Sinopsis
‘Secretos de un matrimonio’ es una adaptación de la legendaria miniserie homónima de Ingmar Bergman que pretende reexaminar la representación icónica del amor, el odio, el deseo, la monogamia, el matrimonio y el divorcio a través de la perspectiva de una pareja estadounidense contemporánea.
Crítica de Secretos de un matrimonio
Después de sorprendernos con ‘The White Lotus’, ahora HBO (HBO Max) pretende rompernos el corazón con cinco episodios llenos de amor, pasión y dolor. Esta nueva miniserie es un remake de la magistral ficción homónima de Ingmar Bergman de 1973, la cual fue lanzada en formato de serie de televisión y, posteriormente, aprovechando el éxito arrollador, llegó a los cines de medio mundo con unas dos horas menos de metraje.
Una apuesta que asombra, porque la idea de revisar y actualizar una obra tan querida y que sigue tan vigente hoy en día se antoja tan osada como innecesaria. No obstante, para el director Hagai Levi, que además coescribe los libretos junto a Amy Herzog, este es un gran reto y una curiosa forma de explotar los puntos fuertes de ‘En terapia’ y ‘The Affair’, sus buques insignia.
Para los que no hayan visto la obra de Bergman, el argumento de ambas ficciones es el mismo: durante una entrevista, un matrimonio comienza a dudar sobre la estabilidad de su relación. Poco después, en una cena entre amigos, la pareja invitada empieza a discutir y esto saca a luz sentimientos ocultos en nuestros protagonistas, iniciándose así una crisis insalvable entre ellos.
Sin embargo, muchas son las diferencias que Levi y Herzog aplican a su versión como consecuencia de los cambios sociales y culturales surgidos en estos 48 años. Por ello resulta un problema, o puede que para algunos sea una bendición, el hecho de no conocer el material original, porque de esta forma no se puede apreciar si todas estas variaciones son profundas y relevantes de verdad. ¿Lo son? Depende.

Para empezar, en cada episodio asistimos a una introducción en la que vemos entre bastidores a miembros del equipo de rodaje -ataviados con mascarillas- y a nuestros protagonistas preparándose para la inminente acción. Una decisión confusa con la que Levi parece retarnos a olvidar que estamos ante una ficción y así absorbernos sin consciencia ni piedad en su estresante y asfixiante juego.
Esta trampa bien puede ser un experimento del director para probar su habilidad con el drama, o simplemente es un homenaje a todo el personal que realizó un gran trabajo en época de COVID-19. Sea lo que sea, no es un recurso que termine de convencer. Además, en esta versión se han invertido los roles tradicionales de género, un añadido necesario pero opacado por otras decisiones cuestionables.
Los elegidos para sustituir a los protagonistas originales Liv Ullmann y Erland Josephson son los atractivos Jessica Chastain (Ava) y Oscar Isaac (Dune), los cuales comparten una gran química que hipnotiza desde su primera interacción. A su manera, Chastain recuerda muchísimo a Ullman, solo que esta vez interpreta a una mujer que ha sido educada para cultivar su talento y llegar lejos a base de trabajo, aunque para ello deba pasarse la mayoría del tiempo en la oficina.
En cambio, el personaje de Isaac trabaja desde casa y se siente mucho más vinculado a las labores del hogar y al cuidado de su hija. Pero esto no debería ser un motivo suficiente para justificar la trama, ya que el ejemplo contrario de este tipo de matrimonios ha sido la tónica habitual a lo largo de nuestra existencia. Aquí el asunto va por otro lado.

El problema llega cuando Mira (Chastain) empieza a darse cuenta de que ambos no siguen la misma corriente. Ella no está segura de que los dos formen la pareja perfecta, mientras que Jonathan (Isaac) está seguro de que son el matrimonio monógamo ideal, tan perfectos en lo emocional que incluso pueden renunciar a la pasión. Sin embargo, tanto ella como él están repletos de inseguridades que no hacen otra cosa que añadir más leña al fuego.
Es entonces cuando Levi convierte a Mira en un personaje de representación inusual en ficción: una mujer que lleva la voz cantante en todo momento, tomando la iniciativa y arrasando con todo a su paso exhibiendo un extraño comportamiento rara vez explicado. Esto hace que, a su vez, resulte muy interesante ver a Isaac interpretar el papel de un marido en una posición tan vulnerable y reservada normalmente para las mujeres.
Este concepto quizá pueda desconcertar a algunos espectadores, al igual que tampoco se puede negar que Mira, por su comportamiento y sus actos, podría parecer la descripción misógina de una mujer moderna. Pero hoy en día es de agradecer que, en esta ocasión, sea ella la figura egoísta y desagradable de la ficción, a pesar de que Jonathan no se salva de su buen puñado de irritantes defectos.
Y tras el final del primer episodio, cuando ambos empiezan a exteriorizar lo peor de ellos mismos, una agresiva ventisca de conversaciones incómodas, gritos y sufrimiento pasa ante nosotros a través de largas escenas en las que Chastain e Isaac se destruyen a sí mismos y pelean como dos titanes sueltos en un ínfimo cuadrilátero. Es evidente que, en cuanto a talento se refiere, los dos destacan como si apenas les supusiera un gran esfuerzo, y verlos sumergidos entre todos estos violentos tira y afloja resulta todo un extraño placer.

Tanto Bergman como Levi depositan gran parte de su confianza en la brillante interpretación de sus protagonistas. Sin embargo, el segundo prefiere exprimir ciertos elementos dramáticos -mostrar a la hija en algunos pasajes clave es claro síntoma de ello-, los semidesnudos y las escenas de sexo que los diálogos inteligentes y profundamente reflexivos de la obra original. Sí que consigue que su atmósfera oprima y sus planos asfixien, aunque a esta versión le falta mucho de la garra, la brutalidad y la toxicidad que rebosaba la de Bergman.
Tampoco es una propuesta que hoy en día vaya a resonar de la misma forma que lo hizo en 1973, sobre todo teniendo en cuenta todos los terribles eventos que han acontecido en el mundo durante estos últimos años. ¿Un matrimonio heterosexual de buena posición discutiendo y divorciándose? Es una historia arquetípica y muy humana, claro, pero no es que sea algo demasiado relevante a estas alturas de la vida.
Dicho esto, esta versión de ‘Secretos de un matrimonio’ añade más prestigio al currículum de Chastain e Isaac, pero no aporta nada lo suficientemente original ni interesante que consiga justificar su existencia. De hecho, es extraño que Levi haya decidido reimaginar esta obra de Bergman de una forma tan mansa y con un trato tan superficial de esos supuestos cambios sociales y culturales que pretende retratar.
Y es que estamos en el 2021, y como bien dice el personaje de Corey Stoll (Billions) durante la cena del primer episodio, en la actualidad existen muchos otros modelos de pareja que también desean ser representadas. Por supuesto, Levi no habría añadido esta frase al guion si no fuera consciente de ello, pero incluso así, el director ha optado por unas decisiones muy conservadoras y poco valientes en este aspecto. Una pena, porque si hubiera sido al contrario, la ficción tendría mucho más valor en todos los sentidos.
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