Sinopsis
Capitaneados por el portugués Fernando de Magallanes, 239 marineros partieron desde Sevilla el 10 de agosto de 1519. Tres años más tarde, solo 18 marinos famélicos y enfermos regresaron en la única nave que resistió el viaje, liderados por el marino español Juan Sebastián Elcano. Habían recorrido 14.460 leguas (69.813,34 kilómetros), rumbo hacia el oeste, completando la vuelta al mundo; una misión casi imposible que pretendía encontrar una nueva ruta hacia las “islas de las especias” y que terminó cambiando la historia de la humanidad al demostrar que la Tierra es redonda. ‘Sin límites’ narra una gesta que transformó para siempre el comercio, la economía, la astronomía y el conocimiento del planeta y que está considerada como una de las mayores hazañas de la historia.
Crítica de Sin límites
Tras la irregular ‘El Cid’, este viernes llega a Prime Video una nueva superproducción histórica con acento español. Dirigida por Simon West (Jugada salvaje), un director 100% Hollywood que ha ido cayendo año tras año en el pozo de la acción de serie b, la miniserie nos cuenta una de esas historias fascinantes las cuales, por increíble que parezca, han sido ignoradas a lo largo de la historia del audiovisual.
De hecho, la única propuesta que se me viene a la mente es la infame ‘Elcano y Magallanes, la primera vuelta al mundo’, una cinta de animación que suaviza hasta el límite este emocionante relato de sufrimiento y gloria. Así que, sin referencias de peso más allá de las producciones que tratan un tema similar, West nos hace cruzar el Atlántico y el Pacífico a través de una odisea muy entretenida, aunque bastante mejorable.

La miniserie empieza siguiendo un poco de los códigos de esas aventuras históricas hollywoodienses de los 90, con algo de humor, cánticos, música excesivamente épica y alguna pelea coreografiada de más que se entremezclan con esa violencia intrínseca de las formas modernas. Ya en el segundo episodio, las exigencias de los productores empiezan a hacerse notar y se introducen intrigas ficticias y ruidosas batallas navales con las que se han tomado unas cuantas licencias.
Es lo normal en esta clase de producciones y todos disfrutamos de ello de vez en cuando, pero podría llegar a justificarse si no se hubiera reducido la batalla de Mactán, quizá el evento más importante y con mayor potencial del relato, a una anticlimática serie de flashbacks más melodramáticos que espectaculares.
Al fin y al cabo, también es inevitable que su guion caiga en los clichés de este tipo de historias, ya sea en los eventos escogidos o en las formas utilizadas en el momento de crear conflictos dramático, establecer relaciones y generar emociones. Ya vivimos situaciones parecidas en ‘La sangre helada’ o ‘The Terror’ -salvando las distancias fantásticas-, pero incluso así, las mencionadas realizan un mejor trabajo narrativo en general, en especial la primera, potentísima en todos sus apartados. No obstante, aquí West y compañía no aciertan a la hora de imprimir esa desesperación y tensión del momento.
Es más, ni siquiera da la sensación de estar ante un logro glorioso más allá de la épica de su banda sonora que subraya algunos momentos. Además, la poca profundidad y el escaso desarrollo de sus personajes provocan que sus momentos más duros no consigan tener el impacto esperado. No hay trasfondo ni un estudio sobre lo mismos. El libreto solo navega por la superficie.

Es una pena, porque su reparto es sin duda acertadísimo y todos dan lo mejor de sí mismos pese a encontrarse un poco desaprovechados. En especial, tanto Rodrigo Santoro (7 prisioneros) como Álvaro Morte (La casa de papel) realizan un gran trabajo interpretando a Magallanes y Elcano respectivamente. Aquí, Magallanes es un soñador tozudo e incluso algo inseguro que poco más que se entrega en cuerpo y alma a las decisiones de un heroico Elcano quien, no sé si por estar escrito con pluma española o por fruto de una documentación factible, parece que lo sabe todo sobre todo y siempre saca las castañas del fuego al portugués.
Ambos son testigos y víctimas de esa desconfianza entre españoles y portugueses tan habitual en su contexto histórico, conformando esta uno de los pocos recursos dramáticos interesantes que se explotan a lo largo de los episodios, junto a otros conflictos como el hambre o las violaciones en tripulación.
Es una suerte que ‘Sin límites’, pese a todo, consiga ser una propuesta que cumple con creces su propósito de entretener. En esto ayuda que los episodios no sean largos, aunque su edición vuelve a dar esa sensación de prisa y recortes de la que adolecía ‘Operación Marea Negra’ -serie con la que comparte alguna similitud, por cierto-. Es lo normal cuando los productores parecen estar más preocupados por las hazañas que por sus protagonistas, porque además se pasa de puntillas o se omite por completo sus momentos íntimos e introspectivos en favor de continuar con el siguiente momento destacado del viaje.
Sobre sus efectos especiales no puedo comentar, ya que los visionados enviados a la prensa carecían de ellos casi en su totalidad. Eso sí, la producción en general es de gran nivel tanto en el diseño de vestuarios como en la fotografía o la elección de escenarios. Sin embargo, a estas alturas de la vida ya deberíamos saber que tener fachada de blockbuster y entretener sin ambición no lo es todo, aunque muchos sigan empeñándose en lo contrario.
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