Sinopsis
En ‘¿Quién es Anna?’, una periodista con mucho por demostrar investiga el caso de Anna Delvey, la legendaria heredera alemana y estrella de Instagram que le robó el corazón a la élite social de Nueva York… y también su dinero. Pero ¿es Anna Delvey la mayor estafadora de la ciudad o tan solo el nuevo rostro del sueño americano? Entre Anna y la periodista va surgiendo una peculiar relación de amor/odio mientras Anna aguarda su juicio y la reportera lucha contrarreloj por responder la gran pregunta que flota sobre Nueva York: ¿Quién es Anna Delvey?
Crítica de ¿Quién es Anna?
La joven y misteriosa mujer que da título a la nueva miniserie de Netflix no llegó a infiltrarse en las más altas esferas como el ‘Pequeño Nicolás’. Sin embargo, esta tal Anna Sorokin, mejor conocida como Anna Delvey, consiguió meterse en el bolsillo a la élite de Nueva York de una forma tan fácil que aterra. Aterra sí, pero no sorprende, porque en esta burbuja parece ser que, cuando el dinero es lo único que realmente deseas y tienes, si alguien dice manejar tanto o más que tú el resto da igual, ya has sido cegado por el brillo de la fortuna.
Creada por la aclamada Shonda Rhimes (Anatomía de Grey), la ficción está contada principalmente bajo el punto de vista de la Vivian de Anna Chlumsky (Veep), quien interpreta con solvencia a la versión ficticia de Jessica Pressler -algunos nombres han sido cambiados-, la autora real del artículo en el que se basa la producción. Salvando las distancias y por poner un ejemplo más o menos reciente, la serie funciona de una forma parecida a ‘El secreto de Selena’, pero con un tono más ligero y realizando un retrato mucho más desenfadado del periodismo.

De esta forma, la ficción gira alrededor de la vida de Vivian mientras intenta averiguar todo sobre Anna. Ella, que necesita salvar su carrera cuanto antes, se obsesiona con la estafadora y su historia hasta el punto de realizar esfuerzos titánicos durante su embarazo. Por ello, llamémoslo ironía o reflejo fidedigno de nuestra sociedad, con la idea de lavar su imagen a su costa Vivian se acerca a ella movida por el mismo interés con el que Anna se presentaba a los demás.
Así, en medio de la investigación y las dificultades que debe enfrentar la periodista en su día a día, los testimonios de Anna y de los que alguna vez estuvieron en su círculo cobran vida tan pronto como Vivian empieza a efectuar las entrevistas pertinentes. Como no podía ser de otra manera, cada uno cuenta con su propia visión de Anna como persona y de sus vivencias con ella, algo que influye a la hora de retratar al personaje en las distintas crónicas. A su vez, Anna tiene su versión personal de los hechos, por supuesto.
Una sobresaliente Julia Garner (Ozark), quien además domina a la perfección el extrañísimo acento de su personaje, es la encargada de interpretar a Anna Devlin. Garner consigue dar forma a una persona impredecible, impenetrable y fascinante. Incluso temible y agresiva en su modo de lograr lo que se propone. Es una joven manipuladora que está obsesionada con los lujos. «Lo VIP es mejor», repite como si se tratase de un mantra. No obstante, en su libertad también quería ser tomada en serio como una mujer de negocios, pero con el evidente machismo imperante y las dudas acerca de su fortuna, Anna se topó con muchos obstáculos a medida que avanzaba en su intento por abrir su negocio.
¿Tuvo alguna influencia su género a la hora de ser juzgada? Creo que sí, sin duda. Al fin y al cabo, no olvidemos que en Wall Street hay cientos de hombres que hacen lo mismo que ella día tras día y no pasa absolutamente nada. Y Rhimes se ha encargado de que este pequeño gran matiz sobre su historia tome cierta importancia en la trama.

A medida que el misterio se va desenredando a base de anécdotas sueltas, la serie nos lleva por un camino en el que debemos decidir si Anna merece nuestra admiración o nuestro odio, pero siempre juzgando después de intentar entenderla. Por ello, pese a no cometer el error de romantizar a Anna, la ficción tampoco la demoniza del todo a lo largo de estos seis primeros episodios enviados a la prensa. Y es que, más que biografiarla, Rhimes construye al personaje como el enigma andante que es.
No solo por su actitud durante las diferentes entrevistas, sino porque los guionistas se encargan de que nunca emitamos un juicio unilateral y definitivo sobre ella, ya que la mayoría de veces hay un hecho, una aclaración o un implicado que aporta el beneficio de la duda a todo lo que hemos presenciado. Es más, parece que la intención de Rhimes es la de hacernos sentir como una de esas personas que se introducían en su círculo, se embriagaban sin explicación de sus escasos encantos y luego descubrían aterrorizados sus tejemanejes. ¿O quizá la culpa es precisamente de los que la rodeaban?
Más que una biografía o una serie de misterio, ‘¿Quién es Anna?’ es un retrato del capitalismo y el elitismo más repulsivo. Una burbuja corrupta en la que el dinero lo mueve absolutamente todo y donde cada día sus habitantes, incluso a sabiendas de que de la noche a la mañana pueden convertirse en seres prescindibles, buscan nuevas formas de sentirse todavía más privilegiados. Ahí es donde entra Anna como la más lista de la sala, analizando a cada uno de ellos y aprovechándose de sus empaches de riqueza o de su sed de éxitos.
A su vez, la ficción expande demasiado sus miras hacia otros personajes secundarios que representan a las distintas personas que pueblan las clases media y alta de Nueva York. Todo este contenido provoca que sus episodios adolezcan de una larga -kilométrica- duración, así como de un cierto tono telenovelesco muy ‘Scandal’. Y aunque aun así resulta una miniserie adictiva y con todo el potencial para ser un gran éxito,sin duda su apartado más frustrante reside en un guion incapaz de posicionarse ni de aclarar nada sobre su antiheroína. Tras seis largas horas, todavía no tengo ni idea de quién es Anna.
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