Aunque cuenta con imperdonables clichés y tics de las comedias de Will
Ferrell, la película es un divertido canto de amor y admiración a Eurovisión.
Lars (Will Ferrell) y Sigrit (Rachel McAdams) son dos
músicos islandeses en ciernes que reciben una oportunidad única en la vida:
representar a su país en la mayor competición musical del mundo. Ahora, tendrán
la ocasión de demostrar a su pueblo y a sí mismos que un sueño auténtico es
aquel por el que vale la pena luchar.
Resulta curioso que, durante sus más de sesenta años de vida, la única película
-y de la que tengo constancia- que haya girado alrededor del certamen
musical más famosa del planeta, sea la terrible ‘En un mundo nuevo’
(1972), en la que se narra el ficticio camino de Karina hacia el
festival. Y para el asombro de muchos y el horror de otros,
Netflix anunció hace dos años que el encargado de tal honor sería nada
más y nada menos que el actor y humorista Will Ferrell (Entre dos
helechos: la película, Downhill), en colaboración con el guionista
Andrew Steele (Casa de mi padre, Adopción peligrosa) y el productor
ejecutivo Adam McKay (Estafadoras de Wall Street, Succession). Pero, ¿al final ha sido tan espantoso? Pues… no, en
absoluto.
Dirigida por David Dobkin (El cambiazo, El juez), cineasta
conocido por alternar entre el cine y los videoclips musicales, la película es
divertida y resulta un ligero soplo de aire fresco en el catálogo de la
plataforma. Un tradicional Ferrell protagoniza la cinta junto a una
cómoda y graciosa Rachel McAdams (Doctor Extraño, Noche de
juegos), que fusiona su voz con la de la cantante sueca Molly Sandén.
Además, cuenta con la participación de Dan Stevens (La llamada de lo salvaje, Lucy in the sky) jugando al artista egocéntrico con la voz de Erik Mjönes y diversos cameos de personajes famosos y exconcursantes del certamen, como
Graham Norton
o Salvador Sobral.
Es cierto que
‘Festival de la Canción de Eurovisión: La historia de Fire Saga’ está
llena de imperdonables clichés, frases absurdas, sátira, gamberradas,
estereotipos y sobreactuaciones propias de las comedias de Ferrell. Sin
embargo, y aunque en principio se había pensado que la cinta tan solo sería
una irrespetuosa parodia, la realidad es que emana un cariño irrefutable y es
un canto de amor y admiración hacia el festival. El espíritu del certamen es
captado con brillantez y las actuaciones son retratadas con toda la
espectacularidad del mismo. Además, si eres fan de Eurovisión, no deberías
encontrar motivos para el disgusto, pues el film cuenta con algunos momentos
pensados especialmente para ti y que seguro te dibujarán una sonrisa.
Puntuación: 6,5/10
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