Sinopsis
‘The Shrink Next Door’ cuenta la extraña relación entre el ‘psiquiatra de los famosos’, el Dr. Isaac ‘Ike’ Herschkopf (Paul Rudd) y su paciente de muchos años Martin ‘Marty’ Markowitz (Will Ferrell). A lo largo de su extensa ‘amistad’, el carismático Ike se va introduciendo poco a poco en la vida de Marty, llegando a mudarse a su en los Hamptons y convenciéndole de que le nombre presidente de la empresa familiar.
Crítica de The Shrink Next Door
Si hace unos meses la ‘Dr. Death’ de STARZPLAY nos quitaba todas las ganas de visitar a nuestro médico, ahora llega otra propuesta que esta vez nos hará desconfiar de cualquier psiquiatra que se pase de carismático. También basada en un podcast homónimo inspirado en hechos reales, la nueva miniserie que se estrena esta semana a Apple TV+ explora una longeva relación entre un doctor y su paciente la cual, aunque normal en apariencia, con los años va transformándose en una dinámica de poder que se basa en el control, la manipulación y todo tipo de anomalías.
Bajo un ligero contexto judío, la historia nos muestra cómo este terapeuta va escudriñando ladrillo por ladrillo el inseguro muro del desgraciado protagonista, y tal y como la hiedra que con acierto hace acto de presencia en cada introducción, todos los días engulle un poquito más de su vida.

Marty (Will Ferrell) es millonario y jefe de una fábrica de textiles familiar. Está soltero, vive solo y sus inseguridades le impiden avanzar en mucho aspectos de su vida. Es entonces cuando decide acudir al Dr. Ike (Paul Rudd), un terapeuta encantador y manipulador con unas técnicas de terapia un tanto atípicas. En cuanto huele la riqueza y la peste a inseguridad que emana Marty, Ike aprovecha cualquier interés propio para darle la vuelta y transformarlo en un problema que el protagonista debe resolver, consiguiendo así su objetivo y convirtiéndose en la clase de persona que aconseja evitar a sus pacientes.
De esta forma, el doctor empieza a alejar a sus seres queridos, gastar su dinero y controlar su negocio… Vamos, lo que se conoce como un chupóptero de manual. Así, poco a poco termina por minimizar del todo a Marty hasta convertirlo en su mayordomo disfrazado de ‘amigo’. Por supuesto, este se deja mangonear sin reparos durante 30 años.
No es que estos sean papeles demasiado exigentes para ninguno los dos actores. Eso sí, no se puede negar que aquí están mejor que nunca y que la química entre ambos sostiene a la serie en pie durante la mayoría de sus tramos. Rudd está en su salsa siendo carismático y enfadándose de vez en cuando mientras descubre cada capa de su personaje. Por su parte, Farrell tiene que interpretar al mismo individuo de siempre, solo que con un punto más de dulzura y relajación de la habitual.
Además, hay otra relación paralela interesante que involucra a Marty y a su hermana Phyllis (Kathryn Hahn). Ella se siente más responsable de su hermano de lo que le debería, lo que la hace debatirse entre el miedo a perderlo y sus cada vez mayores ganas de deshacerse de todo. Hahn vuelve a demostrar que es una actriz fantástica y es una pena que aparezca menos de lo que a muchos nos gustaría.

‘The Shrink Next Door’ es una miniserie correcta que logra entretener y contar su historia sin muchos alardes. La ficción quiere ser divertida y encantadora, pero a la vez pretende recordarnos su doloroso trasfondo a base de comedia negra y risas algo incómodas y difíciles de evitar. Sin embargo, no consigue asentarse en ninguno de los dos extremos. Además, el guion en ocasiones parece deambular un poco alrededor de las mismas ideas y situaciones.
Al fin y al cabo, Marty es susceptible, vulnerable y afectivamente dependiente mientras que el Dr. Ike es un tiburón narcisista, por lo que estamos ante una relación tóxica que sigue un patrón reiterativo: propuesta, negación, presión, convencimiento, enfado, adulación… Por ello, los directores Michael Showalter (Los ojos de Tammy Faye) y Jesse Peretz (Juliet, desnuda) explotan una amplia cantidad de eventos similares a lo largo de los años, pero consiguen que todas estas dinámicas no resulten demasiado repetitivas.
Es más, a medida que avanzan los episodios, su oscuridad se acrecienta y se va generando una adictiva intriga. Y es que no deja de impresionar que algo así pueda ocurrir durante tantos años, y sobre todo, que todos prefieran mirar hacia otro lado y nadie haga nada para remediarlo cuando el asunto resulta tan evidente. De hecho, aunque sin profundizar demasiado en la psique de sus personajes, la serie muestra la fragilidad y dependencia del ser humano ante la soledad o la falta de afecto, un problema que nos puede llevar a malgastar nuestra vida por culpa de una mala decisión.
Aquí, esa elección es la de no imponernos a nosotros mismos y a los demás a tiempo. Por ello, lo más doloroso en esta miniserie es darse cuenta de que para algunas cosas sí que puede ser demasiado tarde. Menos mal que los seres queridos, los de verdad, aquellos cuyo cariño es realmente recíproco, siempre estarán ahí para darnos otra oportunidad si alguna vez cometemos el error de alejarnos.
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