Una producción llena de altibajos que no termina de encontrar su tono.
La historia de Rodrigo Díaz de Vivar, también conocido como
‘el Cid campeador’, vuelve a ser adaptada en la nueva serie original de
Amazon. La ficción creada por Luis Arranz y
José Velasco cuenta con cinco episodios en esta corta temporada.
En ella, asistimos al viaje de Ruy desde niño hasta los acontecimientos
posteriores a su primera gran gesta durante la batalla de Graus. Si bien
no tantas como la desigual adaptación cinematográfica de los 60,
la serie se toma sus propias licencias históricas. Aunque, hay que
aclarar que
una cosa es la leyenda del Cid y otra muy diferente es la figura histórica
real.
Dicho esto, la producción toma recortes de una y otra, todo ello con la
intención de
avivar las tramas características de cualquier familia monárquica:
ambición, envidia, odio, traición y todo tipo de intrigas palaciegas. Sobre
todo si hablamos de una época donde
el poder y la clase eran más importantes que cualquier otra virtud
-aunque tampoco es que hayamos cambiado demasiado-,
en un mundo fabricado por la religión para el beneficio de los hombres. Las mujeres
ni siquiera podían hacer uso de la autoridad que les correspondía por
derecho. Además, la península ibérica se encontraba
dividida entre reinos cristianos y taifas musulmanas en constante
batalla por mantener sus fronteras intactas y las del enemigo bien diezmadas.
Y entre todo ese caos de sangre, tierra e injusticias surgió la figura de
Rodrigo Díaz, nacido en Vivar, que desde pequeño tuvo que marcharse a
servir como paje en la corte del rey Fernando I de León para
honrar la memoria de su padre. Jaime Lorente (La casa de papel,
Élite) es el encargado de dar vida al campeador. El actor murciano lo
intenta y se esfuerza, pero
no consigue construir a un Cid a la altura de la leyenda. El problema
es que ni su presencia ni su voz transmiten demasiado. Bien es cierto
que se encuentra en fase temprana y la percepción del espectador -la mía
incluida-, podría encontrarse influenciada por la imagen que habita en nuestro imaginario colectivo
-cuanto daño hizo Charlton Heston-.
Es alarmante que
varios de los personajes secundarios resulten más interesantes que el
propio protagonista. Elia Galera (El príncipe, Acacias 38) en concreto destaca
interpretando a la reina Sancha. Por su parte, Alicia Sanz (Perfect, En brazos de un asesino) -difícil no confundirla con
Lily Collins– está especialmente bien como la siempre
desafiante infanta Urraca,
uno de los personajes que más juego da en la serie, reiterativa con
su mensaje feminista. Si la ficción continúa,
tened por seguro que no ha dicho su última palabra. De resto,
Juan Echanove (Desaparecidos, Te esperaré) como
el Obispo resulta… cuanto menos curioso, aunque algo
desaprovechado.
‘El Cid’ es una serie muy irregular. Su
calidad y ritmo están llenos de altibajos y casi nada en ella
funciona como debería. Además, la ficción
no logra encontrar su tono y puede vislumbrarse cierta ruptura entre episodios en lo que a
dirección y formas se refiere.
A veces quiere ser demasiado correcta, incluso sobria y de falsa
elegancia. Otras en cambio pretende ser desenfadada y brutal. Sin
embargo,
no consigue en ningún momento hallar el equilibrio necesario y
acaba convirtiéndose en un batiburrillo impreciso que provoca más desidia que
entretenimiento. Al menos sí encuentro muy interesante la banda sonora de
Gustavo Santaolalla (Narcos: México, Cartero) y
Alfonso G. Aguilar (Klaus, ¿Qué te juegas?).
Su otro gran problema es que llega demasiado tarde. No solo por
el hecho de
estrenarse al final de uno de los mejores años de nuestra ficción, sino también porque otras propuestas del mismo corte ya han dejado el
listón muy alto. Un poco de la elegancia de ‘Isabel’ por aquí,
algo de la crueldad en las batallas de ‘Juego de tronos’ por
allá, retazos del cinismo de ‘Los Tudor’ o ‘Los Borgia’ y
un largo etcétera.
La serie no sorprende ni encuentra su propia identidad. Incluso
queda ensombrecida ante la reciente ‘Inés del alma mía’. Da pena
que, una historia de tanta epicidad como la vida de Rodrigo Díaz de
Vivar, no goce todavía de una adaptación que le haga justicia. Habrá que seguir intentándolo.
Puntuación: 5,5/10
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