Sinopsis
La historia de ‘La Rueda del Tiempo’ empieza con Moiraine (Rosamund Pike), miembro de una organización femenina increíblemente poderosa llamada Aes Sedai, llegando a la pequeña ciudad de Dos Ríos. Allí se embarca en un peligroso viaje por todo el mundo con cinco jóvenes, uno de los cuales ha sido profetizado como el Dragón Renacido y que salvará o destruirá a la humanidad.
Crítica de los tres primeros episodios de La Rueda del Tiempo
Una nueva serie de fantasía llega a Prime Video este viernes. Creada por Rafe Judkins (Uncharted) y basada en la popular saga de novelas de Robert Jordan, esta esperada adaptación nos introduce en un mundo de magia, luz y oscuridad que existe gracias a un mecanismo cósmico conocido como la ‘Rueda del Tiempo’. Este es un universo que cuenta con una mitología complicadísima de dominar al principio, pues está llena de conceptos religiosos, metafísicos y propios, así como de elementos de otras mitologías.
De esta forma, tras una de las peores introducciones que recuerdo -¿tan difícil era utilizar el oscuro y épico prólogo de la novela?-, la ficción sienta casi todas las bases fundamentales de la historia prácticamente en un abrir y cerrar de ojos, sin nada de tacto.
Así se nos introduce a Moiraine (Rosamund Pike), una Aes Sedai -poderosas hechiceras que dominan el conocido como Poder Único- y a su fiel guardián Lan (Daniel Henney) en su búsqueda del Dragón renacido, el ‘elegido’ de toda la vida. Tras esto, conocemos a Rand (Josha Stradowski), Mat (Barney Harris), Perrin (Marcus Rutherford) y Egwene (Madeleine Madden), habitantes de una pequeña y lejana aldea que se ven obligados a huir para enfrentarse a su destino.
En la novela, el proceso de aprendizaje de estos cuatro protagonistas es importante, pues poco a poco van adquiriendo experiencia y valentía y, pese a haber vivido algunos eventos trágicos al inicio, muestran una gran energía y fascinación a la hora de descubrir ese mundo tan desconocido para ellos.
Sin embargo, aquí todo esto se pierde porque a todos se les ve cansados y demasiado curtidos en ciertos aspectos, pero a su vez son tristones, planos y carecen de cualquier pizca de carisma. Tampoco les importa mucho lo que hay a su alrededor, o por lo menos la serie no da tiempo para detenerse a explorar ese matiz. Si es que existe, claro.
En cuanto a Moiraine y Lan, estos son más conocedores de las bondades y peligros que acechan en el camino, por lo que no dudan en presumir de ello mediante monólogos explicativos que funcionan mejor en papel. Una pena que algunos de estos diálogos no se hayan aprovechado para narrar secuencias que ayuden a construir este universo en pantalla, pues si queremos imaginar ya tenemos las novelas.
Por otro lado, Rand, protagonista indiscutible del libro, en esta serie recibe un trato bastante distinto. Y es que sus trágicas vivencias del principio son erradicadas y solo se le da importancia a su amor por Egwene, que sin dar detalles, aquí se hace del todo evidente. Por el contrario, los otros personajes principales reciben algo más de atención en su trasfondo para intentar justificar del todo sus decisiones.
De hecho, en este aspecto los guionistas habrán pensado que, en su inicio, el material original carece de los elementos dramáticos suficientes como para justificar su posterior desarrollo -o en su defecto su funcionamiento en televisión-, por lo que han visto bien añadir alguno que otro aunque resulten un tanto forzados.
Tras estos tres primeros episodios, ‘La Rueda del Tiempo’ resulta una adaptación bastante decepcionante. El montaje es demasiado apresurado, los diálogos palidecen gravemente en comparación con la novela y el nivel de las interpretaciones es irregular. En el apartado visual no puedo opinar, pues se me ha hecho imposible de apreciar debido a la calidad de imagen de los visionados recibidos, por lo que desconozco si la fotografía o los efectos visuales están o no a la altura de lo esperable en una ficción de gran presupuesto.
Sin embargo, sí que parece carecer de una identidad visual propia, ya que la puesta en escena no muestra ninguna ambición, y además, el diseño de producción fluctúa de forma extraña entre lo bueno y lo barato para ser una serie tan cara.
Además, es obvio que resulta imposible trasladar el detallismo y la vasta densidad de una novela así a un formato como este, pero aquí se notan demasiadas prisas a la hora de introducir a los personajes principales, todo con el objetivo de meterse de lleno en la aventura lo antes posible y así intentar desarrollar el resto por el camino.
Esto provoca que al final del terrible, aceleradísimo y desdibujado primer episodio el conjunto resulte casi tan desconocido como antes de darle al play, en especial para los que carecen de cualquier conocimiento acerca de este universo. También es verdad que el ritmo mejora ligeramente en los dos episodios siguientes, pero aun así esta urgencia sigue siendo inexcusable, sobre todo en una serie de plataforma de streaming que no necesita ajustarse a duraciones ni horarios.
Es más, resulta increíble la cantidad de buenos momentos que existen en la primera mitad del libro y que aquí, en vez de ser aprovechados para crear situaciones igual de icónicas o presentar aspectos de su mundo que en la ficción son tratados muy a la ligera, han sido desechados sin piedad o reducidos a su ínfima expresión por los guionistas.
Es una lástima, porque de momento no pasa nada que merezca ser recordado. Por lo menos, Judkins no parece avergonzarse del material original, al contrario de lo que ocurre con ese invento al que han llamado ‘Fundación’. Esta serie, eso sí, tiene el deber de mejorar una barbaridad en los próximos episodios, pues si este va a ser un reflejo del nivel de la próxima ‘El Señor de los Anillos: Los Anillos de Poder’ no puedo parar de temblar.
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