Sinopsis
En ‘Más dura será la caída’, tras descubrir que su enemigo Rufus Buck está a punto de salir de la cárcel, el forajido Nat Love reúne a su banda para vengarse. Junto a él cabalgan en esta nueva película del Oeste su antiguo amor, sus secuaces -el irascible Bill Pickett y el veloz Jim Beckwourth– y un adversario convertido en aliado. Rufus Buck también tiene su propia banda: Trudy Smith y Cherokee Bill, que no están acostumbrados a perder.
Crítica de Más dura será la caída
El western no está muerto y en Netflix lo saben. Con el pasado lanzamiento de ‘Noticias del gran mundo’ y con el ‘El poder del perro’ todavía por estrenarse, la gigante del streaming ha querido aprovechar ese gran vacío de propuestas en lo que aventuras en el salvaje Oeste se refiere. Por ello, en apenas unos días, la plataforma estrenará esta película que se encuentra a medio camino entre el spaghetti western y el neowestern más violento.
Dirigida por Jeymes Samuel, la cinta también llega para hacer algo de justicia en el género, pues existe una gran cantidad de personajes negros históricos a los que se les ha ignorado a lo largo de la historia del cine. Y aunque estos individuos como Nat Love, Rufus Buck, Cherokee Bill o Mary Fields vivieron en distintas fechas durante el siglo XIX, Samuel los une a todos para crear su propia leyenda sangrienta llena de acción -su primer y último tramo son un festival de tiros-. Pero no lo olvidemos: estas personas existieron.

Dicho esto, se puede afirmar que los personalidades retratadas en la película están inspiradas en sus homónimas y no recreadas con fidelidad. Tampoco sus historias, pero eso no impide que el filme funcione como un merecido homenaje. Otro asunto es que su reparto esté o no a la altura de las circunstancias. Por ejemplo, Idris Elba (El Escuadrón Suicida) no se esfuerza demasiado en salir de su zona de confort interpretando a Rufus Buck.
En cambio, Jonathan Majors (Da 5 Bloods: Hermanos de armas) se encuentra mucho mejor como Nat Love, al cual le aporta algo más de personalidad que el encargado de interpretar a su némesis. Por otro lado, Regina King (El blues de Beale Street) cumple, al contrario de una Zazie Beetz (Lucy in the sky) que a veces tiende a exagerar a su Mary Fields. El problema añadido es que el guion desarrolla poco a sus personajes, y además da poca profundidad a todos sus trasfondos y conflictos.
A pesar de que se aprecian ciertos retazos de Leone, la verdad es que hay mucha influencia de Tarantino en ‘Más dura será la caída’. El director calca una gran variedad de sus planos con los que se recrea en el frío uso de la violencia explícita. A su vez, el libreto se cimenta sobre unos diálogos y un humor de corte similar, aunque aquí se utiliza un lenguaje con muchos menos tics y tacos. También cae en el error del cliché, de ser muy previsible y de ofrecer un desenlace que se prolonga más de lo necesario.
Por otra parte, en su estética la cinta a veces resulta brillante, pero en otras ocasiones no puede evitar parecer un videoclip. Todo por el ansia de Samuel a la hora de reproducir música perfectamente alineada con una puesta en escena demasiado medida y coreografiada. Y aparte de explosiva, la película es importante por su mensaje: un perspicaz correctivo dedicado al embustero ‘blanqueamiento’ de todo lo que siempre ha tocado Hollywood. Esperemos que sea la primera de muchas en este aspecto.
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