
chico adolescente que había tomado como protegido. Sin nada que perder, Max se
enfrenta uno a uno a los secuaces de Lucero hasta que finalmente llega a su blanco final.
¿Una película de artes marciales española estrenada para el gran
público? No, no es ningún espejismo, porque ya está disponible en
Netflix la nueva cinta de Daniel Benmayor, una historia de
venganza a caballo entre ‘Kill Bill’ y ‘John Wick’ -con un
cierto aroma ochentero y de serie b- que cuenta con
los mejores ingredientes del género. Basada en una idea original del
luchador Teo García, que además también se encarga de protagonizar, el
filme ofrece lo esperado en este tipo de producciones:
luchas espectaculares, villanos sin escrúpulos ni límites morales, mucha
sangre y otros tantos huesos rotos. Todo realizado con un palpable cariño por las referencias citadas y que
además viene a confirmar -aunque ya lo sabíamos- que en la actualidad, la industria audiovisual del país es perfectamente capaz de abrirse a
géneros casi inexplorados por estos lares. Ya iba siendo hora.
Y es que Teo García se esfuerza como nadie en ser la cara
de este género en España y no hay nada que reprocharle en absoluto. Es
una bestia que en habilidades no tiene nada que envidiar a los más
grandes, aunque como actor en sí
todavía le queda un largo camino por recorrer para resultar más creíble. Por otro lado, con ese porte, esa manera de interpretar y esa habilidad con
el idioma, uno podría creerse que Oscar Jaenada (Hernán) ha crecido en
el mismísimo Japón cuando lo vemos bordar a este curioso villano. Si a esto le
sumamos a un Sergio Peris-Mencheta (Snowfall) desatado y a un
Luís Zahera (Sky Rojo) que sale poco, pero igual de magistral que siempre, en el apartado reparto
queda poco por reprochar. Lo único a manifestar es que el personaje de
Andrea Duro (La maldición del guapo)
clama a gritos más minutos de acción. Ya hay suficiente testosterona en
el aire si además contamos con Óscar Casas (Siempre brujas).
No obstante, el problema que realmente impide
a ‘Xtremo’ brillar se encuentra en
un guion muy básico que nos ofrece unos diálogos estándar y una estructura
de algoritmo. Asimismo, en ocasiones el ritmo se ve muy lastrado por
algunas escenas innecesarias que atontan un poco el conjunto. Pero el
aficionado al género de artes marciales pocas veces busca la excelencia
narrativa en este tipo de películas. Lo que importan son las coreografías de
lucha que rayan a buen nivel, y aquí las hay pese a que a alguna que otra se le notan las costuras. Además, busca entretenimiento puro y duro, directo y con más corazón que
cabeza, y esto el filme también lo ofrece aunque le sobren 20 minutos. Con todo, la cinta es
un acercamiento muy correcto a un género prácticamente inexistente en el
audiovisual español.
Sin embargo, todavía hay mucho que mejorar. Al menos
deja un buen sabor de boca.
Puntuación: 6/10
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