Sinopsis
En esta tercera temporada de ‘Dickinson’, el momento más productivo de Emily Dickinson como artista coincide con la furiosa Guerra Civil Estadounidense y una batalla igualmente feroz que divide a su propia familia. Mientras Emily trata de reconciliar las divisiones a su alrededor, se pregunta si el arte puede ayudar a mantener viva la esperanza, y si el futuro podría ser mejor que el pasado.
Crítica de la tercera temporada de Dickinson
Casi sin darnos cuenta, la divertida biografía libre sobre Emily Dickinson llega a su fin este mes en Apple TV+. La serie creada por Alena Smith no ha dejado a nadie indiferente desde su estreno, pues su moderna y desenfadada forma de retratar la vida de la autora y sus allegados no ha sido del gusto de todos. Sin embargo, no se puede negar su originalidad y su imaginación a la hora de afrontar la compleja personalidad de Emily, así como de mostrar el pasado de una manera que resulte relevante hoy en día.
En esta ocasión, nos trasladamos a la guerra de Secesión, un evento que permite a la ficción explorar más allá de los terrenos de Amherst, Massachussets, y ya de paso desgranar todo el trasfondo social de la misma. Además, en su viaje de autodescubrimiento, Emily deberá aceptar de una vez por todas sus aspiraciones y deseos. Si creías que aquí se había perdido el factor sorpresa, todavía no has visto nada. ¡Hasta viajaremos al futuro!

En esta temporada, Emily (Hailee Steinfeld) cuestiona su lugar en el mundo y se pregunta si su obra tiene alguna importancia para el mismo durante el aciago tiempo que vive el país. Por ello, tras una serie de acontecimientos que afectan principalmente a sus allegados, se da cuenta de que ya no puede seguir en su burbuja y decide preocuparse más por su familia y por la sociedad en general. De esta forma, nuestra protagonista intenta ser alguien que no está destinada a ser: una soldado de la paz entre la guerra civil familiar.
El problema es que, haciendo esto, también consigue alejar a otros seres queridos, como Sue (Ella Hut), que acaba de tener a su hijo y muestra un comportamiento algo tóxico al principio. No obstante, esto es fruto de la enorme incertidumbre y exigencia por lo que ocurre alrededor, además de la creciente frustración por no poder exteriorizar su relación. Todo lo que vive en esta época desata la imaginación de Emily hasta límites inexplorados, y Steinfeld vuelve a demostrar que es la elección perfecta para interpretar a la autora.
Por otro lado, consciente de que esta la última oportunidad para no desaprovecharlos, la serie también se detiene ampliamente en otros personajes. Toman especial relevancia las relaciones. Por ejemplo, Austin (Adrian Enscoe) debe lidiar con una complicada relación con Sue y su padre Edward (Toby Huss). A su vez, este último adquiere un vínculo casi pasional con la muerte, mientras que Lavinia (Anna Baryshnikov) sigue buscando su amor y Mamá Emily (Jane Krakowski) acaba de perder a su hermana.
Además, nos encontramos con una personalidad clave en la vida de la escritora: el poeta Thomas Wentworth Higginson (Gabriel Ebert), quien posteriormente sería uno de los encargados de publicar la obra de Emily y con el que comparte correspondencia a lo largo de la temporada. Este goza de su pequeño protagonismo e incluso sirve de nexo entre Emily y otra subtrama, la cual tiene a Henry (Chinaza Uche) como personaje principal siendo ahora profesor de una carismática cuadrilla de soldados negros sumidos en la precaria situación propia de la época.

Al principio de la temporada, ‘Dickinson’ se desarrolla bajo una atmósfera un tanto oscura. Sin embargo, a medida que avanza, esta nueva tanda de episodios se convierte en la más hilarante, surrealista, emotiva y esperanzadora de la serie. Todo esto hace que uno de los aspectos que más sobresalen en esta entrega final sea su capacidad para resultar tan ligera y realista a la vez que desafiante y onírica. Y es que, cuando decide explotar su onirismo a través de la imaginación de su protagonista, en la actualidad no hay ficción que se le parezca.
Si a eso le añadimos la habilidad de Smith para construir personajes apetecibles, así como para mezclar drama y comedia con altas dosis de creatividad y corazón, no hay ninguna duda de que estamos ante una propuesta única. Claro, ya lo era desde su estreno, pero no al nivel que nos ofrece su conclusión. Lo mismo pasa con el reparto ya que, si Steinfeld se encuentra pletórica, el resto también nos presenta unas interpretaciones convincentes que ganan en matices en comparación con las entregas anteriores.
La serie también resulta más ácida que nunca en sus críticas, a la vez que llega a ser realmente brillante en el momento de plasmar todo lo concerniente a nuestra sociedad actual en su guion y sus imágenes. Si el final es satisfactorio o no es algo que ya corre a cuenta del espectador. Dicho esto, la verdad es que es una auténtica pena que este viaje termine tan pronto y en una etapa tan temprana de Emily, aunque supongo que el resto de su existencia quizá chocaría demasiado con el tono propuesto por Smith.
Sí, todavía queda un largo trecho de su vida por explorar, pero esta corta y divertida travesía ha conseguido cumplir su objetivo principal: acercar a la escritora a las nuevas generaciones desafiando todos los patrones establecidos. Por ello, ‘Dickinson’ se ha ganado por méritos propios ser una de esas pocas series que consiguen retratar el pasado, resonar en el presente y hacernos soñar con un futuro mejor, todo al mismo tiempo.
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