Sinopsis
En ‘Solo asesinatos en el edificio’, cuando se produce una escalofriante muerte en su exclusivo edificio de apartamentos del Upper West Side, un trío de desconocidos sospecha que se trata de un asesinato y emplea sus amplios conocimientos sobre crímenes para averiguar la verdad. Los tres graban un podcast para documentar el caso donde desentrañan los complejos secretos del edificio que se remontan a años atrás.
Pero lo que puede ser aún más explosivo son las mentiras que se cuentan unos a otros. Este trío en peligro no tardará en darse cuenta de que un asesino podría estar viviendo entre ellos así que deberán apresurarse en descifrar las pistas antes de que sea demasiado tarde.
Crítica de Solo asesinatos en el edificio
La marca Star continúa creciendo en Disney+ con esta nueva serie original creada por John Hoffman (Un perro de otro mundo) y Steve Martin (La pantera rosa 2), que además encarna a uno de los protagonistas. La ficción es un whodunnit que retrata en clave de comedia el mundo de los podcasts ‘true crime’ tan prolíficos a lo largo y ancho de Internet desde hace ya unos años.
Gracias a ello, la misma da la sensación de ser un añadido muy fresco dentro de un género atiborrado de propuestas que rebosan drama y violencia -elementos que esta también utiliza, aunque en dosis mucho más pequeñas-, y funciona asimismo como el antónimo directo de series recientes como ‘Truth Be Told’.

La serie planta las semillas de su misterio mientras nos presenta a unos protagonistas que, a pesar de vivir en el mismo edificio y cruzarse unas cuantas veces al día, deciden hacerse caso por primera vez gracias a una pasión en común: el podcast ‘true crime’ más famoso del momento.
De esta forma conocemos a Charles (Steve Martin), un actor olvidado; Oliver (Martin Short), un director de Broadway en apuros; y Mabel (Selena Gomez), una joven tan solitaria como misteriosa. Tres individuos completamente dispares entre sí cuya relación pasa por todos los estados posibles a la vez que encuentran pistas y desentrañan un secreto tras otro. De hecho, además de su pletórico reparto, algo en lo que la ficción acierta de lleno es en la construcción de estos personajes.
Los tres se debaten constantemente entre la soledad, la nostalgia y la melancolía, aprovechando así los momentos que pasan juntos para investigar y hacer algo de comedia a modo de terapia para lamerse las heridas del alma. Charles -que además parece compartir algunos paralelismos con Martin- oculta una cara muy triste tras su encantadora fachada, mientras que Oliver continúa viendo el mundo a través de su mirada creativa.
Ambos tienen ganas de volver a demostrarse a sí mismos que siguen siendo válidos en una sociedad que, aunque los reconoce como viejas glorias, en realidad los ha olvidado por completo como profesionales. Mabel por su parte parece ser la que tiene las cosas más claras en el trío, pero por dentro lleva una gran carga que la empuja a ser como es.

Se agradece infinitamente que ‘Solo asesinatos en el edificio’ no quiera ser una comedia al uso, porque además de hacer reír tiene corazón e intenta profundizar en sus protagonistas mediante una inesperada libertad. Incluso en ocasiones se permite el lujo de jugar a ser algo surrealista. Y al contrario de lo que a priori debería ser su mejor carta, el misterio que nos plantea no es lo más interesante.
En realidad, este es lo más prescindible de todo. Claro, si en una serie de este tipo el crimen resulta ser lo más flojo del conjunto podría verse casi como un sacrilegio, pero nada más lejos de la verdad. La virtud principal de la ficción reside en el desarrollo de sus personajes principales, y sus secretos son mucho más atractivos de desvelar que la identidad del asesino de marras.
La serie también intenta sorprender dentro de la zona de confort que crea a medida que avanza. Un ejemplo indudable de ello es el curioso séptimo episodio, mudo en su mayoría. Pero más llamativo es el hecho de que, aunque los personajes secundarios no se encuentren tan desarrollados, sí que gozan de su propia voz en cada capítulo ya sea como narradores o protagonizando sus propias pequeñas subtramas.
Es un movimiento arriesgado que sin duda eleva la calidad su nivel narrativo. Todo esto, unido a algún que otro cameo tronchante y sorprendente, deja bien claro que en esta ficción lo más importante no es el asesinato en sí, sino todas las personas directa o indirectamente involucradas. No te la pierdas, porque es ideal para amenizar el final del verano.
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