Una miniserie que no pone demasiado de su parte para agradar al público ajeno
a EE.UU. o desinteresado en este tipo de propuestas políticas.
A pocas semanas de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, se
estrena en nuestro país esta
miniserie de dos largos y desiguales episodios basada en la novela
‘A Higher Loyalty’ de James Comey, que retrata su
vida durante los años en los que ejercía como director del FBI. Un papel
enrevesado en el peor momento posible, pues Comey, patriota y de ética
intachable, no solo tuvo que lidiar con la transición entre el gobierno de
Barack Obama y el próximo, sino también con
una de las batallas políticas más feroces que se recuerdan y que
involucraron a la demócrata Hillary Clinton y el actual presidente, el
republicano Donald Trump.
La primera parte de esta ficción escrita y dirigida por Billy Ray (El
espía, El secreto de una obsesión) retrata los meses previos a las elecciones,
cuando tiene lugar un filtrado masivo de correos electrónicos enviados
por Hillary. Lo hace con la
objetividad propia de alguien que no quiere posicionarse, dando como
resultado un frío y moderado retrato de los hechos, hasta a veces cae
en derroteros del procedimental. Normal, si tenemos en cuenta que, debido a su
actual cometido, el personaje interpretado por Jeff Daniels (Steve
Jobs, Marte) se asienta en el supuesto apoliticismo característico
de una institución cuyo deber es velar por la seguridad del país.
Daniels es una magnífica elección de casting y lo demuestra en cada
toma, tan recto y a la vez agradable.
La segunda parte
ahonda en la accidentada relación entre un Comey y un Trump que chocaban
en todos los apartados. En esta ocasión, Ray retrata los hechos con
algo más de calidez y simpatía. El personaje de Daniels gana en desarrollo y conexión con el espectador
ya que, si en el episodio anterior este se debía en cuerpo y alma a hacer
bien su trabajo sin importar las consecuencias, su capacidad para ello
empieza a verse afectada después de cada encuentro con el presidente. Además, el actor Brendan Gleeson (Mr. Mercedes, La balada de
Buster Scruggs) aporta un extraño toque de comedia, involuntaria o
con intenciones, pues poco le falta a su interpretación de Trump para que
parezca sacada de un sketch del ‘Saturday Night Live’.
Pero,
acercarse al presidente tan de cerca es uno de los mayores aciertos de la
ficción. Por supuesto, uno mismo no puede asegurar que las chirriantes frases
recitadas por Trump y su obsesión ‘corleoniana’ por
controlar todo a su alrededor mediante amenazas silenciosas y
berrinches infantiles constantes, conformen un retrato veraz de su persona.
Aunque visto su Twitter, al menos no debería de sorprendernos nada. Aquí es
donde entra en juego la simpatía del espectador hacia uno u otro. ¿Todo lo
que se relata es verdad o es una manipulación de Comey para limpiar su
propio nombre? No obstante, tener la oportunidad de disfrutar de Daniels y Gleeson compartiendo escena
con tanta dedicación hacia sus roles es un auténtico placer.
‘La ley de Comey (The Comey Rule)’ es una miniserie que no pone
demasiado de su parte como para agradar al público no estadounidense o
desinteresado en este tipo de propuestas de corte político.
Resulta algo seria y distante durante la mayoría del metraje, sobre
todo en su primera tramo, que pretende mostrar los eventos de una forma
excesivamente correcta y
segura de que el espectador conoce la historia y los procedimientos al
dedillo. Tampoco se moja a la hora de aclarar los hechos, a veces tratados con
demasiada superficialidad para ser de tanta importancia. Además, su
dedicación hacia la figura de Comey es tal, que el desarrollo de un gran
número de personajes secundarios
se limita a formular unas cuantas frases entre momentos íntimos y tomas de
decisiones.
Al final, en el éxito de la ficción todo depende de los ideales del espectador, como éste empatice con su protagonista, y
su capacidad para conceder o no credibilidad a los eventos tal y como se
narran
en ella, pues no olvidemos que
lo que se cuenta es bajo el punto de vista único y exclusivo de James
Comey. ¿Fue un héroe republicano o villano antidemócrata? ¿Es tan solo un buen
hombre que quiso hacer bien su trabajo? ¿Qué pasó realmente con Hillary
Clinton? ¿De verdad Trump y Rusia son aliados? ¿Quién ganará las nuevas
elecciones? Con toda sinceridad, creo que a día de hoy deberíamos preocuparnos más por lo que se fragua en nuestras altas y
caldeadas esferas.
Puntuación: 6,5/10
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