Esta entrega no es tan intrigante, pero sigue siendo una propuesta sólida,
entretenida y recomendable.
Han pasado unos meses desde que El Hierro se viese
agitada por una serie de asesinatos. La jueza Candela Montes empieza a acostumbrarse a este destino tan particular, pero sigue
empeñada en resolver
el caso de narcotráfico que involucra al empresario Díaz. Temiendo represalias de sus antiguos socios, Díaz se niega a colaborar con
ella, pero a pesar de esto alguien envía un sicario para matarlo.
Candela ha de ocuparse de ello al mismo tiempo que un desagradable conflicto
familiar que va a afectarla más que ninguno en su carrera: Gaspar y
Lucía son un matrimonio roto que luchan por la custodia de sus dos
hijas, Ágata y Dácil, sin detenerse a pensar
en lo mejor para ellas ni en el daño que les puede causar su enfrentamiento.
El conflicto dividirá la isla en dos, posicionando a todos a un lado u
otro y desembocará inesperadamente en
un asesinato con muchos posibles sospechosos.
Este viernes llega a Movistar+ la esperada segunda temporada de
‘Hierro’, el exitoso thriller creado por Pepe Coira (Auga
Seca) que vuelve a contar con su hermano Jorge Coira (Eroski
Paraíso) tras las cámaras. La anterior entrega, nos dejó unos
ocho episodios apasionantes en los que era difícil apartar la mirada. No
solo por su historia y sus personajes, sino también
gracias a los increíbles paisajes y las costumbres de un lugar tan cercano
como desconocido para muchos. Lo que nos lleva a reconocer que
la serie no funcionaría igual si no contara con El Hierro como principal
escenario, pues todo lo que tiene que ver con ella es su mayor virtud.
Una soberbia Candela Peña (La boda de Rosa) vuelve a interpretar a
su jueza tocaya de apellido Montés, que en esta temporada
ve aumentado su espectro de emociones al enfrentarse a varios asuntos que la
afectan especialmente. Si en la anterior entrega conocíamos a una Candela inadaptada, aunque firme y
tajante, en los nuevos episodios Peña
termina de construir a un excelente personaje que se muestra más frágil que
nunca, pero a la vez hace una increíble exhibición de fuerza, tenacidad y
corazón. Sin duda, la mejor figura femenina de la ficción española actual.
Además, pronto empezará a aumentar esa especie de ‘relación colaborativa’ que
tiene con el empresario Díaz. Interpretado con gran eficacia por
Darío Grandinetti (La isla de las mentiras), su personaje vuelve a demostrar que
tiene un don insólito para encontrarse en el lugar menos indicado en el
momento más inoportuno. Un recurso fácil utilizado con el objetivo de que, el habitante menos
querido de la isla, se convierta siempre en el enemigo público número uno,
provocando varias situaciones que a estas alturas de la historia ya resultan forzadas
y demasiado tramposas.
Con Kimberley Tell (Planeta 5000) destacando entre las veteranas de la
ficción, en esta segunda temporada tenemos
nuevas e interesantes incorporaciones al reparto. Como atracción
principal, al actor internacional Matias Varela (Raised by Wolves) se le nota muy cómodo interpretando a un desquiciado Gaspar Cabrera
que le viene como anillo al dedo. Sin embargo, aunque por razones obvias sea
un requisito fundamental, uno de los grandes alicientes de la serie es ver a
la enorme cantera de intérpretes canarios
volviendo a gozar de una amplia representación.
Como canario que soy, debo hacer un pequeño paréntesis para
reivindicar el infravalorado talento que tenemos en nuestras islas. Es un placer poder disfrutar de algunas muestras de nuestro arte
interpretativo en una gran producción televisiva. Entre algunos de los nuevos
intérpretes canarios seleccionados encontramos a Naira Lleó y
Aroha Hafez (La reina del sur) como madre e hija; Iris Díaz (El
comisario), que llena el hueco dejado en su momento por el personaje de
Mónica López; o Enrique Alcides (La estrategia del pequinés), el
encargado de encarnar al inescrupuloso antagonista hijo de Samir, la
malograda villana de Antonia San Juan.
A parte de sus interpretaciones, uno de los aspectos más apasionantes de esta
segunda temporada de ‘Hierro’ continúa siendo su meticuloso cuidado por los detalles, por muy pequeños que parezcan. Lo apreciamos en la isla y en
como todo lo que esta ofrece sigue teniendo un impacto enorme en cada plano, personaje e historia. Además, toda la cultura y las costumbres del Hierro se manejan con un hermoso
respeto. Sin Sanfermines o Fallas en Sevilla -si entendéis la referencia-. Asimismo,
la ficción
muestra con realismo los procedimientos judiciales y forenses, muy
lejos de ese tratamiento que realizan otras series, más cerca de la ciencia
ficción que de la realidad. No obstante, en estos nuevos seis
episodios, ciertos matices que sobresalían en la anterior entrega dan un significativo
paso atrás.
La serie toma un camino que se desvía excesivamente hacia el melodrama,
relegando la subtrama del narcotráfico a un segundo plano, algo que a
muchos podría parecerle menos intrigante e interesante. No digo que
esta no tenga cierto peso en la historia, sino que en vez de entremezclarse de
forma orgánica, parece
cumplir la función de un ‘parche narrativo’ utilizado con el objetivo de aportar ese suspense del que
carece la trama principal. Además,
su desenlace no está tan bien ejecutado ni resulta tan espectacular
como el de la primera temporada. No obstante, su conjunto sigue conformando
una propuesta sólida, entretenida y recomendable que cuenta con un aura
distinto al resto de ficciones similares. Una pena que sea la hora de despedirse.
Puntuación: 7/10
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