No empieza con muy buen pie, pero poco a poco va ganando terreno gracias a la
química entre su reparto y algunos momentos entrañables.
Después de ser expulsado de la NCAA, el entrenador de baloncesto Marvyn Korn
(John Stamos) tiene la oportunidad de redimirse entrenando en un instituto privado de
élite. Pronto aprenderá que las jugadoras adolescentes
necesitan empatía y vulnerabilidad, unos conceptos ajenos a este
indiferente preparador. Poco a poco, Marvyn aprende a conectar con las jugadoras
y empieza a convertirse en la persona que siempre quiso ser. A su vez,
las chicas aprenden a tomarse más en serio y a
encontrar su sitio tanto dentro como fuera de la cancha
Tras
‘Somos los mejores: Una nueva era’, llega a Disney+ otra serie deportiva de entrenadores en proceso de
redención y deportistas en apuros. Sí,
dos ficciones del mismo tipo en menos de un mes, cualquiera diría que la
plataforma se repite. Sin embargo, mientras que la primera es un golpe de efecto
a nuestra nostalgia mediante la fórmula ganadora de la franquicia, esta creación
original de nada más y nada menos que David E. Kelley (Big Sky) y Dean Lorey (Harley Quinn) aboga por el deporte 100% femenino
e intenta ofrecer
un tono algo más íntimo dentro del contexto de la adolescencia.
John Stamos (Madres forzosas) vuelve a interpretarse a sí mismo
porque tampoco necesita mucho más. De nuevo, el actor dota a su personaje
de ese característico equilibrio entre lo encantador y lo insolente
y pasea por la pantalla sin demasiado esfuerzo. Su Marvyn Korn es el eje
central de una historia en la que no solo deberá aprender a controlar su
temperamento y mejorar como persona, sino también
como ser el mejor padre para su hija Emma (Sophia Mitri Schloss), a la que tiene prácticamente olvidada por culpa de su obsesión al trabajo.
Además, también debe lidiar con su nueva ayudante Holly (Jessalyn
Gilsig) y la ‘rebeldía’ de sus nuevas jugadoras, que se oponen a sus estrictos
métodos y al trato tan indiferente que reciben de él. Para colmo, nadie del equipo educativo parece quererlo por allí. Sin
duda, desde el propio protagonista hasta el grupo de adolescentes,
el reparto se confirma como uno de los mayores aciertos de la serie. Tanto unos como otros comparten una química instantánea y gracias
a esto consiguen mantener la ficción a flote incluso en sus momentos menos
inspirados.
En estos tres primeros episodios, ‘El míster’ no empieza con
muy buen pie. La serie, cuyo tono se tambalea durante las primeras horas, a
veces parece que quiere ser una sitcom y otras un drama deportivo y adolescente excesivamente convencional. De todas maneras, tampoco parece que pretenda iniciar una revolución en
esto de las ficciones deportivas. No obstante, y a pesar de que su primer
episodio hace temer lo peor, poco a poco va ganando terreno, aunque de momento este hecho no la exime de todos sus problemas. Al menos, esta sensación de mejoría consigue aumentar el interés en el devenir de la historia y sus
personajes
De esta forma, no es hasta el tercer capítulo cuando la ficción empieza a dar
muestras de su verdadero potencial al exhibir mucho corazón mediante algunos momentos entrañables. Aquí es donde más se aprecia la mano de Kelley:
en el manejo de las relaciones entre adultos y padres e hijos.
Asimismo, siempre teniendo en cuenta el género en el que nos encontramos –esto no es ‘Euphoria’-, se puede vislumbrar cierta intención de
dotar a los personajes adolescentes de una voz más personal y empática, lejos de ese retrato superficial habitual en este tipo de propuestas.
Además, si Stamos dice que este es el proyecto por el que ha esperado toda su
vida… será por algo.
Puntuación: 6,5/10
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