Sinopsis
‘Por mandato del cielo’ cuenta el asesinato en 1984 de Brenda Wright (Daisy Edgar-Jones) y su hija pequeña en un singular suburbio mormón de Salt Lake City, Utah. La fe del detective Jeb Pyre (Andrew Garfield), un mormón convencido, se pondrá a prueba al descubrir muchas verdades enterradas sobre los orígenes de su religión y las violentas consecuencias de una fe dogmática e inflexible. Una pequeña y devota ciudad mormona se estremece cuando dos miembros de la familia más prominente e influyente de la ciudad, los Lafferty, son brutalmente asesinados en su casa. La búsqueda de la verdad lleva a los investigadores a las profundidades de las colinas de Utah y a un laberinto de burocracia institucional de la iglesia mormona, pasados ocultos, fundamentalismo y mandatos de Dios.
Crítica de Por mandato del cielo
Todo movimiento religioso cuenta con una historia fascinante.. y también con su lado oscuro. En esta ocasión, la miniserie que estrena Disney+ esta semana nos acerca al mormonismo a través de diferentes perspectivas. Lo desgrana desde la fe más pura, hasta el fanatismo más repugnante, pasando por aquellos que tergiversan sus creencias hasta el punto de no encajar en ninguno de ambos extremos.
Así, la ficción basada en la novela de Jon Krakauer nos ofrece un viaje pausado pero intenso en el cual, para alguien ateo e ignorante del Movimiento de los Santos de los Últimos Días como un servidor, ha resultado bastante complicado entender muchas de las cosas que se presencian durante el visionado. No solo porque la miniserie, a veces, parezca un estudio sobre lo que realmente significa ser un buen ‘soldado’ de tu religión, sino también por sus formas a la hora de narrar toda la historia.

Y es que, a modo de pequeño biopic entre la investigación de Jeb y la vida de Brenda, el creador Dustin Lance Black (When We Rise) introduce algunas crónicas sobre Joseph Smith, fundador del movimiento. Es algo que en ocasiones se siente como una decisión puramente informativa. No obstante, en otras se atreve a trazar algunos paralelismos cuestionables, y uno puede llegar a preguntarse si en ello existe intención de justificar sus actos extremistas de alguna manera.
O simplemente puede significar que, creas en lo que creas, al final todos buscamos cumplir ciertas ambiciones, así como una serie de normas que nos parecen las más adecuadas… y que para conseguirlo solemos optar por las vías más violentas. De hecho, el problema llega cuando la intención da paso a la imposición. A partir de ahí, solo hace falta una persona con el suficiente poder para convencer a cualquiera de lo que sea.
La miniserie deja más o menos la misma sensación con la que carga Jeb al conocer más detalles acerca del caso. Mormón de toda la vida, el detective sufre un gran shock al enterarse de que sus creencias podían tergiversarse de tal manera. Es un peso que se hace cada vez más insoportable con el paso de los episodios, sobre todo cuando los distintos interrogatorios evolucionan hasta convertirse en fascinantes discursos de vacilación, negación y fanatismo.
En el papel de Jeb, el cada vez más interesante Andrew Garfield ofrece una interpretación muy especial. Desde luego, el actor se encuentra en el mejor momento de su carrera y resulta hipnotizante ver cómo exterioriza cada pensamiento de su personaje. Es el alma indiscutible de la ficción y todo lo que vemos parece una imagen sacada directamente de su mente, pues los hechos se narran a medida que el recibe respuestas, ya sea a modo de confesiones, relatos o crónicas.

Pero toda la ficción está poblada por un reparto impecable. Desde Sam Worthington o Wyatt Russell -quien nunca se ha parecido más a su padre que aquí-, pasando por Gil Birmingham hasta llegar a una maravillosa Daisy Edgar-Jones, todos y cada uno de ellos sacan todo el partido a un guion que sabe exprimir lo mejor y lo peor de cada personaje, relación y, en su defecto, de las diferentes corrientes del mormonismo.
De esta forma el radicalismo, el patriarcado férreo y la fragilidad masculina que salpican a una Brenda adelantada a su tiempo y religión, ofrecen un contraste interesante y desgarrador junto a la fe pura y benevolente que practica el detective. También es un disparidad que se aprecia en ambas familias ultrareligiosas: una sencilla y tolerante y otra disfuncional, radical y ambiciosa que se erige como un insulto constante a los verdaderos valores del movimiento.
‘Por mandato en el cielo’ es una experiencia complicada y seguramente solo apta para un público limitado. Es una miniserie que constantemente provoca sentimientos como terror, asco, tensión o angustia. Y estos se acentúan a medida que el visionado nos atrapa en su juego de investigación, así como en su retrato de las leyes del hombre contra las del dios que sea. Leyes las cuales, por cierto, queda claro que pueden ser interpretadas al gusto de cada uno tanto por parte del bien como del mal.
Es más, tras algunas de las más de cinco horas que he podido ver, la ficción deja de ser una investigación sobre un asesinato en concreto para convertirse en una tan terrorífica como esperanzadora serie de revelaciones. En lo negativo, quizá su mayor error resida en la duración de sus episodios, así como en un guion algo sobrecargado por exceso de trasfondo, pues sus lecciones de historia a veces restan más que suman. Sin embargo, en general es una de las ficciones que más nos removerán por dentro este año. Por ello, la miniserie es una visita obligada para aquellas personas que disfruten de las propuestas más exigentes.
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