Sinopsis
Navegando entre el espacio y el tiempo, ‘Night Sky’ sigue a Irene (Sissy Spacek) y Franklin York (J.K. Simmons), una pareja que hace años descubrió una habitación escondida en su patio trasero que inexplicablemente conduce a un extraño planeta desierto. Desde entonces han guardado cuidadosamente su secreto, pero cuando un enigmático joven entra en sus vidas, la tranquila existencia de los York se ve rápidamente alterada y la desconcertante habitación que creían conocer tan bien, resulta ser mucho más de lo que jamás hubieran imaginado.
Crítica de Night Sky
Tras ‘Outer Range’, parece que en las oficinas de Prime Video le han cogido el gustillo a esto de las propuestas de ciencia ficción diferentes. Creada por el debutante Holden Miller, la serie guarda alguna que otra similitud con la mencionada, pero en esta ocasión su caja misteriosa es un ‘ascensor’ que viaja al espacio y cuya existencia parece guardar consigo su propia mitología.
Sin embargo, en vez de pasarse el día mirando hacia arriba, los episodios concentran el grueso de su narrativa en conflictos más humanos y mundanos alrededor de la pareja protagonista, a la vez que se desvía de la misma con una subtrama completamente distinta en un contraste que resulta demasiado pronunciado. Incluso podría decirse que ambos frentes llegan a estorbarse sin remedio.

Esto provoca que muchas veces de la sensación de estar viendo dos series muy distintas en una. La primera de ellas es una historia de amor entre una imperfecta y entrañable pareja de ancianos que luchan contra la vejez y la pérdida. Tras tantos años, se suponía que ya nada iba a ocurrir con el ‘ascensor’, pero entonces un joven llamado Jude (Chai Hansen) aparece como por arte de magia para, en el caso de la Irene de Sissy Spacek revitalizar su vida, mientras que en lo que al Franklin de J.K. Simmons se refiere, ponerla patas arriba por culpa de su propia necedad.
Si ya de por sí estos son personajes que resultan más cercanos y reales que los de muchas ficciones de hoy en día, las interpretaciones de Spacek y Simmons les aportan todavía más profundad y matices que elevan enormemente la propuesta cuando están en pantalla. Es una gran baza a favor de la serie, sobre todo si tenemos en cuenta que esta no hace justicia al talento de sus protagonistas. Es un drama real sí, pero aunque su propia realidad guarda relación con el ‘ascensor’ a modo de metáfora, a veces los conflictos se sienten demasiado desconectados de la supuesta grandeza que esconde la historia y que nunca parece aclararse.
En la segunda, siendo esta muchísimo menos interesante que los conflictos mundanos de los York, nos encontramos con un thriller de ciencia ficción en el que dos mujeres argentinas, Stella y su hija Toni, deben hacer frente a un destino que tiene que ver con el ‘ascensor’ y otros grupos o ¿sectas? implicadas. Aparte de la procedencia y las intenciones del misterioso Jude, aquí es donde la ficción vuelca todo su pretencioso misterio, pues los episodios van pasando sin que tengamos ni idea de lo que está ocurriendo mientras las respuestas tardan bastante en llegar.
Y no es la única subtrama, porque además hay otras que implican a la nieta de los York o a un vecino demasiado inquieto, pero se desvanecen en cuanto la ciencia ficción empieza a ganar terreno al resto. De todas formas, al final de los seis episodios enviados a la prensa, queda claro que todos los personajes terminarán convergiendo de alguna forma. Sin embargo, todo lo que ocurre lejos de la pareja protagonista tiene cierto hedor a relleno vago e innecesario. Por no hablar de los muchos flashbacks esparcidos a lo largo de los capítulos que nos cuentan mucho sobre los protagonistas, pero que realmente no revelan nada en absoluto acerca de estos ‘ascensores’.

Es una pena porque, en vez de una serie de ocho largos episodios, ‘Night Sky’ podría haber sido una película estupenda si se centrara solo en la vida de la pareja protagonista. Y es que, cuando Spacek y Simmons comparten escenas, la ficción consigue calar hasta los huesos, conmover y hacernos sentir todo el dolor, el miedo y la confusión de sus personajes. Al fin y al cabo, las interpretaciones son tan brillantes y la relación de sus protagonistas es tan universal y entrañable que resulta imposible no querer saber más acerca de su larga vida.
Sin embargo, Holden y compañía han optado por una serie frustrante y estirada que mezcla de forma extraña el recurso de la caja misteriosa y las sociedades secretas con un desaprovechado drama sobre la vejez. Lo hace abriendo demasiados frentes sin profundizar en ninguno, cometiendo además el error de no explicar nada realmente sustancioso acerca de sus elementos de ciencia ficción. ¿Para qué perder tanto el tiempo en un lugar si no vas a terminar de desarrollar lo que acontece en el otro? Es incomprensible.
Y ojo, no digo que la serie no vaya a ser capaz de encontrar a su público, pero es que da síntomas de no tener demasiado claro a qué tipo de espectador quiere llegar. Es más, a veces pretende ser tan generalista que se tambalea sin remedio en su intención de contentar a todos. Quizá, gran parte del problema lo tenga su propio marketing, el cual vendió la propuesta como si de un enorme misterio de ciencia ficción se tratase. Nada más lejos de la realidad, porque esto parece haber sido usado como mero gancho para atraer espectadores. Otra dudosa estrategia más de las plataformas de streaming.
Al final, quienes busquen un drama humano se encontrarán con media serie sobre la vejez, la confianza y nuestro propósito en la vida contado a través de un correcto estudio de sus protagonistas. Aquí resulta convincente y el giro fantástico del ‘ascensor’ le aporta mucha personalidad si lo separamos del resto. Por el contrario, aquellas personas que quieran saciar su sed de ci-fi quedarán algo más decepcionadas pese a sus intentos. No obstante, si eres de las que vio en ‘Outer Range’ una propuesta demasiado extravagante, quizá quieras probar suerte con esta.
Ver ahora
Recuerda que puedes seguirnos en Facebook, Twitter o Instagram.