Sinopsis
La historia de ‘Pachinko’ comienza con un amor prohibido y va creciendo hasta convertirse en una saga arrolladora que viaja entre Corea, Japón y los Estados Unidos para contar una historia inolvidable de guerra y paz, amor y pérdida, triunfo y ajuste de cuentas.
Crítica de Pachinko
Tras ‘Dr. Brain’, este viernes llega a Apple TV+ la esperada segunda serie coreana de la plataforma, una superproducción internacional y multilenguaje basada en la famosa novela homónima de Min Jin Lee. Inspirada en historias que podrían ser perfectamente reales, la ficción transcurre entre distintas épocas que se intercalan a lo largo de sus episodios. Una estructura y una selección de acontecimientos históricos que recuerdan a la gran ‘Hasta siempre, hijo mío’, en la que la vida cotidiana en los buenos y malos tiempos alcanza una escala tan íntima como épica y emocionante.
Además, este es un fantástico pedazo de historia y cultura que abarca desde la espeluznante masacre de Kantō hasta el Japón a las puertas de la ‘década perdida’. Por ello, estamos ante un desgarrador, inspirador y catártico viaje a través de las atrocidades cometidas por el Imperio colonial japonés y sus posteriores consecuencias, de las que por alguna razón no se habla tanto como de otras, aunque también es cierto que la cantidad de productos audiovisuales asiáticos que llegan a nuestro país es irrisoria.

Lo primero con lo que se encontrarán los fans de la novela es que la serie es una versión expandida de la misma, ya que a sus subtramas se le agregan otras nuevas que suman más capas y matices al conjunto. Tanto es así que, estos primeros ocho episodios, apenas llegan a cubrir la mitad de la obra original. Esto puede ser un tanto frustrante para los lectores y algo enrevesado para los que se introducen en esta historia por primera vez, sobre todo porque la narrativa nos lleva por un camino realmente laberíntico en el que puede resultar fácil perderse al principio entre sus diferentes épocas y personajes.
No obstante, también resulta muy sencillo dejarse llevar por su espectacular producción, sus estupendas interpretaciones y un tono tan solemne como épico que aprovecha cada pequeño momento para intentar ponernos siempre la piel de gallina. De hecho, en este apartado alcanza tal brillantez que, con solo un cuenco de arroz encima de la mesa, la ficción es capaz de contarnos todo su trasfondo histórico y lo que su presencia significa para nuestros protagonistas.
Es una serie que, pese a contar con un claro protagonista masculino como Solomon (Jin Ha) en la década de los 80, se centra especialmente en el papel de la mujer durante las épocas retratadas. Es el caso de su abuela Sunja, quien es la catalizadora principal de toda la trama y matriarca de la familia. Sea de niña (Yu-na Jeon), adulta (Minha Kim) o anciana (Youn Yuh-jung), Sunja protagoniza gran parte de la ficción gracias a su extraordinaria historia. A lo largo de su vida, la migrante coreana ha tenido que abrirse paso en un mundo de hombres asolado por la guerra, la pobreza, el machismo, el racismo y todo tipo de discriminaciones.
Así, vemos cómo Sunja lidia con sus problemas e inquietudes a través los distintos años mientras Solomon se enfrenta a un viaje de autodescubrimiento. Dos tiempos los cuales, en pantalla, se desarrollan de forma paralela a pesar de encontrarse tan alejados, conectándose entre sí a base de mensajes y parábolas que relacionan a sus eventos de una manera u otra.

También se permite aparcar las tramas principales para dedicar un sensacional séptimo episodio dedicado a Koh Hansu (Lee Min-Ho), personaje fundamental que cambió por completo la vida de Sunja. Sin embargo, le falta algo más de maldad y denuncia explícita en su retrato de la espeluznante masacre de Kantō. Además, ya alcanzando el final de la temporada, la serie a veces se desvía hacia ciertos personajes y subtramas que no resultan tan apasionantes, aunque tampoco es un aspecto que empañe ni mucho menos el resultado.
Normal, porque resulta todo un placer poder asistir a las interpretaciones de la tierna debutante Minha Kim y la poderosísima veterana Youn Yuh-jung (Minari. Historia de mi familia), quienes construyen con total naturalidad dos Sunja de edades y experiencias completamente distintas. Un grandioso personaje femenino que no necesita espada ni armadura para erigirse como una auténtica heroína de lo que, en aquellos tiempos, era lo cotidiano entre las mujeres coreanas que tuvieron que huir a Japón, su principal verdugo.
‘Pachinko’ es otra demostración de que no existe mayor épica que nuestra propia existencia. Una realidad que permite construir una serie ambiciosa, cercana y resonante sin necesidad de explosiones y elementos fantásticos. Tan solo basta con aquellas experiencias cotidianas de las que todos hemos sido directa o indirectamente participes. Es un melodrama que retrata el amor en todas sus formas y que nos habla acerca de los lazos familiares irrompibles; un viaje sobre el dolor de tener que dejar tu hogar por obligación y el posterior regreso; y un relato sobre la identidad de las nuevas generaciones, cada vez más desarraigadas de sus tradiciones, en un mundo lleno de comodidades que contrasta con la dura vida de sus antepasados.
Además, como en el popular juego al que hace alusión su título, a veces conseguimos que la bola entre y otras no. Por eso, también nos enseña que todos debemos encontrar nuestro camino, sobrevivir y no rendirnos jamás. Y aunque hay mucho material para continuar, por alguna razón su final intenta cerrar el círculo. Esperemos que no sea el caso, porque cada una de estas vidas esconde una historia que merece ser contada.
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