Sinopsis
En esta última temporada, Hanna intenta ahora destruir secretamente a Utrax desde dentro y liberarse de sus garras con la ayuda de su anterior némesis, la ex agente de la CIA Marissa Wiegler. Juntas, han coaccionado al agente de alto rango de Utrax John Carmichael para que les ayude en su misión, pero sus jóvenes asesinas compañeras, Sandy y Jules, así como nuevos enemigos, empiezan a sospechar del plan de Hanna. A medida que Hanna se acerca a su objetivo, empieza a descubrir no sólo una agenda que cambia el mundo, sino el verdadero poder detrás de Utrax que se interpone entre ella y la libertad.
Crítica de la tercera temporada de Hanna
La adaptación televisiva de la atractiva película de Joe Wright llega a su conclusión este mes en Prime Video. En medio de un plan para destruir a Utrax, en esta tercera y última temporada de la serie creada por David Farr vemos cómo nuestra extraordinaria protagonista se enfrenta a su último servicio a las órdenes de la siniestra organización. Un acto final apoyado en la esperanza de tener esa vida normal que anhelan tanto ella como sus ‘compañeras’.
O por lo menos todo lo normal que sea posible dadas las circunstancias, claro. Además, en estos nuevos episodios, la trama gira en torno a una conspiración internacional que quiere acabar con la generación joven más revolucionaria. Por ello, los personajes se verán envueltos en otra historia de acción, espionaje y suspense que sin embargo da un paso atrás en algunos aspectos.
Si toda la violencia que ocurre alrededor de Mia/Hanna (Esme Creed-Miles) no es suficiente, además la joven tiene que seguir lidiando con su proceso de autodescubrimiento. Esto la lleva a enamorarse -en un abrir y cerrar de ojos- nada más y nada menos que del objetivo de su misión: un parisino aspirante a revolucionario.
A partir de aquí, junto a una Marissa (Mireille Enos) que gana en protagonismo, luchará por ocupar el lugar que le corresponde en el mundo. No obstante, para Marissa no será tan fácil como lo tenía planeado, especialmente cuando descubre que el pez gordo que se encuentra detrás de todo esto es una persona muy relacionada con su pasado y la única que es capaz de aterrorizarla en sus recuerdos.
Párrafo 4Desde entonces, al igual que para Hanna, esta se convertirá en una misión más personal de lo que hubiera imaginado. El susodicho pez gordo es Gordon Evans, un mandamás de la CIA interpretado por un Ray Liotta amenazante aunque algo sobreactuado. Sí, este papel de villano clásico es perfecto para él, pero en los momentos en los que se separa del gangster glamouroso es cuando llega a chirriar un poco.
Sin embargo, su personaje es el que genera las situaciones más interesantes de la temporada. Eso sí, Sandy (Aine Rose Daly) también se confirma como la mayor némesis de Hanna, pues se pasa los nuevos episodios apareciendo por aquí y por allá sin ton ni son poniéndole las cosas difíciles en una vendetta sin demasiado fundamento.
Con dos episodios menos debido a las dificultades derivadas de la pandemia, es normal que esta última temporada de ‘Hanna’ se sienta un tanto precipitada y que renuncie a continuar explorando otros temas quizá más jugosos dentro de su mundo. Sin embargo, lo que no es tan comprensible es lo poco convincente que resulta en varios momentos por culpa de algunas conveniencias de guion demasiado evidentes, así como a determinadas decisiones terribles de unos personajes en teoría muy inteligentes y entrenados.
Además, existe un exceso de drama que en ocasiones opaca de forma considerable toda la acción y el suspense que hasta ahora han sido tan característicos de esta ficción. Es más, podría decirse que hemos pasado de un interesante thriller a una historia de amor algo forzada.
En especial, este aspecto se nota en la primera escena de los nuevos episodios, la cual conecta directamente con el final y lo hace más previsible de lo necesario. Sin embargo, Farr acierta al finalizar su creación en el momento justo, pues el hecho de alargarla se antoja redundante pese a que deja algunos frentes abiertos.
Es más, desde el principio de la temporada la ficción ya empieza a dar graves síntomas de estar repitiéndose demasiado a si misma, y además, las motivaciones de los protagonistas han pasado de ser interesantes a muy básicas. De todas formas, tanto Creed-Miles como Enos vuelven a brillar y la serie continúa dejando algunas de las mejores escenas de acción de la televisión actual. Al menos, a nivel de personajes resulta un desenlace tan agridulce como satisfactorio.
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