Sinopsis
Inspirada por eventos reales, ‘Encerrado con el diablo’ comienza cuando el futbolista estrella del instituto, hijo de policía condecorado y traficante de drogas convicto Jimmy Keene (Taron Egerton) es sentenciado a 10 años en una prisión de mínima seguridad y se le proponen dos opciones: entrar en una prisión de máxima seguridad y hacerse amigo del presunto asesino en serie Larry Hall (Paul Walter Hauser), o quedarse donde está y cumplir su sentencia completa sin opción a libertad condicional. Keene se da cuenta pronto de que su única salida es conseguir una confesión y averiguar dónde están enterrados los cuerpos de varias niñas, antes de que se apruebe la apelación de Hall. Pero, ¿está diciendo la verdad este presunto asesino? ¿O es esta solo la historia de un mentiroso en serie?
Crítica de Encerrado con el diablo
Si tras ‘La noche más larga’ nos hemos quedado con más ganas de visitar cárceles, este viernes también pasamos de la prisión psiquiátrica española de Baruca a la de Springfield, Missouri, donde se encuentra la flor y nata de los criminales más peligrosos de ese lado del país americano. Pero esta vez de verdad. Creada y escrita por Dennis Lehane (El visitante), la miniserie que llega a Apple TV+ es un true crime con una perspectiva algo distinta, pues los implicados tienen más importancia que los eventos que desencadenaron todo el pastel. De hecho, la ficción no recrea ningún crimen en absoluto, ni siquiera sitúa físicamente a nuestro sospechoso en ninguno de ellos.
Es uno de esos thrillers cuyo suspense se genera en base a lo que sus diálogos, escritos con precisión milimétrica por Dehane, revelan episodio tras episodio. Sí, claro que nos encontramos con esa subtrama de investigación tan característica del género, pero esta también resulta mucho más reveladora que intrigante, además de funcionar como otra muestra de la ‘América profunda’. No obstante, en su mayor parte este es un inquietante estudio de personajes el cual, si bien a veces peca de ser demasiado profundo al adentrarse con flashbacks en el ‘antes de’ y no en el ‘cuando’, poco a poco va descubriendo esas diferentes capas visibles y ocultas que todos tenemos o creíamos no tener.

Además, esta es una miniserie que, a través de sus personajes masculinos, refleja distintas variantes del mismo problema: la misoginia. Y es que, aunque la ficción retrata el lado más deplorable de Larry Hall y su automistificado odio hacia las mujeres, cada episodio nos deja una muestra sutil de este cáncer social, ya sea con comentarios que no vienen a cuento dedicados a la agente Lauren McCauley -estupenda Sepideh Moafi– o mediante la propia introspección que Jimmy Keene realiza de sí mismo a medida que sus conversaciones con Hall entran en terreno pantanoso. La serie, por cierto, está basada en las memorias del propio Keene, a quien esta experiencia le sirvió para cambiar su vida de forma radical.
Interpretado por un inspiradísimo Taron Egerton, Jimmy esperaba meterse en la guarida de un lobo cualquiera, pero al poco tiempo se da cuenta de que está frente al mal personificado. ¿Qué hace un traficante de drogas compartiendo techo con un violador e infanticida? ¿Merecen estar todos los criminales al mismo nivel? No, no son estas preguntas las que intenta responder la ficción, pero sí que sus formas nos hacen creer que podríamos tener muchas cosas en común incluso con un presunto asesino en serie. Quizá puede ser un paralelismo algo exagerado. Sin embargo, a veces solo podemos sanar si nos enfrentamos cara a cara a alguien que revele nuestra propia oscuridad.
A medida que evoluciona, la relación entre Jimmy y Larry se convierte en un intenso juego verbal del gato y el ratón, pero solo uno de ellos sabe que están jugando. Dehane logra que sus conversaciones sean cada vez más y más interesantes e hipnotizantes -y más inquietantes, asquerosas y reveladoras-, siendo estas a su vez las que consiguen generar esa dosis de suspense y terror que la serie no aporta en su subtrama de investigación. Sobre todo porque Larry habla de sus crímenes con un aplomo enfermizo y desgarrador, algo que se refleja en las reacciones dolorosamente contenidas de un Jimmy traumatizado.
Por su parte, Paul Walter Hauser confirma de nuevo que es un actor espectacular que domina a la perfección los tiempos en diferentes géneros. Una pena que sea tristemente infravalorado en la industria por cuestiones físicas. Injusticias aparte, sin hacer ruido Hauser ya nos ha dejado un buen puñado de personajes icónicos en su carrera. Su Hall es enigmático, penoso y repugnante. Es esa clase de personaje imprevisible que pone patas arriba toda la atmósfera de una escena con un cambio de expresión o de tema. Pero lo peor son esos momentos en los que Hauser podría hacernos caer en sus redes, para luego darnos una sonora bofetada que nos haría sentir terriblemente mal. Es una de las mejores interpretaciones del año, sin ninguna duda.

Con esto, unido a todo lo que acontece durante la investigación de los agentes del FBI, Dehane y su reparto intentan que cuestionemos de manera constante la culpabilidad o inocencia de Larry, a la vez que nos sitúa en el foco de un drama carcelario y todos los conflictos que ello conlleva. Para poner la guinda, Ray Liotta nos regala una última aparición televisiva difícil de olvidar. Quizá sea su interpretación más natural y sincera. Lo es hasta tal punto que uno puede llegar a preguntarse si su estado físico durante el rodaje fue el adecuado. Sea como sea, su papel como el enfermo padre de Jimmy nos deja con momentos desgarradores solo a la altura de los grandes como él.
Es verdad que ‘Encerrado con el diablo’ se toma su tiempo para juntar todas las piezas e iniciar el juego que todos queremos ver. Sin embargo, siempre avanza con un ritmo bien medido y una narrativa que sabe aumentar el interés, en especial porque también se atreve a experimentar cambiando el foco de la narración más allá de sus personajes principales. Es una libertad creativa que no se aprovecha del todo, aunque al menos sí que consigue construir un true crime diferente dentro de un género tan sobrecargado. Dicho esto, sus seis episodios ofrecen una experiencia quizá previsible en su desarrollo, pero lo hace presumiendo de una ejecución ejemplar y un reparto inmejorable.
Es un nuevo triunfo de Apple, la cual vuelve a redimirse tras dar demasiados pasos en falso durante los últimos meses. Además, se puede apreciar sinceridad en la propuesta, una que va más allá de esa manía de la industria en vendernos este tipo de producciones con la excusa de estar inspirada en hechos reales. Aquí hay una clara intención de contar una historia apasionante y de hacerlo bien, como tiene que hacerse. Eso sí, la verdad es que su desenlace se siente algo precipitado… o quizá solo sean las ganas de seguir abriendo en canal a un Larry Hall que fascina con su oscuridad en esta deslumbrante miniserie.
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