Absorbente thriller que cuenta con un apartado técnico y unas interpretaciones
notables.
«¿Y tú, cuánto vas a tardar en morir?». Así de contundente es la nota
que Raquel (Inma Cuesta) encuentra en su bolso el primer día de trabajo.
Ella es profesora de literatura y acaba de aceptar una suplencia en el instituto
del pueblo de su marido (Tamar Novas). Su ilusión por impartir clases se
dará de bruces con unos alumnos que la reciben con esa macabra bienvenida.
Pronto descubrirá quién era la profesora a la que sustituye y cómo ha marcado
la vida de todos
Después del gran éxito de ‘Élite’, el escritor y guionista
Carlos Montero vuelve a Netflix con esta miniserie
basada en su propia novela homónima. La ficción es un thriller ambientado en
un pequeño pueblo del entorno rural de Galicia llamado Novariz,
donde se erige un impresionante
instituto público lleno de alumnos problemáticos. Las calles del poblado,
así como los pasillos y aulas del centro
están llenas de terribles secretos que, unidos a la humedad provocada por
la lluvia incesante,
moldean el ánimo y la personalidad de cada habitante. Unos vecinos que se
comportan cada cual de forma más misteriosa, incluso inverosímil. Además, la
premisa contiene elementos de ‘Big Little Lies’,
‘Mentes peligrosas’, ‘Rebeca’ y ‘Twin Peaks’ tanto en sus
personajes como en sus eventos.
Y es que puede que tan solo sean imaginaciones mías, pero la
Raquel de la fantástica Inma Cuesta (Arde Madrid, Vivir dos veces)
es una Louanne Johnson con aires de la nueva señora De Winter, siempre
con miedo y obsesionada por estar a la altura, aunque
con sus demonios y fantasmas del pasado personales. Por su parte, no
puedo evitar ver a la Viruca de la hipnótica
Barbara Lennie (Petra, El reino) como
una interesante mezcla entre Rebeca y Laura Palmer, con
el misterio sobre su muerte en el aire,
sus numerosas caras y su presencia post mortem impregnando cada rincón del
pueblo. Ambas, tan diferentes entre sí, se ven inmersas en la misma vorágine de
chantajes, sexo y violencia que
las llevará al límite de sus fuerzas.
Pese a centrarse en temas más adultos que en ‘Élite’, Montero
no renuncia a continuar explorando los siempre complicados conflictos
adolescentes. En esta ocasión, el actor hispano-alemán Aron Piper (Élite, Derecho a
soñar) realiza una sorprendente interpretación metiéndose en la piel de
Iago, un ‘cani’ cuyos actos
no podrían ser justificados ni con todo el buenismo del mundo.
Irrespetuoso, narcisista, agresivo, obsesivo y tóxico, es alguien que hace lo
que quiere con quien le apetece y no acepta un ‘no’ por respuesta.
Su personaje es uno de los más interesantes de la serie, aunque lo normal
es no soportarlo desde el principio. Este es tan solo la punta del iceberg de
una juventud completamente fuera de sí, un alumnado
liberal y rebelde que entra y sale del instituto cuando le da la gana, bebe,
se droga y acosa a los profesores con total impunidad. Todos lo saben. Todos lo permiten. Todos callan.
Aunque su trama no aporta nada que no hayamos visto antes,
‘El desorden que dejas’ es un
thriller solvente que a su vez cuenta con un apartado técnico notable. La
historia es narrada entre pasado y presente, una práctica cada vez más
habitual en las series. Además, como toda propuesta de suspense que se precie,
nos encontramos ante
una narrativa un tanto tramposa que revela datos cuando al guion le
conviene. Sobre todo, llama la atención esa
sensación de encontrarse paseando por las calles de un pueblo sin reglas.
La inusitada capacidad de los habitantes
para saltarse todo tipo de normas es algo que me impacta especialmente,
así como la enorme cantidad de casualidades que se van sucediendo con el
paso de los ocho episodios.
Cualquier profesor puede meterse en casa de un alumno sin avisar a sus
padres,
los jóvenes pueden asistir a fiestas de adultos llenas de alcohol y drogas
sin que nadie pierda la cabeza… a lo mejor es algo típico en pueblos tan pequeños, donde todo el mundo se
conoce, pero aquí hablo desde mi completa ignorancia. No obstante, me quedo
con las reflexiones que realiza la serie sobre
la pérdida de un ser querido, o el retrato de la cada vez más denostada
figura del profesor ante los ojos del alumnado. También, la ficción muestra
lo peor de una especie que es capaz de hacer cualquier cosa por dinero,
ya sea para salvar a nuestros seres queridos, por pura ambición u obligados
por un sistema que está en contra de los mayores. Y que no te despisten
los bellos títulos de crédito, porque si decides entrar a Novariz,
te darás de bruces con un placer culpable que te absorberá por completo.
Puntuación: 7,5/10
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