Contagioso e intimista musical a ritmo de reggae lleno de sinceridad y
nostalgia.
Una historia ficticia de amor entre dos jóvenes
está teniendo lugar en una fiesta de blues en 1980, mientras los demás asistentes
bailan y cantan a ritmo de reggae romántico. En concreto se trata
del género ‘lovers rock’, que sólo sonaba en las casas donde la
juventud negra organizaba sus fiestas
cuando no eran bienvenidos en las discotecas y clubes nocturnos segregados. Pero la noche es joven, sensual y libre.
Dirigida por Steve McQueen y coescrita junto a la
novelista Courttia Newland, llega a Movistar+ la segunda
entrega de la exitosa antología ‘Small Axe’. El largometraje, con
una duración que apenas supera los 69 minutos, es el
único de la colección que no se basa en una historia real en concreto.
Aunque, por supuesto, sí que estamos ante una
fiel recreación de una de esas noches que tenían lugar entre la comunidad
londinense de las Indias Occidentales. Un trabajo
guiado por momentos musicales en los cuales, la cámara escruta cada
rincón de la fiesta y
se acerca a los personajes para embriagarnos con la intimidad de cada
movimiento e intención.
La trama principal gira en torno a la atracción creciente ente la
rebelde Martha (Amarah-Jae St. Aubyn) y un desconocido
Franklyn (Micheal Ward), una de tantas y tantas parejas que surgen
después de una intensa noche de conexión. Además, cuenta con un reparto
de intérpretes debutantes y experimentados que se mezclan mediante
bailes, cantos y flirteos. No obstante, en esta cinta
ni los personajes ni el argumento tienen demasiada importancia. Lo
fundamental, o al menos la presumible intención del director,
es la generación de sensaciones en el espectador. Hacernos conectar con
el momento y
disfrutar de su música, su libertad y de la felicidad que emerge tras un
muro de sufrimiento.
‘Lovers Rock’ funciona como
un acertado musical involuntario lleno de verdad y nostalgia. Gracias
a una precisa ambientación de la época, unida a la
imprescindible banda sonora repleta de reggae y algún que otro toque de
funk,
la película genera una atmósfera verdaderamente intimista y contagiosa.
Una vez logras conectar con la cinta, resulta casi imposible evitar que tu
cuerpo se deje llevar por el ritmo durante los
incontables minutos en los que se dedica a reproducir canción tras
canción. No, no es un filme para todo el mundo, eso es cierto. Sin embargo, una
propuesta que refleje con tanto poder la libertad y el amor a través de la música en este contexto social, no es tan fácil de encontrar hoy en día.
Puntuación: 7/10
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