Una mezcla de terror y aventuras de alma tan noventera como moderna que
funciona a pesar de sus fallos.
Londres victoriano. Una banda callejera de adolescentes atribulados son
manipulados por el siniestro doctor Watson (Royce Pierreson) y su
misterioso socio, el esquivo Sherlock Holmes (Henry Lloyd-Hughes),
para que resuelvan extraño crímenes por ellos. A medida que los casos van tomando un horrendo cariz sobrenatural y un
poder oscuro se manifiesta en la ciudad,
los Irregulares deberán aunar fuerzas para salvar no solo Londres, sino el
mundo entero.
Los monstruos y lo sobrenatural llegan a Netflix con esta serie
creada por Tom Bidwell (La colina de Watership), que como curioso añadido
nos ofrece
la centésima reinterpretación de los míticos personajes de Arthur Conan
Doyle. En este Londres victoriano muy característico de la plataforma -y todo
lo que ello conlleva-, Bidwell realiza
una mezcla de géneros de alma tan noventera como moderna, entre la que
podemos encontrar toques de terror, aventuras, misterio, crimen y fantasía.
Además, el creador opta por usar
el método del procedimental durante gran parte de la temporada, en la que
en cada episodio se nos presenta a
‘un villano -o monstruo- de la semana’ al que atrapar.
No obstante,
los protagonistas de esta historia no son ni Sherlock ni Watson. Aquí, se
nos presenta a un grupo de adolescentes desolados liderados por
Bea (Thaddea Graham) que, junto a Billy (Jojo
Macari), Spike (Mckell David) y el recién llegado
Leo (Harrison Osterfield), protegen a su hermana
Jessie (Darci Shaw) de
un poder que esta posee y todavía no han conseguido comprender. Desde
luego, no estamos ante la pandilla más carismática de la ficción. De
hecho, están muy muy lejos de ello. Pero, al menos, cada uno de ellos logra
mantenerse gracias a un buen desarrollo de personajes, pese a que
la serie funciona mucho mejor cuando están todos juntos en pantalla.
De esta forma, a veces ya por inercia o por necesidad de respuestas, todos acaban trabajando para un más que lúgubre Watson (Royce
Pierreson). El famoso doctor, nos ofrece su faceta más pérfida y desquiciada
mientras
utiliza cualquier recurso a su alcance para lograr sus objetivos, aunque
esto implique poner vidas en riesgo. Por otra parte, en esta ficción
Sherlock (Henry Lloyd-Hughes) se encuentra muy lejos de ser ese detective legendario que todos conocemos. Más adicto e inservible de lo normal, esta acertada reinterpretación mezcla
de Robert Downey Jr. y Benedict Cumberbatch ya
no es capaz ni siquiera de distinguir la procedencia de un té. Por
fortuna, no todo está perdido.
‘Los Irregulares’ sorprende gratamente por
la cantidad de momentos inquietantes y desagradables que nos deja.
Bidwell se apoya en los códigos del terror y la aventura para dejarnos con una
historia que bebe mucho de Stephen King y también, salvando las enormes
distancias, tiene cosas de ‘Buffy’ maquilladas con la fórmula Netflix.
Además, aunque cuenta con ciertos altibajos de ritmo, la ficción
resulta entretenida en términos generales. Pero, si bien sus
interpretaciones son correctas -con alguna que otra excepción-, es en el
apartado técnico donde la serie destaca por encima de todo. Tanto
la ambientación, como el vestuario y los efectos especiales alcanzan un
nivel muy superior de lo que podría esperarse. Asimismo, la ficción
no escatima en sustos previsibles, violencia y sangre, rozando incluso el exceso en secuencias concretas.
Sin embargo, el resultado se ve algo lastrado por algunas elecciones musicales y un guion en ocasiones un tanto escaso, sobre todo cuando la serie intenta hacer uso de un sentido del humor más sonrojante que gracioso. Además, un aspecto que sí queda en duda es
la importancia real de utilizar la obra de Arthur Conan Doyle en esta
historia. Puede que para algunos sea un decisión del todo justificable, pero también
es posible que otros encuentren en esto un mero recurso para generar
interés. No obstante, aquí la cuestión es que, aunque va de menos a más, la propuesta funciona y funcionaría igual si Sherlock y Watson se llamaran
Paquito y Pepito. Al fin y al cabo, eso es lo esencial en cualquier producto de
entretenimiento… y
no es que sea algo fácil de conseguir, precisamente.
Puntuación: 6,5/10
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