Sinopsis
En ‘Que te den, Kevin’, Allison McRoberts (Annie Murphy) es guapa y tiene sentido de humor -aunque suele ser el objeto de muchos de los chistes-. Además, está casada con un hombre que parece haber ganado la lotería en cuanto al matrimonio se refiere, porque ella es espectacular y él es… gracioso. ¿Pero qué pasa cuando seguimos a Allison más allá de la esfera de su marido? ¿Qué pasa cuando por fin se da cuenta y se rebela contra las injusticias de su vida?
Crítica de Que te den, Kevin
Si después de ver ‘Bruja Escarlata y Visión’ te has maravillado con su mezcla de formatos televisivos, y tras el final de ‘Physical’ sientes un vacío en tu interior, entonces estás en el lugar adecuado. La nueva serie que estrena AMC este mes es un poco de una y otro pellizco de la otra.
De la primera se puede apreciar ese cambio entre el sitcom y el drama de una forma aún más radical y aleatoria, mientras que de la segunda nos volvemos a encontrar con una ama de casa torturada por las costumbres del matrimonio machista que siente la necesidad de dar unos cuantos pasos hacia adelante. Sin embargo, la ficción que nos atañe toma un propio y curioso camino del cual tan solo se han recorrido unos pocos metros durante los primeros cuatro episodios que el canal nos ha facilitado.

Este es, por si había alguna duda, un camino que se va oscureciendo con el paso de los minutos en el mejor sentido de la palabra, aunque solo para el espectador. Porque Allison (Annie Murphy), nuestra asfixiada protagonista, sufre y vive a contracorriente entre dos ‘universos’ diferentes: el suyo y el de su marido. El de ella es un drama de fotografía oscura más apegado a la realidad de su vida y a la de esas ciudades olvidadas de Estados Unidos que yacen no muy lejos de las más grandes. El de su esposo, una sitcom en la que todo son colores vivos, chistes malos y risas enlatadas.
De esta forma, la serie nos presenta el otro lado de las comedias de situación, esas que hemos visto incontables veces a lo largo de nuestra existencia sin pararnos a pensar en aquellos matices que no se aprecian tanto a simple vista como ‘tras las cámaras’, en especial en lo que se refiere a las amas de casa.
Allison sabe que ha tomado la peor decisión de su vida al casarse con Kevin -la versión caricaturizada y extrema del George Cooper Sr. de ‘El joven Sheldon’-, pero las circunstancias han provocado que ella sienta una terrible impotencia ante su propia falta de iniciativa. Quiere ser escuchada, comprendida y libre para tomar sus decisiones. No obstante, todas sus acciones tienen que ser para agradar a un hombre vago, egoísta y carente de toda empatía hacia ella. Y todo este dolor y frustración lo vemos reflejado fuera del sitcom.
Lo cierto es que, si tanto la serie como su protagonista funcionan, es gracias a la sobrecogedora interpretación de Annie Murphy (Schitt’s Creek). No hay ninguna otra palabra que pueda definir a Murphy que no sea fantástica. La actriz canadiense nos ofrece una enorme cantidad de matices interpretativos entre los diferentes formatos y carga con todo el peso de la ficción sobre sus hombros. ¡Menos mal que no dejó la la profesión!

Por otro lado, el tono de las partes sitcom es mucho más exagerado y estridente, pues representan la manera en la que Kevin, Neil el vecino y Pete el suegro ven los eventos en los que participan, lo que convierte a estos personajes en los máximos exponentes de lo ‘gracioso’ y desagradable. Pero es de suponer que esa sea la intención: que cada una de estas secuencias chirríe en nuestro cerebro, porque es así como Allison se siente mientras vive en medio de toda esa sarta de tonterías con la necesidad constante de acabar con todo -literalmente- y huir.
En realidad el humor, el cual ni mucho menos desaparece en el formato dramático, no es demasiado inspirado y en muchas ocasiones cuenta con una gruesa capa de tristeza. Sin embargo, lo más doloroso es no poder evitar reírse de vez en cuando en algunos de estos momentos, algo que podríamos definir como una risotada culpable. Perdónanos Allison.
En estos primeros cuatro episodios, ‘Que te den, Kevin’ muestra un enorme potencial todavía por explotar. Es cierto que, por el momento, su ambición y su resultado no se equilibran de la misma manera, pero no por ello deja de ser notable. Además, resulta muy original, entretenido e interesante el poder contemplar una serie valiente que evoluciona e involuciona constantemente a la vez que alterna entre diferentes géneros.
Por ello, este viaje que lleva a nuestra protagonista por la risa y el llanto, la torpeza y el vigor, la inseguridad y el empoderamiento o el amor y la venganza -y viceversa-, puede convertirse con facilidad en una de las mejores ficciones del año si es capaz de llevar todas sus ideas a buen puerto con el paso de los capítulos. Quién sabe qué sorpresas nos deparará el resto de la temporada, porque tal y como acaba el cuarto episodio parece que se vienen muchísimas curvas. Una alegría que además haya sido renovada.
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