Sinopsis
Christopher Smith (John Cena), alias ‘El Pacificador‘, es un hombre que cree en la paz a cualquier precio sin importar a cuántas personas tenga que matar para conseguirla. Tras superar las heridas sufridas durante los acontecimientos de Corto Maltese, el antihéroe se enfrenta a una crisis de identidad al mismo tiempo que debe aliarse con unos viejos conocidos para salvar el mundo… otra vez.
Crítica de El Pacificador
Faltan pocos días para que HBO Max estrene este esperado spin-off de la película ‘El escuadrón suicida’ de James Gunn. Escrita y dirigida casi en su totalidad por el mismo Gunn, la nueva serie basada en los personajes de DC Cómics llega con la responsabilidad, un tanto involuntaria, de aportar algo más de luz en la todavía enigmática dirección que pretenden tomar Warner Bros y DC tras mutilar aparentemente el universo cinematográfico creado por Zack Snyder.
Ya durante sus primeras escenas, por si alguien lo dudaba, queda bien claro que el tono de la ficción es el mismo que el del filme pero con sus elementos cómicos elevados a la enésima potencia de lo habitual en el cineasta. Esto a su vez lo confirma una secuencia de apertura tan hilarante y pegadiza que resulta imposible saltársela. Es más, si de aquí a unas semanas no aparecen TikToks o vídeos en YouTube a modo de homenaje, la verdad es que me sorprendería mucho. Dicho esto, era lógico que con este proyecto Gunn ha venido a divertirse. Sin más.

Lo que resulta más chocante durante el paso de los episodios no es su humor ni sus eventos, sino el hecho de que no se aprecie demasiado de aquello que hizo a su protagonista mínimamente interesante en la película. De hecho, en su estudio del personaje, Gunn aquí se empeña tanto en hacerlo tan agradable que hasta su trasfondo dramático extra no logra aportarle esa gruesa capa de oscuridad que sí lucía en la cinta. Incluso a veces llega a traicionarse a sí mismo. Y por muy carismático que sea John Cena (Amigos pasajeros), por muy bien que nos pueda caer a todos y por mucho que se le note muy cómodo dentro del traje de este antihéroe, tampoco se puede negar que como actor le falta un largo camino por recorrer para dejar de ser terrible.
Aun así, teniendo en cuenta el tono que propone la serie, Cena consigue mantener el tipo en todo momento. También ayuda bastante que las partes donde el drama se apodera de la escena El Pacificador pueda permitirse seguir actuando de la misma forma, es decir, llorar o mirar al limbo mientras hace un chiste o le adjudica un apodo instantáneo a alguien.
En la serie, El Pacificador se encuentra acompañado por el águila Eagly, una graciosa mascota muy en la línea Disney -si a esta le diera por crear mascotas que arrancan ojos, claro-, así como por algunos de los personajes tan inteligentes como bobalicones que vimos en la película trabajando para Amanda Waller. Por ello, este operativo clandestino a lo cutre formado por Harcourt (Jennifer Holland), Economos (Steve Agee), la recién llegada Adebayo (Danielle Brooks) y el líder Murn (Chukwudi Iwuji), son el complemento perfecto para el personaje de Cena.
No obstante, lo que destaca realmente es la química que comparte con Vigilante (Freddie Stroma), un desternillante Adrian Chase que se siente más bien como un intento de Deadpool que de una adaptación del original. La dinámica entre ambos es propia de las buddy-movies y juntos funcionan siempre mejor. Por otra parte, Robert Patrick resulta un gran fichaje que involucra al protagonista en ese clásico conflicto traumático entre un padre abusivo -y para colmo supremacista blanco- y su inocente hijo.

Por la dirección, la sátira política y las dinámicas entre sus personajes, durante la mayoría del tiempo ‘El Pacificador (Peacemaker)’ parece una sitcom del tipo ‘No Activity’ o ‘Intelligence’, solo que además cuenta con un puñado de escenas de acción de la calidad que uno espera en esta clase de producciones -muy ochentero todo en ella, por cierto-. Y es que aquí tenemos bichos raros con corazón, cabezas que explotan y en cada diálogo existe una gran cantidad de humor irreverente facilón marca de la casa.
Por ello, es evidente que Gunn aprovecha la libertad que ofrece el streaming para explotar y extender su propia fórmula sin desviarse un milímetro de su zona de confort. No es que esto sea un aspecto del todo negativo, en especial porque los más aficionados a las formas del cineasta disfrutarán cada segundo. Sin embargo, más allá de su alargado metraje y su tratamiento más terrenal, no se aprecia ningún elemento que distinga a esta serie de sus anteriores trabajos entre las dos grandes franquicias del género. Y ya si logra justificar o no la existencia de este proyecto por encima de otros de mayor interés potencial es algo que habrá que debatir.
Aunque una cosa es cierta, esta muy poco tiene que ver con las series de DC que hemos visto hasta ahora vía The CW o DC Universe/HBO Max, pues supera con creces a muchas de ellas y en comparación su resultado es notable. Eso sí, le falta un buen tramo para acercarse al nivel de la fantástica ‘Doom Patrol’, una producción que sí se siente del todo fresca, gamberra, bombástica y subversiva dentro del género.
Por otro lado, el juego que da la banda sonora rockera y metalera es estupendo, pero es inevitable encontrar algunos paralelismos entre esto y lo que ya han hecho antes en Marvel tanto el propio Gunn como su compañero Taika Waititi. De todas formas, al igual que ocurre con la película, esta da la sensación de ser una serie que podría haber dado mucho más de sí, pero que a su vez resulta una propuesta más que correcta si nuestro único objetivo es pasar un divertido y nada exigente rato frente al televisor. Además, cada episodio viene acompañado de unas escenas postcréditos que extienden todavía más ciertos chistes, y en estos tiempos, bien sabemos que los necesitamos como el comer.
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