Sinopsis
El francés Alexandre Léger, creador de la famosa Guía de Vinos Léger y figura emblemática de la enología, acaba de fallecer en su casa de Tokio a los 60 años. Su hija Camille, que vive en París, no veía a su padre desde los nueve años, cuando este se separó de su madre. Al volver a Tokio y leer el testamento de Léger, Camille descubre que su padre le ha dejado una extraordinaria colección de vinos, la mayor colección del mundo según los expertos.
Pero, para reclamar la herencia, Camille debe competir con un joven y brillante enólogo, Issei Tomine. Hija biológica versus hijo espiritual: el duelo está por comenzar. Hay tres pruebas para desempatar, todas relacionadas con la cata de vinos. El ganador se hará cargo del imperio de Léger, el perdedor se irá con las manos vacías. Pero, ¿cómo podría Camille ganar tal duelo? No sabe nada de vino, y peor aún: nunca ha bebido una sola gota.
Crítica de Las gotas de Dios
La miniserie que llega este viernes a Apple TV+ convierte la cata de vinos en una travesía emocionante. Y es que, el popular manga de Tadashi Agi en el que se basa, es otra muestra de la habilidad que tienen los narradores asiáticos para transformar cualquier cosa en un tenso, épico y poético thriller competitivo, transfigurando un tema a priori insignificante para muchos en una pequeña pasión inesperada. Lo han hecho con la cocina, la música, el arte e infinidad de deportes de todo tipo. Y aquí, desde la más mínima cata hasta una insustancial apertura de botella, resultan en una serie de experiencias tensas y fascinantes.
De esta forma, esta miniserie multilenguaje nos introduce en el siempre cuestionado mundo de la élite enológica. Cuestionado porque, la mayoría de veces, sus reflexiones caminan sobre la fina línea que separa la ciencia, el arte y el simple esnobismo. Lo hace enfrentando a dos personas no solo de distintos sexos y clases sociales, sino también pertenecientes a dos culturas opuestas y con conocimientos enológicos muy dispares. Son dos individuos completamente diferentes en casi todo. Y ambos deben competir para ganar una herencia de valor estratosférico convertida en una surrealista competición mediática.

Para hacerlos todavía más distintos cada uno cuenta con una gran ventaja. Un superpoder si apuramos. Camille tiene un olfato y un gusto ultra-sensibles mientras que, Issei, posee unos conocimientos superdotados sobre vino. Por ello, la subtrama protagonizada por Camille es un viaje no solo para buscar el conocimiento del que carece, sino también para volver a conocer a un exigente padre que se alejó hace mucho tiempo. En cambio, Issei debe enfrentarse a la terrible presión familiar que sufre, muy en consonancia con el sentido del orgullo y el honor japonés.
De esta forma, la miniserie retrata el mundo del vino a través de sus diferentes capas: su proceso de elaboración, su impresionante mercado, los matices de la cata -con unas secuencias oníricas protagonizadas por Camille-, la experiencia y la importancia de su consumo… Lo hace de una manera muy respetuosa que pretende reivindicar a la enología como una ciencia y un arte, no como un ejercicio de esnobismo. Todo esto se entrelaza con las distintas y fascinantes fases de la competición, los choques culturales, los traumas personales y una hermosa trama sobre la fuerza del vínculo familiar que abarca dos generaciones.
Aunque quizá se centra demasiado en Camille -habría estado bien saber más acerca del proceso que sigue Issei para superar las primeras pruebas-, una de las mejores bazas de la miniserie es la evolución que vive la rivalidad entre ambos protagonistas. Gran culpa es de los más que correctos Fleur Geffrier y Tomohisa Yamashita, quienes cuentan con una química cuya funcionalidad es equivalente a la complejidad del trasfondo de sus personajes, y es inevitable que a lo largo de los episodios los espectadores se emocionen, rían y cambien de bando constantemente.
Quizá pueda apreciarse cierta intención de repetir éxitos como ‘Gambito de dama’, pero no sé hasta que punto las nuevas generaciones se interesarán por el vino de la misma forma lo hicieron por el ajedrez. Sea lo que sea, ‘Las gotas de Dios’ es toda una sorpresa. Un drama enológico y familiar fascinante, tenso y visualmente muy cuidado que tiene todo el potencial para interesar tanto a expertos como a abstemios. Además, pese a ser una versión mucho más simplificada -y Europea- del manga, no pierde ese toque de surrealismo y exageración, aunque este sea muy ligero. Y si después de ver la miniserie quieres beberte toda botella de vino que se te ponga por delante, por favor, recuerda beber siempre con moderación.
‘Las gotas de Dios’ se estrena el 21 de abril en Apple TV+.
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