Sinopsis
Inspirada en la propia experiencia del director de cine, guionista y creador Borja Cobeaga, ‘No me gusta conducir’ cuenta la historia de Pablo, un profesor de universidad de 40 años algo ensimismado y gruñón obligado a sacarse el carnet de conducir. Pablo es un sabelotodo que al apuntarse a la autoescuela descubre que todavía tiene mucho que aprender. De conducir y de la vida en general. Nada más iniciar las clases, coincide con Yolanda, alumna suya en la universidad, con la que Pablo establece una curiosa relación: profesor y estudiante en la facultad, compañeros de pupitre en la autoescuela.
Crítica de No me gusta conducir
Conducir es una obligación para la mayoría, un auténtico terror para muchos y otra de esas cosas que en el «primer mundo» se consideran socialmente imprescindibles para que a uno lo consideren una persona decente, fuerte e independiente. Y no lo digo porque yo mismo piense así, sino por la experiencia propia de ser repudiado, juzgado y reprendido una y otra vez por preferir otras vías de transporte. Pero, temas personales aparte, la nueva serie original de TNT llega para romper estereotipos no solo acerca de la obligatoriedad de conducir, sino también sobre que nunca es tarde para hacer lo que te propones en la vida.
Pablo, nuestro protagonista, es una persona algo diferente. No es muy sociable, tampoco tiene demasiado sentido del humor y se cree un poco mejor que los demás por ser profesor de universidad. Y a pesar de ser muy inteligente en su campo, la verdad es que anda un tanto perdido en otras cosas, en especial en algunos matices de la la vida y modernidades varias, pero hoy en día ese choque generacional es cada vez más inevitable incluso si no eres un ermitaño. Así, no sin recibir abundantes miradas de extrañeza y comentarios edadistas, un día decide sacarse el carnet aunque ello pueda costarle la vida, o peor todavía, el orgullo.

La sociedad tampoco entendería la relación con su ex como algo normal. Siguen viéndose, cuidándose y compartiendo techo sin permiso, como unos mejores amigos que en realidad no quieren separarse por nada del mundo. Por qué Leonor Watling aceptaría un papel tan secundario es algo que se me escapa, pero tampoco vamos a quejarnos por su presencia, y mucho menos cuando Watling aporta una sensibilidad diferente al resto de personajes. Es más, este es precisamente uno de los mayores aciertos de la serie, su acertadísimo reparto.
Juan Diego Botto es un actorazo, eso es evidente. Y si eres de aquellas personas que piensan lo contrario, te animo a que veas algunas de sus funciones en el teatro. Y es que interpretar a alguien como Pablo con tanta naturalidad es mucho más difícil de lo que parece, pero el bueno de Botto lo hace parecer realmente fácil. Además, es la contrapartida perfecta a Yolanda, una joven interpretada con mucha dulzura y optimismo por Lucía Caraballo con la que la serie también rompe otro tabú social más: una amistad sana entre un profesor de universidad y una alumna sí que es posible.
De alguna forma a Pablo, Yolanda no le parece como las demás mujeres de su edad, sobre todo porque habla de una manera extrañamente culta. Y eso, a un maestro de literatura que no cree demasiado en las nuevas generaciones, le impacta sobremanera. Pero su profesor de autoescuela, un señor muy simpático y hablador interpretado por un estupendísimo David Lorente, también le resultará todo un soplo de aire fresco aunque se le atragante. Son personajes que, a pesar de que el guion realmente no los desarrolla, impactan de lleno en el devenir de la historia y de la vida de nuestro protagonista casi de una forma milagrosa.

‘No me gusta conducir’ es una grata sorpresa que se antoja imprescindible para aquellas personas que quieran pasar un buen rato mientras buscan encontrar cierta motivación, ya sea para sacarse el carnet de conducir o cumplir cualquier otro objetivo. Sí, se le puede tildar de ser una serie pequeña en ambiciones, pero lo compensa con un corazón enorme. Lo digo porque, aparte de ser divertidísima, la ficción de Cobeaga sabe explotar todos los matices de un tema tan cotidiano con mucho humor, ternura y empatía. Es más, sorprende no haber visto más sobre ello en el audiovisual. Da más juego de lo que parece.
En especial, la ficción resulta todo un placer cuando Botto y Lorente se suben al coche para otra dura, hilarante e imprevisible sesión de prácticas. Y si además de hacer reír, una serie consigue transmitir toda esa tensión, frustración y vergüenza de las primeras horas de conducción y sus posteriores exámenes, la verdad es que tiene un mérito enorme. Cobeaga y su equipo lo consiguen con una sorprendente habilidad. De hecho, es increíble lo identificado que me he llegado a sentir durante muchas de estas secuencias, ya que en lo personal conducir es de las obligaciones que más odio en la vida. Y estoy seguro de que a miles y miles de espectadores les ocurrirá lo mismo.
Una pena que la propuesta no funcione tan bien cuando se aleja del volante, pero aun así se puede encontrar motivos para disfrutar de algunas de las dinámicas y conflictos que ocurren fuera del automóvil. Así, la serie puede entenderse como una carta de amor a las buenas autoescuelas, una sesión de motivación para los que nos creemos demasiado mayores para conseguir algo, una lección de humildad para los que creen saberlo todo en la vida o una terapia de autoayuda para reconciliarnos con la conducción. Sea como sea, esta ficción es un pequeño placer que no me importaría retomar pronto.
‘No me gusta conducir’ se estrena el 25 de noviembre en TNT.
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