En su esperado regreso, la serie se confirma como una de las mejores y más
originales del momento.
En los nuevos episodios, Ted Lasso (Jason Sudeikis) y el
AFC Richmond buscarán ascender a la Premier League después de descender al final de la
anterior temporada. Por supuesto, el entrenador Lasso lo intentará derrochando todo el optimismo y la amabilidad que lo caracterizan.
Este viernes llega por fin a Apple TV+ la esperada segunda
temporada de la serie más exitosa y aclamada que ha estrenado la plataforma
hasta el momento. Con más libertad creativa y mayor presupuesto, en los nuevos
episodios
se expanden las subtramas de todos los personajes, así como los pequeños y
mundanos conflictos a los que deben enfrentarse, lo cual provoca que esta vez sea un poco menos
Ted Lasso y más Richmond F.C. y el mundo que lo rodea. Y aunque este
no es un aspecto precisamente malo, la verdad es que esta nueva entrega de la
ficción empieza de una forma algo ramplona y dubitativa, pero un equipo
de guionistas inspiradísimo consigue remontar el vuelo con rapidez y
logra que cada episodio de los seis ofrecidos a la prensa resulte mejor que
el anterior.
Ya asentados -y aceptados- en el club, nuestro trío de entrenadores
favorito formado por Ted Lasso (Jason Sudeikis),
Beard (Brendan Hunt) y Nate (Nick Mohammed) vuelve con una
racha de empates que parece no tener fin y un agradable clima en el
vestuario. Todos forman una piña y se entienden a la perfección mientras
cuentan chistes y dibujan sonrisas de oreja a oreja. No obstante, tras un
hecho fatídico, Ted debe enfrentarse a la novedosa presencia de
Sharon (Sarah Niles),
una psicóloga nada impresionada con el trabajo del equipo que se resiste
a caer ante sus encantos. Pero con ese optimismo como forma de vida y demostrando una
vez más una entrañable radicalidad en sus métodos, Ted no se da por
vencido y su casi agotadora insistencia
siempre logra suavizar el entorno de un modo u otro.
Sin embargo, lo que define al desarrollo de los personajes durante esta
primera mitad de temporada son
las numerosas crisis de identidad a las que se enfrentan. Por un
lado Rebecca (Hannah Waddingham), en su posición de mujer
empoderada más insegura de lo que le gustaría, se encuentra
en plena búsqueda de su amor definitivo. Por otro, Roy
(Brett Goldstein) intenta encontrar su lugar en el mundo a la vez
que asienta su relación con una Keeley (Juno Temple)
cada vez más importante para el club. Exactamente lo mismo pasa con
Jamie (Phil Dunster), que entre una cosa y otra
se da cuenta de que su carrera está en peligro, algo que le lleva a
iniciar un proceso de redención placentero para el espectador. Nate
también tiene su dosis, mientras que otros integrantes de la serie como
Higgins (Jeremy Swift)
y los futbolistas logran ganar protagonismo gracias a sus propias
subtramas.
En estos primeros seis episodios, la segunda temporada de ‘Ted Lasso’ arriesga más en sus formas
ampliando los horizontes de su mundo en cuanto a creatividad y desarrollo
de personajes, confirmándose así como
una de las mejores y más originales series del momento. Está
interpretada con excelencia y también es cálida, emotiva, optimista y
reconfortante, pero
tampoco renuncia a mostrarse seria y tajante en varias ocasiones. Porque sí, por supuesto que podemos volver a disfrutar de su
hilarante mezcla de humor bobalicón y chistes culturales rebuscados de
forma inteligente -los cuales no son del gusto de todos-. Sin embargo, si bien en
las instalaciones deportivas todo son risas, fiestas y discursos de
superación,
ahí fuera les espera a nuestros protagonistas la misma realidad que a ti
y a mí: esa que es dura, injusta, cruel y muchas veces demasiado solitaria.
Este aspecto se aprecia especialmente durante la temporada gracias a
las marcadas relaciones que van surgiendo entre los protagonistas,
las cuales se desarrollan en el exterior con más frecuencia que en la
primera entrega. Prueba de ello es el
maravilloso episodio de Navidad, candidato a entrar en los tops de
los mejores de la historia, o todo el empeño que ponen los guionistas para
ofrecernos pequeñas grandes historias protagonizadas por personajes que
clamaban a gritos gozar de su momento de gloria. Además, la ficción también vuelve a hacer gala de
una inmensa inteligencia emocional y de un optimismo tan bien
planteado que ni en su punto más álgido llega a resultar tóxico. En
definitiva, después de ver los primeros seis episodios, podría parecer una
osadía afirmar que la serie mejora con creces a su tanda predecesora. Nada
lejos de la realidad, porque lo hace… y de una manera arrolladora.
Puntuación: 8,5/10
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