Sinopsis
En ‘Un fantasma anda suelto por casa’, la familia de Kevin se convierte en una sensación mediática de la noche a la mañana por haber encontrado al fantasma Ernest en su nueva casa. Pero, cuando Kevin y Ernest investigan por su cuenta el misterioso pasado de este, se convierten en blanco de la CIA.
Crítica de Un fantasma anda suelto por casa
Hoy llega a Netflix una película que quiere recuperar un poco de ese espíritu Amblin el cual, en medio de la vorágine de nostalgia ochentera que vivimos, parece que se echa mucho de menos. Escrita y dirigida por Christopher Landon (Este cuerpo me sienta de muerte), la cinta pretende contar una historia familiar sobre los giros que da la vida, la forma en la que nos alejamos de nuestros seres queridos, lo poco que podemos llegar a apreciar lo que tenemos delante de nuestras narices y la estupidez made in TikTok.
El argumento en sí es realmente bobo. Lo digo porque, con toda la tecnología que existe en lo que a efectos digitales caseros se refiere, ¿cómo va a creerse el mundo esto? De hecho, desconcierta todavía más que Landon diga que esta película pretende en parte ser un retrato de cómo las personas reaccionamos en las redes sociales -y de cómo por ello los protagonistas se convierten en influencers-. Existen miles de vídeos de fantasmas más realistas que se han probado falsos. Y desde luego, nadie se los ha creído lo suficiente como para manifestarse en masa delante de casa ajena a cacarear cuales fans en un concierto.
Dicho esto, ya de primeras su sátira se cimenta sobre la base de una supuesta realidad bastante debatible -algo que hizo mil veces mejor ‘No mires arriba’-. Pero suspendamos nuestra incredulidad por más de dos horas, que de eso se trata al fin y al cabo, y tomémonos la película con la misma naturalidad y falta de sorpresa que los hombres de la familia cuando descubren a Ernest. Interpretado por un David Harbour más expresivo de lo habitual -apenas habla, así que otra no le quedaba-, el fantasma se introduce en la vida de los Presley como si de la lotería se tratase. ¿Pero es esta una historia de terror? Por supuesto que no.

Por ello, en vez de gritar y correr como pollos sin cabeza, la familia intenta hacer dinero con el asunto. Faltaba más, que las cosas están fatal y hoy en día cualquiera puede hacerse millonario en Internet -sí, claro-. Pero Frank, nuestro soso protagonista, no está muy de acuerdo con ello y pretende aferrarse al factor humano para ayudar a Ernest -con misterios, romances adolescentes y giros incluidos-. En cambio su padre, al que interpreta un Anthony Mackie haciendo exactamente el mismo papel de siempre pero sin alas, quiere sacarle todo el jugo posible -con dramedia influencer y familiar incluida-.
De esta manera, ‘Un fantasma anda suelto por casa’ se pierde entre varias subtramas que crean un mejunje demasiado disperso. Algorítmico en ocasiones y singular en otras. Está claro que Landon intenta subvertir, o como mínimo burlarse, de las películas de fantasmas «de blancos», pero en el camino la convierte en una película de aventuras llena de los mismos clichés de siempre. Y por mucho que quiera ser original e intente crear imágenes icónicas a lo ‘Beetlejuice’, a la hora de la verdad le es imposible eliminar ese aroma a homenaje moderno a ‘E.T.’ y ‘Casper’ que emana.
Además, como es habitual en la plataforma, a la película le sobra metraje y le falta desarrollo. No solo porque sus personajes no terminan de calar, sino también debido a que su guion no explica nada acerca de su mundo, simplemente las cosas fuera de lugar pasan porque sí -sobre el personaje de Tig Notaro y el armamento de la CIA mejor corramos un tupido velo-. Pese a ello, a veces parece que se toma tan en serio a sí misma que resulta realmente inaudito. Pero es una cinta que entretendrá a la familia, ya que al menos es ágil y cuenta con un mensaje de unidad familiar que nunca está de más recordar. De resto, totalmente olvidable.
‘Un fantasma anda suelto por casa’ ya está disponible en Netflix.
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