Sinopsis
Desesperado por dejar atrás su pasado violento en favor de su nueva pasión, Barry (Hader) intenta desenredarse del mundo de los asesinatos por encargo y sumergirse por completo en la actuación. Pero salir es complicado. Si bien Barry ha eliminado muchos de los factores externos que lo empujaron hacia la violencia, pronto descubre que no eran las únicas fuerzas en juego. ¿Qué tiene su propia psique que lo llevó a convertirse en un asesino? La tercera temporada descubre a Barry y los otros personajes tratando de tomar la decisión correcta.
Crítica de la tercera temporada de Barry
El estupendo abril seriéfilo continúa con el regreso a HBO Max de una de las más esperadas. Una producción que en su estreno resultó ser una grata sorpresa y la cual, gracias a su magistral segunda temporada, se confirmó como una de las mejores series de la actualidad. Por fin, tras tantos años de espera, en unos días vuelve nuestro actor-asesino a sueldo favorito con una tercera entrega que llega para susurrarnos al oído que no nos preocupemos en absoluto, porque nuestra paciencia va a tener su merecida recompensa.
Así, después de un pequeño salto temporal tras el explosivo final de la anterior tanda de episodios, la serie nos presenta a nuestros protagonistas en una situación muy diferente. Vemos a Sally (Sarah Goldberg) gozando de una posición inmejorable en la ficción televisiva, al Sr. Cousineau (Henry Winkler) lidiando con la terrible revelación del asesino de su pareja, a NoHo Hank (Anthony Carrigan) siendo feliz y tan único como siempre, y a Fuches (Stepehen Root) escondiéndose como el cobarde que es en un ambiente en el que encaja inesperadamente.

Sin embargo, en lo que respecta al alma de la ficción, nos encontramos con un Barry (Bill Hader) más deprimido e inestable de lo normal trabajando otra vez en lo que mejor se le da: matar gente -pero por dinero, claro-. Es una escena que refleja a la perfección la premisa de toda la serie, porque es una desalentadora demostración de que no importa cuánto lo intentemos, pues a veces simplemente ni hay perdón ni se puede escapar del pasado. Y es que, la frustración de no haber podido avanzar como persona durante estas dos temporadas parece haber llegado a un desesperado punto de ebullición.
Barry quiere convertirse en un mejor ser humano, ser amado y tener una vida normal, pero el mundo no le deja por mucho que se esfuerce. Además, sigue sin entender demasiado bien cómo funcionan las relaciones humanas. Por no hablar de que cada vez toma decisiones más cuestionables y sin justificación real más allá de lo que nuestra empatía permita. Todo ello facilita a un espectacular Hader el poder explorar todos los rincones de su personaje durante esta temporada, dando así más pena y miedo que nunca.
Pero él no es el único que sufre durante los nuevos episodios ya que, si hay algo que caracteriza a la nueva vida de nuestros personajes, es que estas se encuentran construidas a base de mentiras que encubren el pasado. En lo que a Sally respecta -sobrecogedora Goldberg-, poco a poco empieza a quedarse sin aire dentro de su flamante burbuja de éxito llena de falsedades. A su vez, esto produce un impacto negativo en su relación con Barry, quien precisamente es el detonante de una subtrama algo oportunista que guarda ciertas similitudes con la historia sobre la que Sally construyó su obra.
Además, en su intento por empezar de nuevo, el Sr. Cousineau también se da bruces con las decisiones y el mal trato que ofreció a sus compañeros en su menos misterioso pasado. El resto da igual porque, siendo sinceros, poco importa si entre sus dramas aparece una trama de guerrillas de mafias o lo que a los guionistas le venga en gana, pues lo que realmente mueve a la ficción son esa clase de conflictos humanos con los que Hader y Alec Berg, cocreador de la serie, realizan un maravillo estudio de unos personajes que consiguen funcionar más allá de cualquier argumento sólido.

En la temporada, las similitudes con series como ‘Breaking Bad’ son cada vez más palpables. Sin embargo, la que nos atañe es incluso más atrevida que esta, porque una mayor cantidad de drama, oscuridad y un mensaje más humano que nunca, se entremezcla con el brillante humor negro y la violencia explícita que la caracteriza de una forma absolutamente maravillosa. No es que esto sea una novedad, pues es algo que explotó sobre todo durante la recta final de la entrega anterior, pero desde luego, aquí Hader y Berg han refinado su fórmula narrativa y visual hasta niveles que en principio se antojan difíciles de superar.
En estos seis de los ocho nuevos episodios, ninguna escena sobra y todo está medido al milímetro. De hecho, los guionistas no se ponen ningún límite incluso a la hora de tirar dardos a diestro y siniestro. Por ejemplo, el drama de Sally se funde con una aguda sátira de la prensa televisiva y los junkets, así como de las plataformas de streaming o sus algoritmos, y todo se encuentra rodeado de una hilarante mirada a la excéntrica vida angelicana en general. Pero esto no impide que la serie también domine con maestría su lado más thriller.
En este sentido, sin duda resulta del todo fascinante la habilidad de Hader y Berg para dejarnos pegados a la pantalla. En especial durante esas escenas donde crece una gran tensión que se esfuma de forma inesperada, normalmente por un pequeño gag, para así volver a retomar o generar otro conflicto tenso o violento que se resuelve como solo estos guionistas saben. Es decir: siempre de una manera tan sorprendente e imprevisible que consigue hacer de su visionado una experiencia rabiosamente entretenida, hilarante, emocionante y abrumadora, todo a la vez.
Si al principio le costó arrancar, en la actualidad ‘Barry’ ya es una de esas series que uno desearía que nunca acabaran. Y es que, lo que empezó como una historia de redención frustrante y frustrada, en esta tercera entrega se ha convertido definitivamente en una divertidísima a la vez que sobrecogedora reflexión sobre el perdón, la culpa, la venganza y las consecuencias del pasado que por fin consigue mostrar lo mejor y lo peor de sus personajes. Por ello, no cabe ninguna duda de que estamos ante su temporada más brillante hasta la fecha. Ahora solo queda disfrutarla.
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