Sinopsis
‘Feria: La luz más oscura’ está ambientada en la sierra andaluza de los años 90. ¿Y si dos hermanas adolescentes descubren que sus padres son unos asesinos? Eva (Ana Tomeno) y Sofía (Carla Campra) tendrán que enfrentarse al horrible crimen que parece que han cometido sus padres, quienes, antes de desaparecer, han dejado atrás 23 víctimas. ¿Cómo van a sobrevivir estas hermanas en un pueblo que las odia? ¿Es posible que conocieran tan poco a sus padres, o existe algún motivo para que estuvieran implicados en este suceso? Este es el viaje que emprenderán Eva y Sofía en Feria, un pueblo donde la realidad esconde un universo fantástico.
Crítica de Feria: La luz más oscura
Estamos viviendo un nuevo amanecer para el terror fantástico en nuestro país, eso ya es obvio. En lo que a televisión respecta, tras varias propuestas más o menos acertadas, ahora llega a Netflix esta serie creada por Agustín Martínez (La caza. Monteperdido) y Carlos Montero (El desorden que dejas) la cual, al igual que la de Movistar+, vuelve a mezclar lo desconocido con la cada vez más creciente nostalgia noventera. De hecho, se podría decir que este es otro misterio de cultos más ambientado en otro de esos pueblos religiosos perdidos en los que nadie actúa con normalidad.
Lo es, claro, pero en cuanto el suicidio y lo sobrenatural entran en juego la cosa cambia un poco. Y es que los perpetradores de este inquietante enigma que se encuentra repleto de simbología y mitología del gnosticismo, se alimentan de la necesidad, por desgracia más habitual en la actualidad, de huir de un mundo cada vez más difícil para algunas personas, sea por el motivo que sea, o simplemente de hacerlo por puro fanatismo.

Sobre todo para tratarse de un pueblo, aquí la visión de la cultura pop española de los 90 resulta bastante ‘americanizada’, aspecto que se refleja en sus elecciones musicales y en las referencias que rondan por cada rincón. De todas formas, Martínez y Montero no hacen tanto uso de la nostalgia como otras producciones, algo que se agradece.
En especial, porque lo que la serie pretende mostrar ante todo es el viaje de autodescubrimiento y madurez de dos hermanas muy distintas entre sí. Interpretadas por unas notables Carla Campra (Señoras del (h)AMPA) y Ana Tomeno (La isla mínima), Sofía y Eva son dos adolescentes de distinta edad que han visto cómo todo en lo que creían ha sido destrozado de la noche a la mañana. Ambas se ven envueltas en todo este embrollo sobrenatural mientras tienen que enfrentarse a sí mismas, a sus conflictos humanos internos y a las consecuencias de sus más que cuestionables decisiones.
Resulta muy complicado empatizar y conectar con cualquiera de las dos. En concreto, Sofía toma demasiadas decisiones necias y egoístas. Sí, en parte empiezan a ser compresibles a medida que la historia progresa, ya sea por sus motivaciones identificables o simplemente porque todo termina convergiendo en ese inevitable punto de no retorno. Sin embargo, incluso teniendo todo en cuenta, muchas de ellas no tienen ningún sentido. Tampoco es que Eva lo haga todo como marcan los cánones, pero el verdadero problema de su personaje reside en un guion que la convierte en el centro de los dramas y conflictos más terrenales de la serie.
Además, el amor incondicional que siente por su hermana a veces parece más bien una conveniencia del libreto que algo realmente orgánico. Por otro lado, entre los personajes secundarios es una estelar Ángela Cremonte (Las chicas del cable) la que más llama la atención. Sin miedo a nada, la actriz se come la pantalla en casi todas sus apariciones.

‘Feria: La luz más oscura’ destaca en particular por su intensidad y su inquietante ambientación, así como por su notable coqueteo con varios subgéneros del terror. Mención especial también para sus efectos especiales, que sin ser asombrosos al menos resultan eficaces en todo momento. En cuanto a su misterio, quizá revela muchas de las respuestas demasiado pronto. Esto provoca que, una vez puestas todas las cartas sobre la mesa, la trama se desarrolle de una forma algo más previsible de lo esperado.
De hecho, en el guion no existen demasiadas sorpresas ni giros que no se vean venir de lejos, y la mayoría de lo que ocurre busca causar más bien un impacto visual en el espectador, sobre todo porque aquí podemos encontrar una buena cantidad de sangre, desnudos y situaciones de violencia gráfica realmente chocantes. Es más, en ocasiones resulta increíble que su calificación no sea para mayores de 18. Estaría rozando el límite, eso seguro.
Da la sensación de que, más o menos a mitad de temporada, sus creadores optaron por apartar el misterio para dar prioridad al viaje de identidad de las protagonistas, y la verdad es que funciona peor cuando se aleja de la locura para centrarse en su parte más dramática, porque la serie a veces se pierde en derroteros que no resultan tan atractivos como el resto. Es más, algunos de estos temas humanos fundamentales en los que pretende ahondar, como son el caso del cambio generacional o el despertar sexual, podrían haberse explorado con algo más de profundidad e imaginación.
No obstante, cuando abraza lo sobrenatural, lo onírico y lo demente, la ficción es capaz de arrollar sin complejos a muchas producciones extranjeras. A ver, no es que tenga el descaro ni la espectacularidad de ’30 monedas’, ni siquiera llegará a sorprender a los que la hayan visto, pero sí que en conjunto termina siendo todo lo que ‘Paraíso’ pudo ser y no fue -o no ha sido por el momento-.
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