Sinopsis
En ‘Todos mienten’, Macarena se acuesta con el hijo de su mejor amiga y alguien sube el vídeo a internet. Ese día se pone patas arriba la vida de Belmonte, una apacible urbanización de clase alta. A partir de ahí, una frenética cadena de consecuencias hace que todos sus habitantes se enfrenten a sus miserias y secretos más profundos. Amigas que se odian, hijos con vidas paralelas, matrimonios con forma de estafa, amantes inesperados, cuchillos japoneses que cambian de mano, crisis matrimoniales, y para complicarlo todo un poco más, un terrible asesinato. Un misterio que no será sencillo desentrañar porque preguntes a quien preguntes, todos mienten.
Crítica de Todos mienten
Tras ‘Supernormal’, Movistar Plus+ vuelve a hurgar en la vida de los nuevos privilegiados con este thriller creado y dirigido por Pau Freixas (Benvinguts a la família). Una ‘Big Little Lies’ a la española que además funciona como una especie de versión light y mucho más desenfadada de ‘El desorden que dejas’. Por ello, aunque nos encontramos en medio de un asesinato rodeado de individuos sospechosos, la serie se desvía tanto del ‘whodunit’ tradicional como del absoluto melodrama a la hora de meternos de lleno en el día a día de este grupo de habitantes de Belmonte.
Aquí, el hecho de conocer la identidad del asesino no resulta tan importante como el desgranar a sus personajes principales, en especial a las mujeres que pueblan este barrio burbuja donde solo puedes optar a ser lo que se espera de ti. Ya sabemos que sufrimos por no querer sufrir, porque el ser humano no está diseñado para ser feliz ni cuando alcanzamos aquello que se conoce como la vida modélica. Y si todo esto lío se puede representar con un toque de humor negro, pues mejor.

Como mencioné con anterioridad, en este tablero lleno de lujos las mujeres son las principales protagonistas y cada una de ellas cuenta con su propia forma de ver las cosas. Claro está, a su vez tienen varias caras al igual que la mayoría de los personajes, impulsivos y torpes todos ellos, algo que da mucho juego a lo largo de los episodios. El problema es que, como bien reza el título, todos mienten y van cambiando de versión escena sí y otra también, y esto hace muy difícil la tarea de creer y empatizar con cualquiera de los habitantes de Belmonte.
Sin embargo, realmente el grueso de la historia gira en torno a Macarena (Irene Arcos) e Iván (Lucas Nabor), una profesora y su alumno cuyas vidas han dinamitado tras un filtrado calentón. Al principio, Macarena no parece ser consciente de la gravedad de la situación que acarrean las acusaciones y tiene sus razones obvias que se irán descubriendo poco a poco. Por su parte, Iván, llamémoslo niñato pretencioso o pobre incomprendido, es el que peor parado ha salido de todo esto. Muerto ni más ni menos.
Si por casualidad logras ponerte de lado de alguno de los numerosos protagonistas puede que de repente uno suelte perlas como «Coreanos, chinos… son todos iguales» o «¿Acaso es más importante estar con el bicho ese?», refiriéndose a un pobre caballo que no tiene la culpa de nada. No solo eso sino que, desde lo que ocurre hasta las relaciones entre los personajes, aquí casi todo alcanza a veces niveles surrealistas. Por ejemplo, Maite (Miren Ibarguren) no parece el modelo típico de inspectora de policía, eso desde luego, principalmente por su forma de ser y de actuar.
Sobre sus métodos, mejor ni hablemos… Para colmo es la ex del hermano de la acusada y encima este es abogado. Incluso vemos a Macarena teniendo una sesión con su marido psiquiatra y calculador tras destaparse el pastel mientras se dan auténticos sopapos verbales. ¿Y su hija y la madre de Iván? De las más afectadas. Esto hace que muchos de los personajes, por su posición y por los secretos que van aflorando, tengan la posibilidad de pisotearse los unos a los otros sin despeinarse. Además, la mayoría de ellos tienen ‘motivos suficientes’ para matar a Iván.

Claro, todo funciona mejor cuando cuentas con un reparto que se complementa tan bien como este, especialmente las mujeres. A las ya mencionadas Arcos e Ibarguren se unen los personajes de Ana (Natalia Verbeke) y Yolanda (Eva Santolaria), la cual tiene su gran momento de gloria con un enorme y doloroso monólogo en el quinto episodio. Pero si a esto le sumas nombres masculinos de la talla de Leonardo Sbaraglia, Ernesto Alterio o el brillante Juan Diego Botto poco podía salir mal en este apartado y eso que, la presentación de los personajes, resulta un tanto enredada debido a la narrativa no lineal que va saltando de un día a otro, horas antes y horas después de forma anárquica.
Un puzzle que más que un rompecabezas es una sucesión aleatoria de eventos tan caóticos como la mente de los protagonistas. Además, estos se resuelven un tanto a trompicones y sin demasiada elegancia, pues el guion en ocasiones juega sin avisar con las perspectivas de los protagonistas y eso hace a la serie algo tramposilla de más.
Sin embargo, su embrollado guion es lo que precisamente la hace tan divertida, cruel y desmelenada y lo que a su vez la distingue de muchas otras propuestas parecidas. Sobre todo porque, aunque Belmonte parezca otro mundo muy diferente al que estamos acostumbrados la mayoría de los mortales, a medida que ‘Todos mienten’ avanza se nos revuelve el estómago al damos cuenta de que se parece más al nuestro de lo que nos gustaría. Excepto por el dinero y los lujos, claro. Mención especial para la dirección de Freixas quien, haciendo un apropiado uso de tomas largas de distinta duración, consigue introducirnos de lleno en la burbuja y además logra sacar todo el partido a su reparto.
Y ojo al desenlace, una locura para debatir en el que el concepto de moralidad salta por los aires. ¿Haríamos lo mismo que los personajes si estuviésemos en su situación? Probablemente. Como dijo el personaje de Steve Zahn en la maravillosa ‘The White Lotus’: «De niños todos queremos ser los héroes de la historia, pero al final tan solo te alegras de no ser el villano.» ¿O es que podemos llegar a un punto en el que incluso eso nos da igual con tal de salirnos con la nuestra?
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