Sinopsis
Un día cualquiera en ‘Y: El último hombre’, un cataclismo elimina a todos los mamíferos con cromosoma Y, salvo a un hombre cisgénero y a su mono. Esta es la historia de los supervivientes de este nuevo mundo, que se esfuerzan por restaurar lo que se ha perdido e intentan aprovechar la oportunidad de construir algo mejor.
Crítica de Y: El último hombre
Después de tantos años con problemas de producción, cambio de showrunner y varias espantadas por parte de algunos miembros del reparto, por fin se estrena en Disney+ Star esta serie post-apocalíptica de ciencia-ficción basada en la aclamada saga de DC Comics de Brian K. Vaughan y Pia Guerra. ¿Qué pasaría si de repente murieran los mamíferos con cromosoma Y? ¿Cuál es la causa? ¿Y por qué de todos ellos tan solo han sobrevivido un hombre cisgénero y su mono?
Todas estas interesantes preguntas son las que pretende responder una propuesta que llega para darle una nueva oportunidad al género tras la fallida ‘The Stand’. Sin embargo, es una pena que este comienzo sea tan descafeinado.

Tan solo hace falta echar un vistazo a los primeros números del cómic para darnos cuenta del problema, porque hasta el momento, en la serie creada por Eliza Clark (Animal Kingdom), no hay ni rastro de la acción, la violencia ni el humor que desprenden las viñetas.
Al menos, la ficción arregla una de las controversias más sonadas del tebeo añadiendo una mayor presencia de las personas transexuales, a las cuales ignoraba prácticamente por completo la sociedad casi binaria planteada por Vaughan y Guerra. Hay conversaciones acerca del asunto y los personajes son muy conscientes de que los cromosomas Y no solo forman parte de los hombres cisgénero. Lo peculiar de esto es que, en estos tres episodios, son más abundantes los diálogos sobre el tema que la representación en sí.
Curiosa también es la decisión del trato tan superficial que obtiene nuestro supuesto protagonista, además de acompañarlo de un mono CGI que, al menos en los episodios enviados a la prensa, hace un gran daño a la vista. Este Yorick de Ben Schnetzer (The Giant) solo es uno más ante la nómina de mujeres a las que Clark, al contrario que el cómic, iguala en importancia.
No es que esto sea un punto negativo ni muchísimo menos, pero sí que a la larga este último hombre no acaba interesando tanto como todo lo que tiene que ver con ellas. De hecho, entre Diane Lane (Uno de nosotros) como la senadora Jennifer Brown y Ashley Romans (NOS4A2) en la piel de la Agente 355 logran maquillar un poco este desaguisado.

En estos primeros tres episodios de ‘Y: El último hombre’ se puede apreciar que Clark ha introducido una enorme cantidad de cambios con respecto al material original, tantos que pierde gran parte de la personalidad del mismo en el proceso. Y es que los guionistas están más concentrados en ajustar todo su mundo a los patrones de la sociedad actual que de hacer justicia a sus personajes.
Además, en este comienzo la serie está más enfocada en la política y las nuevas dinámicas de poder que surgen tras el desastre, dejando así un poco de lado la parte más humana de la historia. Una ironía que nos recuerda a ciertas prácticas ejercidas al principio de la pandemia del COVID-19, cuando los políticos parecían estar más preocupados por su posición que de buscar soluciones.
El primer episodio se toma todo su tiempo para presentar a los personajes antes del desastre, culminando con una mirada fugaz al suceso. Tras este breve clímax, por desgracia lo que sigue son dos episodios en los que la trama no termina de cautivar ni de dar un paso al frente hasta el último minuto, en el cual parece que asistimos a un verdadero intento por avanzar en la historia.
Pero todo lo hace con un ritmo más tedioso de lo esperado y unas formas carentes de todo el impacto, la chispa y la gracia del tebeo. Al final, después de tantos problemas y contando con un material original tan rompedor, por el momento la serie muestra graves síntomas de ser otra de esas propuestas post-apocalípticas televisivas que ya hemos visto antes.
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