Tan cruda como delicada, la ficción es una de las producciones televisivas más relevantes
que se han realizado en nuestro país en los últimos años.
Roberto es un chico de pueblo
en busca de una identidad propia. Para ello, tendrá que luchar contra la
incomprensión de sus padres, su dura integración en una sociedad homófoba, sus
primeras aventuras amorosas y sexuales o su llegada a la capital.
Este viernes, por fin se estrena en TNT una de las series
españolas más esperadas del año. Y con razón. Basada en su propia vida, la
ficción creada por el polifacético
Bob Pop llega en el mes perfecto, en la época ideal y en el momento más
oportuno. ¿Por qué? Pues no solo porque sea el mes del orgullo ni porque
su título sea toda una transgresora y descriptiva declaración de
intenciones. También se debe a que cualquier ocasión es la correcta cuando se trata de
enfrentarse a
una historia que lo tiene todo para divertirnos, hacernos reflexionar y
encogernos el corazón a partes iguales. Así, a través de recuerdos algo desordenados pero minuciosamente
seleccionados, Bob hace un recorrido por algunos de los momentos más
relevantes, entrañables, cómicos y desgarradores de su vida. Una decisión
narrativa que se beneficia de una gran dirección de Alejandro Marín y un
montaje ejemplar de Alberto Gutiérrez.
Pero si de algo se beneficia la serie hasta la extenuación es de
un reparto brillante y escogido con elegancia. Gracias a ello, el
debutante Gabriel Sánchez es el encargado de dar vida al Bob -Roberto- más joven
y lo hace con una delicadeza entrañable. Sánchez consigue reflejar en
este Bob ‘perdido’ toda esa inocencia y confusión derivadas de la búsqueda de
su identidad,
brillando sobre todo en esas secuencias en las que su imaginación entra en
juego. Por su parte, Carlos González (Señoras del (h)AMPA) encarna al protagonista en su etapa de los 20 y 30 años. Su Bob, aunque
algo más curtido en la vida,
se toma las cosas con mucho más humor mientras continúa su proceso de
autodescubrimiento e intenta cumplir su sueño de ser escritor. González
realiza
un trabajo impecable con el que seguramente obtendrá algún que otro
premio. Vamos, sería lo de menos, porque
lo que es capaz de inspirar con cada mirada y cada gesto no está al alcance
de muchos.
Pero, más allá de ese tono humorístico que en ocasiones aporta el
protagonista, el verdadero aspecto hilarante de la ficción reside en el
personaje interpretado por una saladísima Candela Peña (Hierro). Su Lucía, la madre de Bob, es
un terremoto lleno de egoísmo que hasta consigue provocar simpatía,
algo que por supuesto solo Candela es capaz de conseguir con tanta eficiencia.
Además, también nos encontramos con excelentes secundarios interpretados
por Alba Flores (La casa de papel), Miguel Rellán (Vergüenza) y Ramon Pujol (Fin de siglo),
por citar a algunos. Como curiosidad, Bob y Marín deciden no mostrar la cara
del padre en ningún momento, porque cuando el odio se manifiesta en formas
tangibles lo mejor es invisibilizarlo. Sin embargo, la voz y el mentón
de Carlos Bardem (El Cid) son inconfundibles y
tampoco es que necesite enseñar la cara para inspirarnos el mismo miedo y
asco que a Bob.
‘Maricón perdido’ es
una de las producciones televisivas más relevantes que se han realizado en
nuestro país en los últimos años. De forma tan cruda como delicada, la serie muestra la realidad
sin renunciar a utilizar todos los recursos propios de la ficción,
incluidos algunos momentos oníricos y surrealistas que le aportan una
gran personalidad. Además, aquí
todo se cuenta sin filtros ni complejos, y tanto el sexo como cualquier
otro aspecto explícito o violento cuentan con una una representación efectiva y cuantiosa. Por otro lado, la propuesta también está llena de
situaciones simpáticas, emotivas y desgarradoras del pasado, pero Bob
realiza en sus libretos una cierta ‘desromantización’ de la nostalgia:
lo que fue bonito fue bonito y lo que fue horrible fue horrible,
sin cursilerías ni excesivos alardes melodramáticos. Solo sufrir, recuperarse, reír y seguir hacia delante. Y punto.
Quizá, la primera mitad funciona algo mejor que la segunda, pero
hay tantos matices diferentes condensados en cada uno de estos episodios
de 30 minutos que resulta muy fácil pasar de la sonrisa al llanto, de la
excitación al sonrojo, del repudio a la admiración y de la satisfacción a la
impotencia en un abrir y cerrar de ojos. Bob Pop ha creado
un acontecimiento nacional que debería resonar en el mundo entero.
Porque este un ejercicio de valentía soberbio. Un doloroso y
maravilloso ejemplo de autoaceptación en el que Bob refleja todas sus
vivencias y virtudes, pero también sus -NO- defectos.
Sin maquillaje. Sin azúcar. Sin vergüenza. Ya nos gustaría a todos
poder abofetearnos para luego abrazarnos a nosotros mismos de esta manera. Y
no penséis mal, pues aquí no hay nada de egocentrismos ni narcisismos.
Aquí solamente hay amor por lo que uno es y puede llegar a ser, incluso
cuando el camino está lleno de errores propios y obstáculos ajenos.
La serie es vida y es orgullo con mayúsculas. Gracias, Bob Pop.
‘Maricón perdido’ estrena sus tres primeros episodios el
18 de junio a las 22:00h en TNT. Los tres restantes
llegarán el día 25 a la misma hora.
Puntuación: 9/10
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